“Opinemos con altura”

La presente tiene por objeto referirme a las recientes declaraciones del intendente de Roca (ver página 3 de la edición de “La Comuna” del 6 del corriente) dirigidas al gobernador de la provincia, a quien comparó con políticos de otras latitudes con la clara intención de desmerecerlo y utilizó para ello calificativos impropios de un funcionario bien educado. Se puede (o no) estar de acuerdo con la gestión del gobernador rionegrino y cualquier ciudadano tiene la libertad de opinar al respecto. Es una obviedad decirlo. Lo que no nos está permitido es opinar impunemente sobre la base de la comparación absurda o la descalificación ordinaria, porque de tal forma no sólo se subestima la posibilidad de discutir seriamente (y con altura) en términos políticos, sino que –además– queda francamente devaluado el propio autor de los agravios. Lo señalado se potencia si el desenfreno verbal proviene, como en este caso, de un funcionario político que aspira, según se dice, a conducir alguna vez los destinos de la provincia. Me refiero, ya lo dije, al intendente de Roca, quien no vacila en descargar cualquier tipo de exabrupto contra todo aquel que no le caiga en gracia, pero jamás acepta sentarse a la mesa de un debate serio para abordar los temas que verdaderamente preocupan a los rionegrinos. Por el contrario, elude sistemáticamente esa posibilidad. Así no se juega. Pero, además (y esto aparece como lo más grave), el menosprecio que deja traslucir hacia Alberto Weretilneck (a su investidura y a la institucionalidad misma en su conjunto) alcanza también al 52% de los rionegrinos que visualizó en su persona la alternativa para seguir reencauzando los destinos de una provincia que indudablemente necesita más debate inteligente y menos palos en la rueda, mayor cordialidad y menos desplantes innecesarios, más diálogo constructivo y menos incontinencia verbal. La historia juzgará si el pueblo se equivocó o estaba en lo cierto. Lo que no se puede es silenciar el veredicto contundente de las urnas. Martín Soria debería saberlo y, así como defiende la legitimidad del voto que posibilitó su reelección el 3 de mayo, tendría que respetar el expresado por las urnas el 14 de junio. Si no lo hace es porque descree absolutamente de la posibilidad de convivir dentro de parámetros democráticos amplios, pacíficos y respetuosos del otro o porque –parafraseando a Roberto Arlt– se está tomando demasiado a pecho la burda comedia en que vive. Mario Álvarez Concejal electo Roca

Mario Álvarez Concejal electo Roca


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