La larga y azarosa historia del teatro público para Bariloche

Si bien el proyecto ya cumplió una década, el futuro edificio avanza poco a poco, surfeando las complicaciones ocasionadas por el contexto inflacionario. La nueva sala financiada por el Instituto Nacional del área tendrá capacidad para 300 personas.

Artistas que, por un rato dejan de lado los ensayos, la preocupación por vestuario, luces y guiones, para recorrer corralones en busca del mejor presupuesto. En esa carrera se embarcaron los integrantes de la Asociación Teatrantes de Bariloche, con el propósito de sacar de la postración a la obra de lo que será el primer teatro público de la ciudad.

El proyecto está en circulación desde hace más de una década. De los escritorios primero pasó a los planos y maquetas (concurso mediante) y en 2015 empezó a convertirse en realidad, en el terreno asignado, a unas 10 cuadras del Centro Cívico.

Pero luego, los cambios de gobierno, los avatares económicos la aparición de una vertiente y otras sorpresas que deparó el subsuelo alteraron el cronograma, al punto de que hoy todavía la obra está a medio hacer. A pesar de todo, el futuro teatro avanza a paso firme, con la particularidad de que la gestión y el seguimiento está bajo responsabilidad directa de Teatrantes.

El vicepresidente de esa entidad, Adrián Beato, dijo que las complicaciones derivadas del contexto económico son inevitables y “la inflación no ayuda”. Aun así, tratan de darle continuidad a la obra. “Seguimos construyendo de acuerdo a las posibilidades de dinero”, explicó.

El grueso de los fondos provienen del Instituto Nacional del Teatro. También hay aportes de la provincia (que recientemente transfirió 20 millones de pesos) y el municipio tomó a su cargo la gestión para el servicio de cloacas y del gas natural.

El teatro estará ubicado en el predio del Jardín Botánico Municipal, sobre la calle Pasaje Gutiérrez, a unas 10 cuadras del Centro Cívico. (Foto Archivo)

Beato dijo que ya tienen los sanitarios terminados y el próximo paso será la construcción de la escalera posterior y la carpeta de hormigón “en el piso de arriba”. Completaron también las paredes internas y externas y “a fin de este mes” llegará el momento de colocar las aberturas, “que ya están pagadas en su totalidad, lo mismo que la calefacción”, afirmó Beato.

Dijo también que otras de las obras, en lo inmediato será una rampa para la salida de emergencia, con su respectivo portón, que servirá además para el ingreso de vehículos que necesiten descargar con escenografías y otros materiales.

El teatro tendrá una capacidad de 300 personas y fue pensado para cubrir una demanda hoy desatendida. La única sala teatral accesible de Bariloche es la de Biblioteca Sarmiento, con 120 lugares, y luego está el teatro La Baita (de 600) que es privado y tiene un uso muy escaso.

La presidente de Teatrantes, Alicia Tealdi, dijo que todavía no lo tienen acordado con precisión, pero hacia fines de septiembre quieren realizar una preinauguración del espacio “con la idea de convocar a toda la comunidad, para mostrar en el estado en que se encuentre. Que estén todos los representantes del Estado que financian el proyecto. Y sumarle alguna intervención teatral”.

Subrayó que será el primer teatro público de la ciudad y consideró un déficit grave que Bariloche todavía no lo tenga, cuando hay muchas ciudades de la región que cuentan con uno.

Tealdi dijo que la tarea que decidieron asumir con la asociación hace ya tres años les insume mucho tiempo, implican “gestiones engorrosas” y todo lo hacen ad honorem. “Nos lleva la vida y la energía, porque somos una asociación civil sin fines de lucro”, explicó.


El nombre del futuro teatro, indefinido


El impulso inicial para dotar a Bariloche de un teatro público data de 2013, cuando la intendenta era María Martini, y surgieron los primeros contactos con el INT para que lo incluya en su presupuesto. El municipio definió el lugar (en tierras del Jardín Botánico, sobre la calle Pasaje Gutiérrez) y al año siguiente se realizó el concurso de proyectos, que fue ganado por los jóvenes arquitectos Mariano Szczygiel y María Feudal.

El croquis proponía una sala de 300 butacas, con explanada de acceso, foyer, espacio para buffet, depósito, oficinas para la delegación del INT y otras dependencias. La idea era que el edificio acompañe la pendiente natural del predio y se integre al bloque de hormigón que alguna vez fue emplazado en el lugar, hace más de 40 años, para albergar un centro de convenciones que quedó inconcluso.

Ese primer anteproyecto del teatro público luego sufrió varios cambios, pero se mantiene la sala con capacidad para 300 personas, subdivisible en dos salas de 120.

Se lo bautizó en aquel entonces como Teatro de la Independencia, porque la intención primera fue estrenar el complejo en 2016, para el bicentenario del Congreso de Tucumán. Los años pasaron, se acumularon las frustraciones y el cambio de planes también alcanzó al nombre. Tealdi aseguró que por ahora no está claro cómo se va a denominar el teatro, y esa decisión bien podría ser objeto de un nuevo concurso.

En 2015 asumió el intendente Gustavo Gennuso y al poco tiempo la obra quedó trunca, por la acumulación de atrasos e incumplimientos. Además, producto del movimiento de suelos asomó una vertiente que obligó a realizar obras complementarias y tornaron utópico terminarlo con el presupuesto asignado.

Luego de varios años de idas y vueltas, a comienzos de 2020, el municipio consiguió rehabilitar el proyecto, siempre con apoyo del INT. Fue entonces cuando surgió la propuesta de delegar la gestión en Teatrantes. “¡Una gran noticia para la cultura barilochense!”, celebró Gennuso en aquel momento por twitter al comunicar el acuerdo alcanzado.

El proyecto fue redefinido y achicado, de algún modo, para hacerlo más “realista”. La idea de agregar dependencias para alojar artistas, por ejemplo, estaba en la propuesta general pero quedaría para una segunda etapa.


Un orgullo y un legado


Beato admitió que el día a día de la obra es desgastante y se lamentó de que “ninguna empresa de Bariloche” colabora con el proyecto, por ejemplo con el aporte de algún insumo “a precio de costo”.
Explicó que el esfuerzo está puesto en “darle a Bariloche un espacio para las artes escénicas en general”, incluido el teatro, la danza, los títeres, pero que pueda albergar también espectáculos musicales. Beato lo imagina como espacio apto para “las fiestas populares” de la ciudad y para el festival de cine FAB y el Festival de Música Internacional (Fimba) que se realizan todos los años.

Sobre el costo definitivo dijo no tener precisiones y refirió que el último desembolso del INT fue de 25 millones de pesos, girado “hace unos meses”. Señaló que la cuestión administrativa es muy puntillosa y “fue un aprendizaje para todos”. Debieron extremar la prolijidad a la hora de hacer las rendiciones, que son las que habilitan nuevos envíos. “Así es con las obras de todo el país”, refirió.

Tealdi dijo que “para Bariloche va a ser algo excepcional”, y muy esperado. Y los teatrantes que se pusieron el proyecto al hombro esperan que el teatro público quede también “como una especie de legado” y de lo que fueron capaces de motorizar aquellos que llevan ya “muchos años en el teatro independiente”, lidiando con la escasez de espacios aptos.


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