Macri vuelve a creer que se puede

La duda es si mejora la competitividad. Aunque con la intención de fortalecer la figura de Macri el senador ha reconocido cuál es su punto débil: “Los votos son del presidente”.


Lo mejor de la campaña va a estar en la dialéctica Miguel Pichetto-Cristina Kirchner. Habría que hacer una ley de apuro y convertir también en obligatorio el debate entre los candidatos a vice. Ese duelo se viene desarrollando en el último año y medio en el Senado y en ocasiones salta a la redes y la prensa. Allí en realidad mantienen un litigio, verbal pero sobre todo gestual. No nos priven.

Pichetto, un hombre de palacio, arrancó con perfil altísimo. Después del almuerzo con que lo recibieron los peronistas de Cambiemos en una parrilla de la Costanera, tomó el control del diálogo con los periodistas reunidos a la salida. Cristian Ritondo y Diego Santilli lo escuchaban, entre mudos y atónitos, decir para dónde estaba yendo la nueva coalición, para dónde debería ir, qué cosas había que hacer, qué cosas no. Como podría haber dicho Rousseau, Pichetto estableció que sabe dónde está el bien y cómo alcanzarlo. Se descuenta que a Macri lo habrán puesto al corriente de cómo iba a ser esto.

La irrupción de Pichetto presenta dudas y certezas. Parece garantizar el antes y el después de las elecciones para Macri. El antes, porque parece despejar el camino de nuevas turbulencias financieras al menos hasta las PASO (se verá luego), dada la euforia con la que ha sido recibida su candidatura en los mercados. La primera conclusión es que la elección de Pichetto ha ido en esa dirección.

También ofrece garantías para el después: Pichetto podría otorgarle al oficialismo espesura política, lo que reclamaban los sectores favorables a ampliar la base de sustentación de Cambiemos (hoy Juntos por el Cambio), y dar el salto de la coalición de partidos a la coalición de gobierno. Una articulación con política, poder económico y gremios que se traduciría en gobernabilidad.

Menem, Reutemann y Romero son senadores que ya se han asegurado en la Cámara. Pero la duda es si Pichetto mejora la competitividad de la alianza en las elecciones. Aunque con la intención de fortalecer la figura de Macri, el senador ha reconocido cuál es su punto débil cuando admitió que “los votos son del presidente”.

El escenario político terminó de configurarse esta semana. Se parece poco al que teníamos apenas un mes atrás. Una encuesta de OPSM adjudicaba el 12 de mayo a la alternativa peronista un 21% de intención de voto, ya anunciada la fórmula Fernández-Kirchner. Massa fugó al kirchnerismo. Lavagna se obstinó en jugar solo y Pichetto saltó de vereda. Ese espacio parece hoy correr en una vía muerta ante un fortalecimiento de los dos polos.


La elección en Santa Fe revelará hoy si se confirma la victoria de todos los oficialismos o la de todos los peronismos que fueron unidos en comicios provinciales.


Curiosamente la fragmentación no ha terminado. Las coaliciones que se han definido son heterogéneas y nada garantiza su consolidación y ni que se mantengan estables en el poder y menos en el llano. Massa ha vuelto a entenderse con el kirchnerismo pero nada se sabe de una reconciliación con la senadora Kirchner.

La relación de la doctora con su candidato a presidente Alberto Fernández sería siempre puesta a prueba. Los compromisos de Macri con sus peronistas son inciertos. La tercera opción incluso presenta extravagancias: peronistas ortodoxos como Barrionuevo con progresistas como Stolbizer y Lifschitz.

En adelante asistiremos a los esfuerzos de Pichetto por extender una red de adhesiones, más o menos elocuentes, en las provincias. Los gobernadores han sido tanto aliados del senador como de Macri y sin duda se anotan entre los ganadores del modelo. Santa Fe revelará hoy si confirma la victoria de todos los oficialismos o la de todos los peronismos que fueron unidos a elecciones provinciales. Las encuestas no han podido responder ese interrogante.

Macri, ante la necesidad, hizo una jugada audaz, por encima de los estándares del macrismo, pero sin duda evaluada, como esos mimos estándares mandan. Dará lugar a una reinterpretación de la narrativa de Cambiemos, que se ha negado a abrirse a otras fuerzas y más aún a integrarlas a las decisiones de gobierno. La tensión Pichetto-Marcos Peña pasará desapercibida durante una campaña que mostrará un discurso. Después se verá. Como el eslogan, al cabo de un largo año de incertidumbre, Macri vuelve a creer que se puede.


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