Los toros de Lucero y su guitarra que toca sola

El toro está presente en la toponimia rionegrina, como en el paraje Colitoro. Pero es la leyenda del salamanquero Bernabé Lucero la que recrea a los toros relacionados con el Diablo y los infiernos.

Pareciera ser que la figura del toro está presente en casi todos los mitos y creencias de los pueblos antiguos, siendo la más conocida la del fabuloso minotauro de la isla de Creta.


José María Cual, tehuelche septentrional, uno de los más serios informantes del Profesor Rodolfo Casamiquela, refiriéndose a dicho animal, símbolo de fuerza y poderío, recordó la letra de una canción en uno de cuyos fragmentos decía: “Es peligroso. Brillan las aspas de hierro del toro, vacuno macho occidental. Hincha el testuz…”

Acota Casamiquela “con lo que, por lo demás, visto que el toro tiene “astas de hierro”, no me extrañaría que se tratara de una versión austral del “chüpei-toro” o toro bravo, mítico, de los indígenas neuquinos, del que hay recogidos muchos testimonios y comparte con él los cachos de hierro, a ratos de oro”.

El toro está presente en la toponimia rionegrina por ejemplo en el paraje Colitoro, o sea “toro colorado” sito en el Departamento 25 de Mayo.

Pero es la leyenda regional del salamanquero Bernabé Lucero la que recrea a los toros relacionados con el Diablo y los infiernos.

El toro de las leyendas, con astas de hierro.


Floriano López, escritor y poeta de Lamarque, en conversaciones que tuvo con Bernabé, éste le sabía contar pormenores de su entrada a la temida salamanca del Gualicho, donde vía errante y acompañado de su guitarra.

Cuenta Floriano: “A mí me contaron de cómo uno se inicia en la salamanca, porque es muy, muy temeroso, tiene que tener mucha valentía para entrar, eso me lo contó Lucero a mí. Dice que hay que sortear un nido de víboras. Usted sortea las víboras, que están un poco dormidas; después hay dos toros en la puerta permanentemente chocando con las astas y cuando los toros van para atrás para tomar envión y golpearse, usted se mete, en ese claro, y así un montón de dificultades. Después, se entra a un valle -según él me contó- un valle blanco, inmaculado, es algo que es un sueño, de música, de un esplendor, -eso me contó Bernabé a mí de la Salamanca- y un vestido, tiene que estar toda la vida mal vestido como andaba Lucero. La ropa raída, las alpargatas medias rotas. Si entraba de traje probablemente tendrá que andar de traje; si andaba con la indumentaria que anduviese ese día que entraba tenía que andar siempre con la misma ropa o parecida”.

Y confirma Floriano otro dato más sobre la guitarra engualichada de Bernabé Lucero, el salamanquero del Gualicho. “Una noche después de las doce, dejó la guitarra él y se puso a preparar el mate y dijo: “esta loca va a tocar sola esta noche” y empezó a tocar sola la guitarra.


Leyendas de nuestra tierra rionegrina, de piedras que ruedan, de salamanqueros, de toros peleando, de mitos infernales, de aparecidos, de anchimallenes, de cueros del agua que se llevan a los incautos al fondo de los lagos y de luces malas.

De alguna manera al decir de Manuel Scorza los hombres viajamos del mito a la realidad y viceversa.


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