Netflix: «Descuida, yo te cuido», una buena idea desperdiciada

“Descuida, yo te cuido”, con Rosamund Pike en el papel principal, figura como la Número 1 en las preferencias de Netflix en la Argentina. Se presenta como una comedia inteligente, ácida, y divertida. Durante la primera parte, cumple su objetivo.

Si la nueva película de Netflix, “Descuida, yo te cuido”, que figura como la favorita del público argentino desde que se estrenó, durara media hora, sería divertida, llena de humor negro, incluso inteligente. Pero dura 1 hora y 59 minutos, y las buenas intenciones se desmoronan enseguida.

“Hay dos tipos de personas en este mundo: depredadores y presas. Leones y corderos. Me llamo Marla Grayson y no soy un cordero»

Marla Grayson

Eso dice la protagonista al principio, en off. Es tan prometedor.
Marla es Rosamund Pike, la misma actriz de “Perdida”, la película de David Fincher en la que la rubia pone en juego todas las artimañas del engaño, la estafa, la acidez. Aquí lo hace de vuelta, con una vuelta de tuerca que la acerca a la comedia.

Cínica, fría, y con un sólo objetivo: ser rica a cualquier precio. Así es la Marla Grayson que interpreta Rosamund Pike.


Junto a su novia y socia Fran (Eiza Gonzalez), Marla tiene montado un negocio que parece funcionar a la perfección: regentean una empresa destinada al cuidado de ancianos, que básicamente consiste en despojarlos de sus bienes y encerrarlos en un geriátrico.
Para eso, cuentan con la ayuda de médicos como la Dra. Karen Amos (Alicia Witt), que señala potenciales víctimas ; busca entre sus pacientes a personas mayores con algunos problemas de memoria, o sin parientes, que sean susceptibles de necesitar ayuda.


Hasta aquí, el engaño les ha permitido ser ricas, llevar la vida de predadoras que realmente soñaban tener. Un sueño americano inescrupuloso, pero sueño cumplido a fin de cuentas.
El problema comienza cuando ponen en foco a Jennifer Peterson (interpretada por la actriz Dianne Wiest).
La doctora de Jennifer modifica los estudios médicos de la mujer y se los entrega a Marla, quien en un juicio declara falsamente la inhabilidad mental y la imposibilidad de cuidarse sola de Jennifer, obteniendo así su custodia. Marla lleva a Jennifer al asilo de ancianos, pone su casa en venta y al revisar la caja de seguridad del banco, descubre que tenía guardados diamantes no registrados en la lista de seguridad.

Lo que no saben Marla, ni su socia, ni la doctora, es que Jennifer esconde una vida que ninguna d e las tres imagina y que se les volverá en contra con la fuerza de un meteorito a punto de estamparse contra la Tierra.
Y es justamente aquí, a menos de media hora de comenzar la prometedora película, cuando todo se vuelve lugar común, y cuando todo suena impostado.
Escrita y dirigida por J Blakeson (el director de “La desaparición de Alice” y de “La quinta ola”) ”Descuida, yo te cuido” tiene algunos puntos en común con la historia -tristemente célebre y real- de Elizabeth Holmes, la fundadora de la empresa Theranos dedicada a servicios de salud y análisis clínicos que resultó ser un fraude monumental hace algunos años.
Y también con casos reales menos rimbombantes, pero igual de dañinos. Según el director, la idea se le ocurrió originalmente cuando “comenzó a escuchar noticias sobre guardianes depredadores que son expertos en atravesar el sistema legal y usarlo para robar a sus víctimas su riqueza, libertad e incluso dignidad.”
Lo prometedor del filme, al comienzo, es el punto de vista. El director elige contar la historia desde el lado de la villana. Y Rosamund Pike, la verdad, lo hace muy bien. Tiene ese estilo frío, y despiadado que la hace creíble en su papel.

Rosamund junto a Peter Linkglade, completamente desaprovechado.


Y es una pena que no hayan logrado mantenerse en ese registro para que la historia funcione de principio a fin. LO que ocurre, en el medio, es que los otros villanos (menos o tan villanos como Marla), terminan siendo un estereotipo un poco tonto, que parece salido de una comedia al estilo “Mi pobre angelito”, y no de un filme que se pretende ácido.
Una pena. O una estafa.


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