La clase política tradicional en tiempos de catástrofes permanentes
Milei se nutre tanto de un espectáculo de la crueldad como de un clima de desastres que refuerza el nihilismo generacional.

1. Fenómenos climáticos y políticos extremos: entre la crueldad y las inundaciones
En la campaña electoral la motosierra era postulada por sus defensores como una metáfora extrema para un problema radical. Hoy esa metáfora, tan gráfica como real, se tradujo en un plan político que parece avanzar hacia otra victoria electoral después de aplicarla sin piedad durante casi dos años.
Democracia Devaluada
Incendios, sequías, inundaciones, granizo, olas polares, calores mortales, vientos huracanados son cada vez más comunes y asoman en el horizonte. Negar esos fenómenos es una respuesta común. La negación es individual y colaboran los dispositivos de distracción. Para enfrentarlos hay que hacer un esfuerzo disciplinado y organizado, una acción colectiva vinculada al Estado actualmente en crisis.
En contra de lo que muchos piensan, los nuevos fenómenos climáticos extremos refuerzan, no debilitan, las dinámicas de los líderes que apelan a narrativas y soluciones excesivas. Milei puede capitalizar esos fenómenos, incluso cuando sea responsable de la debilidad del Estado para responder a ellos.
Es bueno recordar que el pensamiento mágico acompañó a la clase política durante estos 40 años. Con temas como inflación hubo negación en los ochenta y en la última década. Con deuda externa se aplicó la vieja y primitiva lógica de “Tótem y tabú” de Freud. Honrar y no hablar de ella, pagar y no cuestionar. Todo el arco político fue parte de esas prácticas de negación. Así se sostuvo la convertibilidad hasta que explotó por los aires en 2001.
En los fenómenos ambientales, la situación de negación tiene décadas y los nuevos artículos de la Constitución no han evitado que haya niños con malformaciones producto de agrotóxicos, microplásticos en bebés recién nacidos y que se quiera reformar la Ley de Glaciares por decreto delegado. Hasta jueces de la Corte Suprema escriben sobre los colapsos ambientales que su jurisprudencia aceleran.
El mileísmo lleva esas prácticas de negación a otro nivel acompañado por un contexto nacional e internacional distópico. La racional y lo razonable son recursos cada vez más escasos.
Aunque resulte contrario al sentido común, Milei podrá seguir luchando contra la casta mientras sintonice con malestares sociales huérfanos y ante una nueva y precaria estabilidad económica. La dolarización sigue en el horizonte y ayuda a negar toda crisis climática “porque a mi no me va a tocar”. Bahía Blanca o Zárate se ven lejos. La misma lógica del voto motosierra: “A mi no me van a aplicar la motosierra”. Hasta que toca.
Se pasó de un victimismo generacional a un nihilismo generacional, donde la empatía es una forma de fragilidad, de aceptación de debilidad. Detrás de esa falsa fortaleza de la crueldad, hay mucho miedo, trauma e impotencia acumulada.
La crueldad no comenzó con este Gobierno. Milei es hijo del juego autodestructivo de la polarización política. La soberbia de la oposición frente a Milei los llevará a la derrota y tendrá un costo inmenso para todos. Esa es la vieja y clásica crueldad de la clase política.
2. “Males que conocen todos / pero que naides cantó”
Mucho antes de la pandemia, pero reforzado durante ella, los progresismos y parte del peronismo autolesivo incentivó un clima de autocensura que terminó formando mayorías silenciosas y nuevas minorías intensas mileistas. Ese clima se gestó con procesos de crueldad organizada y de linchamientos que se pensaban virtuosos, que “eran por una buena causa”. Los excesos de la virtud.
La autocensura ya cruza la sociedad e impide la discusión pública. Espacios que son de discusión y deliberación se vuelven espacios de silencio y parálisis. El miedo a perder trabajo, status, cargos, etc. por aportar una opinión formada, de buena fe y un temor reverencial impide dar reparos a errores evidentes. Todos fingen demencia pasiva mientras la demencia activa crece.
Las mayorías silenciosas formaron parte de un cambio de época, mientras las minorías ruidosas jugaban un juego de minorías privilegiadas. Ahora Milei tiene sus nuevas minorías ruidosas mientras reprime jubilados, denuncia periodistas, muestra sus patrullas digitales y serviciales.
Sin ver esos errores propios y escuchar a las mayorías enojadas, la clase política tradicional continuará su camino de autoengaño que le asegura nuevas y categóricas derrotas electorales a nivel federal.
* Abogado y profesor de Derecho Constitucional.
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