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El fin de la discriminación positiva en EE.UU.

La Corte Suprema dijo en un fallo reciente que evaluar a las personas por su raza (o por su género o su estatus social) es racista e inconstitucional aunque se lo haga con “buenas intenciones”.

El mundo está cambiando mucho más rápido de lo que podemos procesarlo. El jueves se dio a conocer un fallo de la Corte Suprema de los EEUU que seguramente será histórico, ya que termina con una de las teorías más debatidas en las últimas décadas y que más efectos ha tenido en la vida cotidiana de millones de personas: lo que se conoce como la discriminación positiva. La discriminación positiva fue una política surgida a fines de los 70 que proponía que toda institución crease cupos de admisión favorables para sectores sociales que se consideran desaventajados. Ahora la Corte Suprema ha dicho que los cupos por raza que usan las universidades de Harvard y la de Carolina del Norte (la universidad pública más antigua de ese país) son inconstitucionales y racistas. Por lo tanto, deben ser completamente eliminados.

El efecto inmediato fue el desconcierto en el establishment progresista norteamericano (que predomina en las universidades, empresas e instituciones de todo tipo). Para este grupo ideológicamente dominante en EEUU la raza o el género son identidades absolutas y discutir que una persona no esté totalmente determinada por esto es inadmisible.

La Corte Suprema dice exactamente lo contrario: evaluar a las personas por su raza (pero también por su género o su estatus social, por todo aquello que lo excede como individuo responsable) es racista y anticonstitucional aunque se lo haga con “buenas intenciones”.

El fallo de la Corte dice que no solo se perjudica a las personas de otras razas (blancos y asiáticos principalmente) sino incluso a los propios “beneficiados” al darles un lugar no por sus méritos personales sino por el color de su piel (o por su género sexual o por su origen étnico). En el debate que se fue dando durante meses se presentaron como amicus curiae muchos organismos que mostraron evidencia concluyente de que los alumnos de origen afroamericano tenían muchas más posibilidades de ingresar a las mejores universidades que los de origen asiático que los aventajaban en mérito.

Una de las organizaciones mostró una investigación en el que se dividían los logros de los postulantes a ingresar a las universidades en 10 categorías. Allí se veía que los postulantes afroamericanos que estaban en el puesto 4 (el nivel más bajo de la calificación, ya que el nivel 3 significaba reprobado) lograban ingresar a más de las mejores universidades que los asiáticos que estaban en el puesto 10 (que es la calificación más alta: excelencia). Lo mismo sucedía comparando latinos con blancos. Los blancos debían tener al menos 3 puntos más a su favor para poder ganarle un lugar a un latino.

Pero para la Corte Suprema, además de estas injusticias (tomar el lugar del otro mejor calificado) lo peor de la acción positiva es que es inconstitucional ya que viola el principio de igualdad ante la Ley y porque fija parámetros que se centran en el color de la piel o el sexo y no en el individuo.

Hay dos formas modernas de pensar políticamente el mundo. Una de ellas se centra sobre la responsabilidad de cada individuo y funda la democracia liberal. La otra forma de ver la realidad social es pensar que los individuos no tienen ninguna responsabilidad porque es el origen racial, su género sexual o su estatus socioeconómico los que los moldean, y así se fundan sociedades en las que el Estado dirige completamente la vida de cada individuo (acá está la base de las sociedades autoritarias).

La Constitución de los EEUU (que es modelo para la de la mayoría de las democracias modernas) se basa en el primer criterio: la responsabilidad del individuo por sobre las adversidades de la vida y su origen social, étnico o sexual. En esta concepción liberal de la persona se basa el nuevo fallo de la Corte. El presidente de la Corte, el juez John Roberts escribió la argumentación a la que se sumó la mayoría conservadora. En su escrito Roberts sostiene: “Muchas universidades han concluido, erróneamente, que la piedra angular de la identidad de un individuo no son los desafíos superados, las habilidades construidas o las lecciones aprendidas, sino el color de su piel. Nuestra historia constitucional no tolera esa decisión” y luego agrega: “un estudiante debe ser tratado en base a sus experiencias como individuo, no en función de su raza”.

El fallo solo habla de la política de cupo racial de las universidades de Harvard y Carolina del Norte, pero los efectos prácticos serán mucho mayores. No solo destruirán la política de cupo racial de todas las universidades sino también que también sienta precedentes para terminar con toda la política de cupos en todas las instituciones.

El individuo volvió a ser reconocido como libre y responsable de sus decisiones. Es un cambio radical en el pensamiento de las últimas décadas.


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