Crece el hambre en Neuquén y los comedores no dan abasto

Quienes lo sostienen aseguran que faltan insumos para darle de comer a las personas que lo necesitan. Desde el gobierno reconocen la situación.

Los merenderos son sostenidos por organizaciones sociales, iglesias, clubes y vecinos particulares. (Juan Thomes).-

Los merenderos son sostenidos por organizaciones sociales, iglesias, clubes y vecinos particulares. (Juan Thomes).-

“Hay mucha necesidad, temía que con el invierno venga más gente pero me superó antes la cantidad”, lamentó Mary Salvo, que desde hace 20 años se las rebusca para mantener en funcionamiento al comedor Caritas Felices.

Los datos que cuantifican la pobreza le dan la razón. Según la Universidad Católica, en 2018, más de 1.900.000 entraron en la pobreza y el Indec indicó que en Neuquén-Plottier son pobres 81.381 personas y 7.252 son indigentes. 17.986 personas más cayeron en la pobreza y otras 891 pasaron a ser indigentes en el último año.

Las proyecciones económicas de este año indican que todo empeorará. Y aunque el gobierno provincial resalte que Vaca Muerta bate récord en producción de gas y petróleo, Neuquén no escapa de la realidad nacional.

Al igual que Salvo, distinguida como Mujer Destacada por el municipio mientras espera alguna ayuda estable desde cualquier estamento del gobierno, quienes sostienen comedores y merenderos, como la CCC, CTEP, Barrios de Pie, el FOL, el PO, iglesias, clubes y vecinos particulares, ven crecer la demanda.

En general todos coinciden en que en los últimos meses se sumaron los adolescentes, jóvenes y adultos mayores, no solo a buscar algo que comer, sino también contención, lo que ha engrosado las filas de las organizaciones sociales.

Desde Desarrollo Social de la provincia ya aumentaron las partidas que destinarán a los 25 comedores a los que proveen, de los cuales siete son propios: de 2.000 personas que iban por día a almorzar, en noviembre la cifra se elevó a 2.500 y esperan que llegue a 2.800.

El incremento de la demanda de ayuda alimentaria también se espera para los otros dispositivos de la cartera que son la tarjeta de refuerzo nutricional (conocida como la de “La Anónima”) con una carga de $1.000 que se entrega por única vez, al igual que los módulos alimentarios. De estos se reparten unos 2.200 por mes, la mayoría en el aglomerado Neuquén, Plottier y Centenario, la localidad con el mayor índice de desocupación. La otra tarjeta, la Crecer, se distribuye entre 10.067 personas.

Carne de pollo

Según el subsecretario de Desarrollo Social, Germán Chapino, la suba del dólar y su impacto en la economía también complica el abastecimiento a los comedores y merenderos, que es poco o nulo según las organizaciones barriales que esta semana protestaron reclamando que les entreguen insumos para poder funcionar.

“Estamos cambiando el menú mensual últimamente” explicó el funcionario. Detalló que los proveedores no están consiguiendo leche, harina y aceite y que, por la suba del precio de la carne de vaca, se estaba repartiendo cerdo, pero pidieron que se entregue pollo “porque se puede usar más”.

La crudeza del frío ya pegó duro el año pasado en el interior neuquino y se espera que este año sea peor. “Están preocupados porque el invierno va a ser muy fuerte, pidieron reforzar todo”, resaltó Chapino.

De la impotencia a la ayuda

Lo que las cifras nunca podrán reflejar es lo que impulsa a muchas personas, de organizaciones o no, a sostener en una tarea casi imposible los merenderos y comedores: ver a un niño pasando hambre.

Eso le pasó a Marcela Barrientos en San Martín de los Andes con los compañeros de fútbol de su hijo. “Se descomponían porque no habían comido. Yo escuchaba que las madres decían que tal chico hacía dos días que no comía. Junte impotencia y empecé una campaña para abrir un comedor”.

Hoy ya cumplió un año, recibiendo ayuda espontanea de quien quiera acercarse y mucho trabajo para conseguir donaciones. Ahora el merendero está toda la semana pero el comedor solo abre tres días, porque “no hay que darles”.

Sin embargo, y como ocurre en tantos otros espacios similares, hay: un lugar calentito y seco, ropa para cambiarse, un juego, un ratito para leer o para hacer la tarea. La bronca de Marcela, la ayuda de sus vecinos y la incorporación de quienes tienen el plan “Argentina Trabaja” le cambia la realidad a los niños, y ahora también abuelos, que van a alimentarse, en el amplio sentido de la palabra.

Línea de pobreza

9.638,59
pesos es el precio de la canasta básica total, que incluye indumentaria y servicios, por persona y por mes para la región patagónica.
10.067
personas reciben carga en la tarjeta Crecer que les permite comprar mercadería en locales de venta de alimentos.

“Hay mucha necesidad, temía que con el invierno venga más gente pero me superó antes la cantidad”, lamentó Mary Salvo, que desde hace 20 años se las rebusca para mantener en funcionamiento al comedor Caritas Felices.

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