Mundial
Columna semanal de Juan Ignacio Pereyra
El disparador
Cuartos de final. Mundial 2006. Ayala convierte el 1-0. En el estadio Olímpico de Berlín, un argentino le grita el gol en la cara a un alemán. El mutismo del local irrita al hincha eufórico, que vomita insultos y burlas. El alemán sigue tomando su cerveza. Luego, el resultado se da vuelta. Pero no hay revancha. Por suerte.
Isidoro Reyes lo recuerda y teme que por estos días se repita algo así en las tribunas brasileñas. Y le surgen preguntas: ¿Por qué se llega a eso? ¿Qué nos pasa con una fiesta tan encantadora como esta?¿Qué hay detrás de ese fanatismo insaciable? ¿Por qué tipos a los que no les gusta el fútbol se vuelven hinchas apasionados?
-¿Por qué alguien dice cualquier cosa en un partido? -se queja Reyes.
-¿Cómo qué? -pregunta Latana Buendía.
-Que los suizos no pueden competir con Argentina porque no tienen ni un deportista bueno. ¿Federer no es uno de los mejores tenistas de la historia? ¿Y qué tiene que ver ser bueno en muchos deportes? ¿Uruguay es una potencia deportiva? Igual fue campeón mundial. ¿Sabrá este muchacho que Suiza ganó el Mundial Sub 17 en 2009, donde nosotros no pasamos los octavos?
-Seguro que no, pero tampoco lo crucifiques -dice Ignatius Loier.
-Bueno -se tranquiliza Reyes-. Me fastidia la liviandad para decir lo que sea. Y más cuando parte de lugares de supuesta responsabilidad.
-¿Por ejemplo? -se intriga Latana.
-Relatores y periodistas sin reparo de ser vulgares. No por ser pacato -se ataja Reyes-, pero espero más de alguien que trabaja con la palabra. No es tan difícil decir “suerte” en lugar de “culo” de campeón, ¿no?
-Aunque aburrido -opina Loier- creo que planteás ser más respetuosos, ¿no? O sea, ¿por qué decir que Sabella, que no me simpatiza, es un estúpido que no sabe nada?
-Sí. Y peor me caen las excusas de que sale el instinto animal -sigue Reyes-. Me sorprende la facilidad para descalificar y juzgar. Ojo, no me molesta si te gusta tal jugador, o si querés que gane Colombia o Brasil.
-En vez de enojarte tanto y de hablar como si solo vos tuvieras la razón, ¿por qué no ejercitás la tolerancia? -propone Loier.
-Es más fuerte que yo -refunfuña Reyes-. No me banco la agresividad gratuita… Estoy seguro de que los que insultan a “Chiquito” Romero son los mismos que si se lo cruzan por la calle le piden un autógrafo. Detesto también esa cuestión machista de los decálogos sobre lo que las mujeres no deben hacer durante el Mundial. Encierran tristes impulsos del ser humano.
-Listo, cortala -se cansa Loier-, ¿decime lo que te gusta del Mundial?
-Bueno -resopla Reyes-. Me encanta cuando en un gol alguien abraza al que tiene al lado sin conocerlo, ¿y a vos?
-Que es una excusa para reunirse y compartir tiempo con gente querida. Aunque no me guste el fútbol, el Mundial me divierte -dice Loier.
-A mí -cuenta Latana- me fascina el espíritu competitivo, esa actitud de no aflojar, de insistir hasta el último minuto.
Juan Ignacio Pereyra (pereyrajuanignacio@gmail.com)
El disparador
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