Minorías intensas y grupos de presión


Confrontar o invitar al escenario del partido-Estado a quienes cuestionan la distribución de la riqueza, el dilema del MPN.


El diploma del MPN de predominio en la escena política institucional de Neuquén todavía no cursó ni rindió la materia que tiene que ver con la forma de sopesar planteos públicos que, en términos sociológicos, adquieren protagonismo como minorías intensas o como grupos de presión.

El cambio de fases en la pandemia puso al descubierto el costado flaco en el que la vanguardia no marca senderos por los que transitar sin arriesgar capital simbólico y económico.

Vicente Palermo, presidente del Club Político Argentino, en un artículo en el que teoriza sobre las formas de “combatir el poder de las minorías intensas”, menciona dos aspectos:

La argumentación política como componente central de la vida republicana que no puede ser sustituida por la propaganda, la “comunicación” o la generación de “sensaciones”. La otra es antagonizar, identificar adversarios y discutir en el espacio público. “Si el Gobierno descarta estas opciones, entonces mal puede avanzar en lo que importa y, como de todos modos necesita ganar elecciones, se ve obligado a incurrir en el cortoplacismo más craso”, escribió.

En la historia política contemporánea de la provincia quien usó (con aristas autoritarias) el antagonismo fue el gobierno de Jorge Sobisch. La realidad le dio la razón cuando ganó la reelección con un margen de 20 puntos sobre la oposición a pocas horas de haber desalojado un campamento en el puente con Cipolletti que duró 11 días en 2003. Pedro Salvatori prefería la argumentación política que escribieron páginas cuando tenía duelos verbales de alto valor republicano con Marta Maffei cuando había marchas a la Casa de Gobierno y “se estilaba” que los gobernadores reciban a quienes marchaban. Era otra realidad.

Claro que, como el manual del buen emepenista indica que si algo salió bien hay que repetirlo (inclusive con anteojeras para no reparar en que el contexto es cambiante), la confrontación cruza el límite de la violencia y la consecuencia fue la tragedia de lo que ocurrió en la ruta 22 en Arroyito con la muerte del docente Fuentealba. El contexto había cambiado y la política tribal, como define Mario Riorda, no lo detectó por el uso de anteojeras.

La argumentación política también fue un capítulo relevante en la gestión de Jorge Sapag con sus nortes de paz social y federalismo de concertación. A su estilo amagaba como la declaración de esencial del servicio educativo pero no concretaba.


Cuando surgen expresiones por fuera del escenario se presenta la necesidad de una actuación que no está en la forma de hacer política neuquina.


En este año atípico de pandemia quedó trazado el escenario en el que se desarrolla la actuación de las minorías y los grupos de presión. Se le agregó un condimento que parecía desconocido pero que nadie podía soslayar. La burguesía neuquina tiene vasos comunicantes, por necesidad o conveniencia, con el partido-Estado, por lo que le cupo el papel del actor condescendiente. Los gremios de servidores públicos mostraron proclamas de beligerancia sin irse del escenario. La oposición política aún debe juntar energía para tirar del carro donde lleva la carga diversa que le ayudó a llegar.

El condimento que se mostró -siempre estuvo- son los sectores que no fueron invitados al escenario organizado por el partido-Estado. Hubo un atisbo en Rincón de los Sauces en agosto cuando un bocinazo alertó sobre el desaconsejado mecanismo decisorio de las fases que se hacía en la política tribal y que “se comunicaba” vía redes sociales.

Después de que algunos intendentes perdieran el miedo de diferir con el relato oficial, surgieron minorías en Neuquén capital como los comerciantes autoconvocados, los comerciantes unidos y el cluster pymes neuquinas que, de alguna manera, sacaron la cortina que tapaba las diferencias entre el gobernador Omar Gutiérrez y el intendente Mariano Gaido.

Luego, en la ciudad donde el 70% de la economía no depende del partido-Estado, San Martín de los Andes, y fue el lugar donde el efecto de la grieta fue patente.

Tomar riesgo o mostrar la argumentación confrontativa, el desafío que cautiva al MPN.


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