Macri-Bolsonaro, el nuevo eje liberal en Latinoamérica

La llegada a la presidencia del brasileño reforzó el mapa conservador en América del Sur. Las coincidencias económicas entre los dos principales países del bloque también se complementan con una firme postura contra Maduro en Venezuela.

La historia pendular de América Latina tiene un nuevo eslabón en el eje liberal que hoy encarnan el argentino Mauricio Macri y el brasileño Jair Bolsonaro.

Luego de un periodo en el que se repartieron las presidencias populistas de Lula da Silva y Dilma Rousseff por un lado, y el matrimonio Kirchner por el otro, la tendencia cambió con la llegada de Macri, electo en el 2015, y Michel Temer, que asumió tras la destitución de Rousseff. A principios de este año, Bolsonaro llegó el poder en Brasil avalado por los votos y con intenciones de producir cambios radicales, por demás polémicos.

El brasileño llegó con el objetivo de impulsar la golpeada economía de su país dando claras señales de afinidad con Donald Trump, un aliado clave para atraer inversiones al país.

Fue Macri, con su llegada al poder, en el 2015, al que todos apuntaban como el nuevo referente liberal en América del Sur. Las miradas se posaron en él y sus primeras medidas económicas, que contaron con la venia de Estados Unidos y Europa.

Su estrella brilló dos años, pero dos hechos marcaron un declive en su liderazgo que fue aprovechado por su par brasileño para ser el referente de la región.

Por un lado, la crisis económica y la devaluación debilitaron a Macri puertas adentro del país. Los primeros meses de gestión que mostraban buenos resultados económicos quedaron lejos en el tiempo y ahora los números muestran profunda recesión, una devaluación que golpeó con dureza a gran parte de la población y un escenario donde el 2019 está lleno de incertidumbre. Más aún teniendo en cuenta que se juega la continuidad o no en el gobierno en las presidenciales de octubre.

Por otra parte, una toma de postura a nivel internacional puso a Macri en un aprieto y pasó a ser mirado con recelo desde Estados Unidos. Esto se dio cuando corría la cumbre del G-20 en Buenos Aires, a principios de diciembre pasado y el presidente argentino declaró: “La Argentina ha demostrado que somos capaces de tener muy buenas relaciones con todos los países. Nunca antes el país estuvo más conectado. Tenemos excelente relación con EE. UU., que siempre ha sido el primer inversor, y hoy tenemos una excelente relación con China. El presidente Xi Jinping cada vez se hace más fanático del fútbol, el tango, el vino, la carne”.

La declaración, casi pintoresca, se produjo en plena evolución de la guerra comercial que involucra a Estados Unidos y China.

De ahí en adelante el apoyo norteamericano en el gobierno de Mauricio Macri comenzó a erosionarse. En paralelo se produce el triunfo de Bolsonaro, quien se sube a la ola ultraconservadora que llega de parte de Europa y de la cual es representante el propio Trump.

En la agenda de Bolsonaro aparece con fuerza la crisis de Venezuela. Allí encuentra un aliado de peso Estados Unidos. Juntos empiezan a presionar a Nicolás Maduro para que abandone el poder. Cabe recordar que Macri fue uno de los principales críticos de Maduro, pero el rol que parece jugar Bolsonaro en este tema parece ser determinante.

El nuevo eje liberal se completa con el chileno Sebastián Piñera, que va por su segundo mandato en el país vecino, pero Chile tiene una historia reciente donde las alternancias en el poder de los dos principales políticos no tocan cuestiones de fondo y el rumbo parece definido.

Esto último parece ser la principal diferencia con Argentina y Brasil, donde los cambios de tendencia política suelen tirar por tierra todo lo realizado por los gobiernos anteriores.

Para el analista internacional Gustavo Segré, ambos mandatarios mantendrán una buena relación porque “se necesitan y se complementan” tanto en lo político como en lo económico.

