Los transportistas buscan alternativas pero no encuentran

Bariloche tiene miles de familias que dependen del negocio de trasladar personas, para el turismo o la vida cotidiana. El sector está en crisis, con algunos mejor parados que otros.

Una ciudad que funcione a pleno, con todas sus actividades económicas y su sistema educativo en movimiento, necesita obligadamente una vasta red de transportes, que va más allá de los colectivos de línea y abarca también las flotas de taxis y remises, el transporte escolar, servicios turísticos, fletes, traslados de personal y cargas. Y hay trabajo para todos.

Cuando el ritmo habitual entra en un paréntesis forzado como el que impuso la cuarentena sanitaria, que se prolonga durante meses, el cuadro que enfrentan los prestadores de esos servicios se torna apremiante y no hay paliativo que les alcance.

Es lo que experimentan hoy los prestadores de los servicios de transporte, que buscan con urgencia alguna alternativa para recomponer ingresos y salir del pozo.

Entre los taxis el panorama es algo más alentador porque el trabajo se mantiene, aunque con una caída abrupta desde que están cerrados el aeropuerto y la terminal. El administrador de la Asociación de Propietarios, Carlos Di Franco, explicó que “hoy un viaje bueno puede ser hasta el kilómetro 10, unos 450 pesos, el resto es todo cortito”. Y los clientes no abundan.

El dirigente dijo que una de las preocupaciones es la inutilidad de las paradas fijas. Están obligados a girar más, con lo cual “se desgastan las unidades y aumentan los costos”. Los propietarios tratan de alargar los turnos y darles más oportunidades a los peones, que trabajan a porcentaje y hay días que no llegan a reunir 300 pesos. Di Franco dijo que “la edad promedio es alta y algunos pasan los 60 años. No deberían trabajar, pero firmaron su responsabilidad ante el municipio y salen igual”, ante la necesidad económica. Por la misma razón algunos pidieron y obtuvieron módulos alimentarios de la provincia.

Los taxistas ya mantuvieron varias reuniones en conjunto con el municipio en el afán de “buscar soluciones para salvar al sector”. Foto: Alfredo Leiva

En Bariloche hay 230 licencias de taxi y la situación es dramática para todos. “En 15 ó 20 días es el momento de poner las cubiertas para nieve y cada una cuesta 7.500 pesos, no sé lo que vamos a hacer”, señaló Di Franco.

Su realidad no difiere de las que viven remiseros y transportistas escolares, por eso ya mantuvieron varias reuniones en conjunto con el municipio en el afán de “buscar soluciones para salvar al sector”. Admitió que no le encuentran la vuelta. A su juicio, el panorama seguirá igual “hasta que aparezca una vacuna”.

En datos

230
licencias de taxis hay extendidas en la ciudad. El movimiento actual es muy bajo y apenas alcanza.
1500
personas tienen empleo en el sector del transporte en Bariloche, incluidos los prestadores turísticos.

El subsecretario de Tránsito y Transporte del municipio, Martín Trebino, dijo que buscaron promover opciones de emergencia para los prestadores del transporte, pero nada alcanza. Una oportunidad es el delivery, que podrían hacer mientras no se trate de alimentos, pero es muy poco. Sólo se justifica en compras grandes, si no los dueños de comercios lo hacen con su propio auto.

El transporte de personal para empresas o industrias tampoco registra gran demanda y además, los minibuses que podrían trabajar allí tienen la competencia de megaempresas, que salieron a ofrecerlo con una agresiva campaña. Trebino aclaró que las transportistas de pasajeros de larga distancia “no tienen ni van a tener habilitación municipal” para hacer ese servicio.

La crisis del transporte se multiplica así en una multitud de casos que tiene impacto fuerte en los sectores medios, con el agravante de que el modelo predominante es el del cuentapropista, o el emprendimiento familiar, con muy pocos empleados a sueldo. Incluso el chofer de taxi o de remise carece de ingreso fijo y depende de la recaudación diaria.

Mayoría de cuentapropistas

Un cálculo conservador permite asegurar que no menos de 1.500 hogares viven del transporte, en todas sus variantes, incluidos los servicios turísticos. Los prestadores de este último segmento están agrupados en Aetap, cuyo tesorero, Hernán Jaraj, quien aseguró que “la gran mayoría son emprendedores unipersonales, con un solo bus”. Para ellos no corre la ayuda de Anses que paga una parte de los sueldos. Sólo tienen a disposición créditos blandos, que dudan en tomar porque no saben cómo los pagarán.

El ingreso perdido en estos meses es irrecuperable y no garantiza un plus de demanda a futuro.

Jaraj dijo que la regla general para todos es la acumulación de deudas y una espera que se hace cada vez más pesada. “Uno está atento a todo y no dice que no a nada, pero la parálisis es total –sostuvo– y a futuro peor. Es complejísimo el panorama”.

