«Nenette», la compositora que trabajó con Atahualpa Yupanqui usando nombre de varón

Los prejuicios de la época la obligaron a firmar ante la audiencia como "Pablo del Cerro". No sólo fue su compañera de vida, sino también su guía y correctora. 

Hace algunos días, desde la página oficial de Atahualpa Yupanqui en Facebook recordaron el cumpleaños de quien fue su compañera de vida.

Foto: fundacionyupanqui.com.ar

Hace 111 años nacía Antonieta Paula Pepin Fitzpatrick, apodada «Nenette» por sus seres queridos. Fue su segunda mujer, madre de Roberto, el hijo de ambos, y abuela de tres nietos. Sin embargo, y trayendo a la luz una faceta poco conocida, hablaron además de la vocación que le apasionaba: la música.

Chacarera de las piedras, una de las obras a dúo:


Su distinguida formación en piano y su talento sirvieron para la extraña fusión de sus raíces francesas, con el toque del argentino, dando como fruto decenas de canciones. 65 composiciones figuran a nombre de«Antonieta Paula Pepin» en la página de SADAIC, de las cuales 37 fueron escritas por la pareja.

Aún así, eso quedó como un detalle oculto detrás de los prejuicios de la época, que la obligaron a firmar ante la audiencia como «Pablo del Cerro».

«Estrellas que me alumbraron, caminos que caminé, me han golpiao todos los vientos, heridos de coplas la vida pasé».

Zamba de otoño
(Atahualpa Yupanqui / Antonieta Paula Pepin)

«El seudónimo Pablo del Cerro», cuenta su hijo Roberto en la web de Fundación Yupanqui, «lo tomó primero porque en los tiempos en que ella y mi padre se unieron, mi padre estaba casado pero no divorciado de su primer matrimonio. Y no estaba bien visto el aspecto de la concubina, no estaba bien visto además el hecho de que Yupanqui, que ya era Yupanqui, firmara ahora con una francesa. Todos esos prejuicios que solían haber. Por eso mi madre firmaba como Pablo del Cerro. Además, fue por el Cerro Colorado, que fue el lugar que nos albergó en tiempos duros y allí construimos ese rincón donde está el museo actualmente”. 

Se conocieron en Tucumán, cuando Paula llegó a esa provincia, con sus conciertos de piano. Allí pidió escuchar folclore y el camino la llevó a Héctor Chavero, el nombre real de Yupanqui. Juntos compartieron los años hasta la muerte de ella, en 1990, en Buenos Aires.

«Cuando don Ata escribía el Payador Perseguido y se lo leía a doña Nenette, ella por ahí lo corregía y él se enojaba. Después aceptaba la corrección y seguía adelante», recuerda el hijo de ambos. Esa inmigrante fue también la que lo convenció de viajar a España, a pesar de los miedos de él. La decisión lo llevaría a la fama en toda Europa.

Cuenta que alguna vez ella le reconoció haberse puesto «en segundo término» detrás de la figura de Don Ata, pero asegura que no fue con resignación ni con quejas. Roberto afirmó que siguió haciendo lo que amaba en torno a la música, luego de comprender que «el Tata era una personalidad descollante y necesaria para el mundo». 

«Ella podía ser una gran pianista pero había muchos grandes pianistas, habían muchos grandes músicos. Yupanqui había uno solo.

Roberto Chavero
Hijo de «Atahualpa Yupanqui» y «Nenette»

Hoy su figura tiene un apartado especial en el portal de la Fundación Yupanqui, donde la homenajearon cuando se cumplieron 20 años de su muerte en 2010. Tenía 82 años cuando partió producto de un paro cardíaco.

El libro «Cartas a Nenette» recopila detalles de la correspondencia que cruzaban en los meses de giras y viajes, mostrando el vínculo que los unía.

«Heridas nos da la vida, y hay que saberlas curar. Con las leñitas que voy quemando, se va entibiando mi soledad»

Zambita del buen amor
(Atahualpa Yupanqui/ Antonieta Paula Pepin)


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