Después de los decretos: otra vez con una Corte de tres miembros

A diez años de una Corte de tres jueces. La Corte de cinco fue casi excepcional. En la Corte de tres, deciden dos.

El decreto dejó a la Corte como estaba. Un año de negociaciones perdidas. Los pliegos de los candidatos a jueces supremos que envió el Gobierno el año pasado fracasaron aunque no todo está cerrado. La acciones y declaraciones del académico García Mansilla no fueron las mismas que el silencio metódico del Juez Lijo.

Ese fracaso aparentemente le pertenece al Gobierno de Javier Milei, a su Ministro de Justicia y a su segundo, el operador estrella en temas judiciales. Sin embargo, la madre de la derrota es la propia Corte Suprema.

La Corte sugirió los nombres y la Corte le pidió los decretos a un Gobierno que en ese tiempo parecía sólido, casi inmutable. La Corte pactó la paz judicial con el Gobierno a través de silencios judiciales y cronoterapia ante numerosas inconstitucionalidades más que evidentes.

La desorientada oposición suele olvidar que ser Gobierno es tener capacidad de ofensiva y que ser oposición es estar a la defensiva. Las ofensivas destructivas del gobierno avanzan. Las defensas de la oposición ante los planes de destrucción, endeudamiento y privatización son retóricas. La oposición solamente disfruta los errores del gobierno mientras éste los usa como un escándalo más con el que intenta capitalizar.

Hacia fines de 2014 renunció Zaffaroni a la Corte antes de cumplir 75 años. Así la Corte estuvo un año con cuatro jueces: Lorenzetti, Highton, Maqueda y Fayt. Carlos S. Fayt, nacido en 1918, tenía 97 años. Más allá de su calidad personal y su impronta como jurista, posiblemente Fayt ejerció sus últimos años como juez supremo mediado por delegaciones impropias. El volumen de trabajo -lectura, borradores, circulación, sentencia, negociación- de una Corte con varias decenas de miles de casos, obliga a una delegación institucional no contemplada. Ni la Corte ni tribunal alguno en sus condiciones puede negarlas. Todo hace pensar que siendo nominalmente una Corte de cuatro miembros funcionaba como una Corte de tres miembros.

Diez años después, otra vez una Corte de tres miembros. Con la renuncia efectiva de Fayt hacia fines del 2015, la Corte empezó a trabajar con tres miembros: Highton, Maqueda y Lorenzetti. El decreto de Macri designando en comisión a Rosatti y Rosenkrantz venía a completar la Corte pero sobre todo a disputarle el poder a su presidente: Lorenzetti. Dado el rechazo que generó el decreto, Senado mediante, entraron pasada la mitad del 2016. La renuncia de Highton volverá a la Corte de cuatro miembros pero la presidencia de Rosenkrantz hizo que vuelva a una Corte de tres miembros nuevamente. ¿Por qué? Porque sus pares quisieron moderar el presidencialismo de Rosenkrantz y le modificaron el sistema de decisión a la Presidencia de la Corte, obligando a consensuar todo con mayoría de tres sobre cinco para decidir y Rosenkrantz estuvo inicialmente en la minoría. El voto de tres jueces era la mayoría que gobernaba una presidencia formal.

Con el tiempo, Maqueda que había votado por Lorenzetti y no por Rosenkrantz, se plegó a la mayoría que formaron Rosatti y Rosenkrantz, circunstancialmente Highton, con idas y vueltas, no sin contradicciones y tensiones. Formada esa nueva mayoría, otra vez tres jueces (Rosatti, Rosenkrantz, Maqueda) eran la mayoría reinante de una Corte de cuatro.

Esa extraña Corte tenía tres peronistas: Maqueda, Lorenzetti y Rosatti. Rosenkrantz es radical hijo de radicales, asesor de Alfonsín y discípulo del Coti. Paradójicamente, esa Corte de mayoría peronistas estará dividida, tendrá una impronta abiertamente conflictiva -salvo al comienzo- con el gobierno justicialista que comenzó en el 2019 y luego su Presidente apoyará indirectamente a Sergio Massa en el ballotage.

Hay muchas razones por las cuales una Corte de cinco/tres miembros es un problema político e institucional. Sin embargo, cabe mencionar que esta situación continuará y hasta puede empeorar. En la actual Corte de tres, deciden dos.

La habilidad de Lorenzetti para construir poder y redes es tan notable como su sensibilidad para distanciarse de sus socios y adversarios cuando están a punto de cometer un grave error. Eso debe ser reconocido. Lorenzetti puede haberse equivocado también pero la mayoría de dos en la Corte es la que permitió la jura de García Mansilla, la que excluyó a Lijo, la que permitió que Mansilla firmara su exclusión y la que dio los fundamentos teóricos para un decreto que fue estruendosamente rechazado.

    *Abogado y Profesor de Derecho Constitucional


    El decreto dejó a la Corte como estaba. Un año de negociaciones perdidas. Los pliegos de los candidatos a jueces supremos que envió el Gobierno el año pasado fracasaron aunque no todo está cerrado. La acciones y declaraciones del académico García Mansilla no fueron las mismas que el silencio metódico del Juez Lijo.

    Registrate gratis

    Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento

    Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
    Certificado según norma CWA 17493
    Journalism Trust Initiative
    Nuestras directrices editoriales
    <span>Certificado según norma CWA 17493 <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

    Comentarios