“Muchos no entienden que aun los ‘grandes’ de la UE necesitan reformas”

Para el analista, la pérdida de competitividad de las economías europeas está en el fondo de la crisis. Y los votantes que apoyaron gobiernos austeros en varios países lo perciben mejor que algunos políticos.

entrevista: Nikolas Busse, periodista y analista político

LEONARDO HERREROS

lherreros@rionegro.com.ar

–¿Cómo se ve la evolución de la crisis actual en Europa? Desde Latinoamérica miramos mucho a España e Italia, pero otros dicen que el problema ahora está en la situación fiscal de Francia…

–Uno de los problemas de la percepción que hay sobre la crisis europea en Argentina es que, como usted dice, se le da mucha atención a la situación en España e Italia, cuando desde el principio los tres países problemáticos han sido Grecia, Portugal e Irlanda, porque estos tres países perdieron hace años su acceso al mercado financiero internacional y han debido ser financiado por los otros países de la zona euro. La mayoría de las preocupaciones todavía están centradas en estos tres países, especialmente en Grecia, el más severamente endeudado, y con una muy pequeña perspectiva de que pueda regresar al mercado internacional en los próximos dos años.

–El primer ministro Samaras ha dicho que lo peor de la crisis ya pasó y que con el segundo tramo del salvataje europeo podría realizar reformas, pero enfrenta una gran protesta social. ¿Qué opina?

–En los últimos tres años los países europeos han otorgado préstamos a Grecia, en un programa que incluye reformas económicas a cambio del dinero, aunque el gobierno griego no ha tenido mucho éxito implementándolas en los dos primeros años. No sólo por la debilidad en el respaldo político del gobierno sino también por la baja capacidad de su administración estatal. Ahora hay esperanzas de que esto cambie, pero no estoy seguro de que Samaras tenga la fortaleza política para realizar las reformas de fondo que necesita el país para ser un verdadero miembro de la Eurozona. Grecia, por distintas razones, nunca estuvo preparada para el ingreso a la zona euro: no tiene una base industrial fuerte, tenía una baja competitividad económica, no tenía una cultura política de consenso y compromiso necesaria, además de un fuerte endeudamiento externo. El dinero que se le ha dado hasta ahora a Grecia ha sido más que nada para corregir el déficit, pero no para el resto de los problemas. Hay mucha resistencia a cualquier reforma del servicio público, muy grande e improductivo, que es uno de los mayores problemas de la economía griega que no puede demorarse más.

–Algunos economistas como Paul Krugman aseguran que estas políticas de austeridad no son la receta adecuada y que en la mayoría de estos países sólo agravará la recesión y la crisis de deuda…

–En los últimos años Europa ha gastado más dinero en ayuda a los países en problemas, no sólo Grecia, que el equivalente a varias veces el Plan Marshall adoptado después de la Segunda Guerra Mundial. Todo ese dinero se ha inyectado en las economías europeas en los últimos dos años. El problema es: ¿de dónde se sacan los recursos extras de los que habla el señor Krugman? El Banco Central Europeo no puede estar aportando dinero para siempre y en algún momento se deben balancear los presupuestos. A diferencia de muchos estadounidenses, la mayoría de los europeos cree que la era de los grandes déficit tiene que llegar a su fin, porque algún día nuestros hijos deberán pagar esa deuda.

–La canciller alemana Angela Merkel asegura que aún restan dos o tres años de dificultades. ¿Está de acuerdo?

–Déjemelo decir de esta manera: mucha gente en Bruselas cree que el paciente salió de la terapia intensiva aunque todavía sigue hospitalizado. Los mercados financieros internacionales han comenzado a regresar a la Eurozona, incluso en países como Italia y España hay más confianza . Las tasas de interés para países como Italia han bajado considerablemente en los últimos meses. La presión ha bajado y estamos un poco más felices que hace un año, pero no es para que seamos complacientes y no creamos que no son necesarias las reformas en varios países para mejorar la competitividad de las economías europeas. Debemos reformar nuestros mercados laborales, balancear presupuestos y modificar la conducción económica en varios países porque hoy Europa es, en muchos sentidos, una sola economía manejada por varios Estados.

–En América Latina se perciben diferencias sobre el manejo de la crisis entre Francia y Alemania a partir de la asunción de François Hollande. ¿Cómo lo ve?