“Brasil no tiene ningún motivo por el cual pelearse o cortar relaciones con Argentina. En el caso de Argentina hacia Brasil, el potencial de la economía genera que aumente la demanda de productos brasileños y esto sería bueno para traccionar con productos argentinos. Con lo cual, tiene todo para ser buena la relación”, explicó.

Segré analizó que los primeros meses del mandatario brasileño podrían influir en el año electoral de Argentina: “Si Bolsonaro consigue buenos resultados en los primeros seis meses, será un factor de presión en un año electoral para que Macri cambie un poco la temática económica hacia la derecha y sin gradualismo”.

Para Andrei Serbin Pont, director de Investigaciones de la Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales (Cries), los “grandes cambios de 2018 en el mapa ideológico regional” tendrán “repercusiones” en el funcionamiento de las organizaciones regionales y en la vinculación de los países de América Latina con el mundo.

“La elección de Bolsonaro augura un cambio muy profundo en la política exterior de Brasil, un país que durante mucho tiempo apostó a su proyección internacional usando la integración latinoamericana como parte de su plataforma internacional. Es probable que a partir de este año tenga menos presencia en espacios multilaterales mientras apuesta a acuerdos bilaterales y vínculos fuertemente ideologizados”, subrayó Serbin Pont.

Diana Tussie, a cargo de la unidad académica de Relaciones Internacionales de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), analizó que “hasta ahora había habido mayor consenso hacia el diálogo, pero hay un clima de opinión latinoamericano que cambió: ahora está más marcado por Bolsonaro”. “Maduro está solo en América del Sur, pero no internacionalmente; Rusia y China lo apoyan. Una intervención sería de mucha gravedad internacional, una situación casi como la Crisis de los Misiles de 1962”, advirtió Tussie.

Más allá de los roles, Macri y Bolsonaro comparten una agenda económica común, que parecen haber ajustado en la cumbre de semanas atrás en Brasil.

El presidente argentino aseguró en Brasilia que la relación estratégica con Brasil “se fortaleció” con la llegada de Bolsonaro al poder.

En tanto, el brasileño le devolvió la gentileza al elogiar el programa económico del gobierno argentino.

“Acompañamos con interés los esfuerzos de Macri para levantar la economía argentina y hacerla más integrada al mundo”, dijo Bolsonaro.

Ambos mandatarios unificaron entonces su discurso sobre la situación política de Venezuela. Al respecto, Macri volvió a afirmar que el presidente de ese país, Nicolás Maduro, era “un dictador que busca perpetuarse en el poder con elecciones ficticias y encarcelando opositores”, y expresó que la Argentina y Brasil “reconocen a la Asamblea Nacional como única autoridad legítima” en ese país.

Otro de los temas en los que ambos presidentes se muestran de acuerdo fue el futuro de Mercosur. Tanto Macri como Bolsonaro hablaron acerca de la necesidad de “modernizar” el bloque.

“El bloque necesita valorar su tradición original, que es la apertura comercial. Nuestro propósito es que Mercosur tenga relevancia, tenga sentido. Es necesario hacer nuevas negociaciones para recuperar el tiempo perdido”, ha afirmado Bolsonaro.

En la misma línea, Macri volvió a insistir con la posibilidad de un acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea. (Ver nota aparte)

“Tenemos las mejores intenciones de potenciar la colaboración y creemos que están dadas las condiciones en Brasil ahora para que haya un fuerte trabajo con Argentina por razones de afinidad ideológica. Pero aún no sabemos nada de lo que tiene previsto Bolsonaro”, explicaron desde el ministerio de Patricia Bullrich. Por otra parte, Macri confía en que se podrá trabajar con Bolsonaro en la lucha contra el narcotráfico.

En la Casa Rosada están convencidos de que se debe trabajar duramente en las fronteras con Brasil para “presionar y erradicar a los narcos”, según una frase de un encumbrado funcionario.


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