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El guante de Dios

El guante del arquero Emliano Martínez sobre una cachiporra, tratando de evitar que la policía brasileña golpee a hinchas argentinos apostados sobre una de las cabeceras del Maracaná, es una de las imágenes más poderosas que el deporte reciente recuerde.
Una acción que nada tiene que ver con el juego, donde la metáfora se estrella con la realidad y la espontaneidad quema los libros del protocolo.


Minutos previos al partido por las eliminatorias del Mundial 2026 entre Brasil y Argentina, en momentos en que se cantaban los himnos, se suscitó una trifulca que desató la reacción bestial de las fuerzas de seguridad locales.
Una respuesta asimétrica y a palazos limpios, que ya reúne antecedentes cercanos, en contra de simpatizantes de Boca, Argentinos Juniors, Tigre y que retrotrae a la suspensión del partido entre las mismas selecciones en la clasificación del Mundial de Qatar.

Lejos de sectorizar al público argentino, se juntó a propios y extraños a sabiendas de la conflictividad existente. Un despropósito que no encuentra justificación lógica para un encuentro de semejante envergadura y que desencadenó en violencia.
Fue allí cuando los jugadores campeones del mundo se dirigieron hasta la cabecera y observando la brutal represión decidieron dar su mensaje.
Primero tratando de impedir prosiga el castigo, aun con su propio cuerpo y luego retirándose del campo de juego por largos minutos, hasta que la seguridad de los aficionados estuviese garantizada.
No se trata de un falso chauvinismo, sino de un comportamiento colectivo que devela la empatía de la Scaloneta para con su gente


Hay ciertas profesiones u oficios, que requieren de un grado de sensibilidad. Un artista, un docente, un juez, un religioso, difícilmente puedan ejercer su tarea sin esa necesaria capilaridad humana.
Pues bien, a pesar de ser figuras internacionales, a la selección argentina no le tembló el pulso a la hora de apoyar a sus pares, entre los que se encontraban incluso familiares de los jugadores.
De la mano de su capitán Lionel Messi marcharon al vestuario, obligando a tomar las medidas que desde un primer momento debieron haberse contemplado. Es allí donde el deportista, verdadero protagonista del evento, toma las riendas de esa bestia desbocada.
El tema aun cuando parezca menor, ante el cúmulo de hechos que generó la fecha de las eliminatorias, revela el otro porqué del encanto entre esta selección y su gente.

Este mismo grupo de jugadores que impidió el acceso del titular de la AFA Claudio Chiqui Tapia al vestuario- preso de sus jugadas políticas y de no saber cuidar a los aficionados argentinos-, es quizás nuestro único motivo de orgullo a nivel internacional.
Que hoy Lionel Scaloni y su cuerpo técnico amaguen con renunciar, hartos de manejos como los señalados, es otro llamado a la reflexión.
Por ello aun frente al golazo de Otamendi, las atajadas del Dibu en Río o la merecida pérdida de un largo invicto frente a Uruguay, la foto cuasidivina del guante blanco de un deportista sobre una cachiporra desenfrenada adquiere una particular contundencia.
Un recuadro final merece también el abrazo paternal entre Pablo Aimar y Marcelo Bielsa al costado de la línea de cal de la Bombonera, con un emotivo cruce de palabras.
Mensajes que afloran a través del deporte y donde afortunadamente la genuinidad se antepone a la podredumbre.

*Abogado. Prof. Nacional de Educación Física. Docente Universitario. angrimanmarcelo@gmail.com


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