–Ha habido un extenso período de cooperación franco-alemana en lo que hace a temas europeos. Las cosas han cambiado desde la asunción de Hollande al poder y hay mucha gente preocupada en Alemania, incluyéndome, de que Hollande no entienda que aun países grandes como Francia necesitan reformas en su economía y Estado. El problema es que el país está perdiendo competitividad económica según varios indicadores y su población no da señales de estar preparada para aceptar los cambios necesarios. Y muchos políticos estimulan ese sentimiento. Los políticos alemanes señalan, en privado, que los mercados podrían forzar a Francia a realizar reformas, porque la situación actual no es sostenible.

–¿Y en los casos de España e Italia?

–El sentimiento en Europa es que España está en el buen camino, encarando varias de las reformas, como el mercado laboral, y limpiando su sistema bancario. Lo que no es sostenible allí es el alto desempleo y Rajoy deberá encarar una reforma del mercado laboral. En Italia el problemas es más bien político, aunque Berlusconi es hoy muy débil y no creo que pueda llegar al poder de nuevo. Desde su salida, Italia ha sido un país menos voluble y más moderado, pero allí hay temas como la elevada deuda, el 130% del PBI y otros problemas de vieja data. Los mercados han avalado las reformas del primer ministro Monti, que todavía no son suficientes, pero esperan que sigan por ese camino.

–¿Es optimista acerca del futuro del euro, que muchos vieron condenado?

–Creo que no hay vuelta atrás. Los costos de quebrar la Eurozona serían enormes para todos; no sólo las empresas sino la gente ha elegido el euro para gastos, inversiones y ahorro. Que el continente vuelva a fraccionarse en varios pequeños mercados le haría perder todo el peso internacional. No tenemos más opción que avanzar, el problema es que no hemos cambiado la arquitectura de cómo funciona la Eurozona, mirando hacia el futuro. La UE realiza más control y tiene más derecho a aconsejar a los gobiernos de la región, pero la política económica sigue siendo una decisión nacional. No hay centralización o supervisión de decisiones económicas de los países: la UE no puede vetar un presupuesto nacional cuando va en contra del tratado europeo, por ejemplo. El desafío es saber si la gente está dispuesta a ceder soberanía nacional a Bruselas. En este momento no va a encontrar mayorías en ningún país dispuesta a esto, en la crisis actual. Cuando logremos volver a caminos exitosos en lo económico y desarrollo, podremos preguntarle a la gente si está dispuesta a dar el próximo paso de integración.

–¿Cuáles son las situaciones más difíciles para Europa en adelante?

–Son desafíos más políticos que económicos. Tienen que ver con la crisis de los sistemas laborales y de beneficios sociales que la mayoría de los países europeos tienen como una herencia no sólo económica sino cultural. Como dije antes, la economía globalizada y los mercados obligan a cambiar muchos de estos sistemas, pero varios países simplemente no están ocupándose de esto. Por suerte creo que están ocurriendo cambios a nivel de la gente. En las últimas elecciones en varios países, con la probable excepción de Francia, los electorados no han respaldado las promesas políticas populistas al viejo estilo de “hay que gastar más dinero”, “haremos la vida más barata y fácil para todos”. En estos comicios la gente respaldó partidos que señalaban la necesidad de reformar las economías, aunque esas reformas fueran duras. Y esos gobiernos han funcionado. La gente es más madura y educada de lo que muchos analistas y políticos creen. Desde Portugal, a Holanda o Irlanda, la gente ha votado por líderes que prometen trabajo duro y reformas, es muy interesante este cambio.

–Cuando se refiere a reformas, ¿concretamente cuáles tiene en mente?

–La mayoría tiene que ver con el mercado laboral, con regulaciones demasiado estrictas: tenemos que hacer más sencillo tanto contratar como despedir gente y hacer que la gente trabaje más tiempo: la mayoría de los países tiene sistemas de pensiones muy amplios que permiten retiros muy tempranos. Esos son algunos de los cambios que estar en un mercado globalizado requiere. Y, de hecho, los planes de estímulo apuntan a ese objetivo: ayudar a los países que se comprometan con reformas de esta clase. Alemania lo hizo hace años y la lección que sacó es que para liberalizar los mercados laborales y reformar el Estado se requiere dinero, para que la gente respalde el proceso durante la transición.


entrevista: Nikolas Busse, periodista y analista político

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