Los remises trabajan también en una escala bastante menor, por la caída de demanda. Las agencias de los barrios son las que menos perdieron. Las que tradicionalmente dependen del turismo están al borde del quebranto. Es el caso de Autojet, con sede en calle España y mostrador en el aeropuerto. Ana Catrileo es operadora desde hace una década en esa firma y nunca vio nada igual.

“Tenemos 39 autos, que trabajan en turnos de cinco horas y hacen en promedio uno o dos viajes cada uno. No alcanza para vivir –describió–. La verdad es que estamos muy complicados. Y todas las señales son malas. Hubo tres días de paro de transporte y no se notó. La gente usa la bicicleta o busca otras soluciones pero evita el remise. No tiene dinero. El delivery tampoco se mueve, usan las motitos. Perdimos los hoteles, el aeropuerto. Estamos realmente mal”.

También imagina un futuro negro para el día que la actividad se recomponga, ya que hoy trabajan con licencias y habilitaciones vencidas y reponerlas les demandará un costo que ronda los 10.000 pesos.

Los escolares que ya no van al colegio, otra gran pérdida del rubro

Antonio Ramírez se dedica al transporte escolar, lleva 31 años en ese rubro y preside la asociación que los representa. Está convencido de que las combis naranja son, de todas las modalidades, las que enfrentan la peor situación. Sus ingresos bajaron a cero desde que en marzo pasado quedaron suspendidas las clases en todos los niveles.

“En verano preparamos los vehículos, gastamos en reparaciones, en la revisión, la habilitación municipal, y pudimos trabajar menos de diez días –se lamentó–. Estamos muy preocupados porque no se ve salida. Las clases volverían recién el año que viene y habrá que ver con qué capacidad permitida y qué metodología de trabajo. La incertidumbre nos está matando”.

Dijo que la ausencia absoluta de ingresos se agrava porque la gran mayoría de los transportistas no califican para el subsidio nacional IFE y otras ayudas estatales. Al ser titulares de un vehículo que cuesta más de 500 mil pesos, el sistema los deja afuera. Además tampoco lograron otros beneficios de tipo fiscal. Esperaron en vano la exención del monotributo y en las patentes la provincia sólo les concedió una quita del 40%.

Ramírez calculó que del transporte escolar viven unas 70 familias en Bariloche, ya que son 35 unidades habilitadas.

Señaló que la búsqueda de alternativas, como el transporte de personal, no dio hasta ahora mayor resultado.

Exigen más medidas tributarias para el sector

Al igual que otras actividades económicas, el transporte se benefició con la postergación de vencimientos de tasas municipales y de Ingresos Brutos. También las empresas de mayor envergadura encontraron alivio con la exención parcial de cargas patronales. Pero los dirigentes de las entidades que los agrupan señalaron que haría falta también exenciones al monotributo, las patentes y habilitaciones.

Los transportistas escolares se quejaron que como toda concesión la provincia dispuso una quita del 40% en las patentes y otro prestador con varios colectivos dijo que tenía ese tributo atado al débito automático, no lo desactivó a tiempo y se lo descontaron completo a pesar de que tiene facturación cero y tiene serias dificultades para pagar los salarios.

La movilidad urbana, analizada en bloque, no puede dejar de lado el rol clave del transporte urbano. Se trata de un servicio indispensable, que recibe fuertes subsidios y es el único al alcance del usuario con pocos recursos. Pero su continuidad tampoco está asegurada. En los últimos dos meses la venta de boletos cayó un 90%.

Trebino dijo que a futuro puede haber cambios en el servicio y una posibilidad es que el transporte concesionado deje alguna espacio que puedan cubrir otros prestadores, por ejemplo de transporte escolar o turístico, con servicios punto a punto y a una tarifa diferencial. Sería en la línea de lo que intentó el municipio durante el último verano, cuando el servicio de Mi Bus quedó desbordado y dejaba a la gente a pie en los recorridos que tocaban las playas. La propuesta en aquel momento no prosperó.

Trebino dijo que “es algo para estudiar”, porque además “la regla de los pasajeros sentados no va a volver para atrás en mucho tiempo” y podría ser un paliativo para los transportistas que hoy están ociosos. Pero en el esquema que imagina “no habría subsidios y claro que el boleto en esos casos no va a costar 35 pesos”. Algo que suena poco viable cuando la crisis de ingresos golpea a la población entera.

A modo de ayuda indirecta para el sector del transporte, el municipio proyecta intensificar la fiscalización callejera. Trebino dijo que esta semana está previsto destinar varios inspectores a esa tarea, con el objetivo de detectar el traslado irregular de cargas y personas. “Todos tienen que ajustarse a las habilitaciones y las autorizaciones del municipio –explicó–. Ahora se reactivaron las obras particulares y es común que el capataz o encargado traslade a los obreros. Pero no se va a permitir, por ejemplo, que viajen en un autito con cuatro o cinco personas”.

911

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios