La revolución que inventó un país
El país pobrísimo que surgió en 1810 vivió 70 años en guerra civil. Desde 1880 y durante casi un siglo se convirtió en uno de los más prósperos y mejor educados de América.

Hace exactamente 215 años (17 de mayo de 1810) no solo no existía la Argentina como país independiente sino que tampoco existía la idea de fundar en este territorio un nuevo país. Sin embargo, apenas una semana y un día más tarde, el 25 de mayo se produjo una revolución que cambió completamente el panorama político, social y cultural. Comenzó otro mundo y otra historia.

La contracara del pacifismo papal
La sociedad de aquel entonces era muy diferente a la nuestra. En 1810 lo que luego sería la República Argentina era uno de los 5 países más miserables y quizá el más deshabitado del planeta: casi un desierto en el que había unas pocas ciudades. En 3 millones de kilómetros cuadrados apenas vivían 380.000 personas y la mayoría de estas solo tenían lo básico para subsistir.
El 22 de mayo de 1810 se llamó a Cabildo Abierto, que era una institución que permitía a los ciudadanos expresar su opinión y tomar decisiones ante temas extraordinarios. Y lo que estaba ocurriendo era extraordinario: Napoleón, que ya tenía detenido al rey de España, había capturado la Junta de Sevilla, que gobernaba en su nombre. No había más poder español sobre América.
En la ciudad de Buenos Aires vivían unas 40.000 personas y en la campiña que la rodeaba otras 35.000. De ese total, 450 eran los vecinos con voz en un Cabildo Abierto (porque eran propietarios de cierta envergadura y tenían otros títulos que los habilitaban). Concurrieron solo 251. ¿Por qué faltaron? En realidad faltaron muy pocos. Fueron casi todos los 450 al Cabildo porque era un tema que se discutía en cada hogar y todos querían saber qué iba a pasar. Pero actuó la primera “patota patria” y no dejó que llegaran los más conservadores.
Grupos de pendencieros liderados por French y Berutti se ocuparon de cerrar las calles que iban a la Plaza Mayor para retener a los vecinos más conservadores. Así se logró que entre los 251 vecinos que lograron ingresar al Cabildo estuvieran sobrerrepresentados los sectores que apoyaban un gobierno local y querían destituir al virrey. El debate duró varias horas.
Los partidarios de Cisneros han dejado testimonios. En todos se dice que fueron maltratados, insultados y que se les “hacía mofa” si no aceptaban las ideas revolucionarias. “Se nos obligó a votar en público, a viva voz, y a los que no apoyábamos la revolución se nos escupía y pegaba”.
Juan José Castelli, uno de los ciudadanos de más prestigio en aquel entonces, fue el vocero del bando revolucionario en el Cabildo. Allí dijo: “Desde que el Infante Don Antonio (un representante de Fernando VII) salió de Madrid ha caducado el gobierno soberano de España…Ahora los derechos de soberanía han revertido al pueblo de Buenos Aires para que decida en libertad”. El fiscal Villota toma el discurso de Castelli pero le agrega algo (que luego será el argumento federal). Villota dice que Castelli tiene razón, pero que los vecinos de Buenos Aires no se pueden arrogar la representación de todo el Virreinato. Que hay que convocar al interior. Ahí está la semilla de la guerra civil que duró hasta 1880.
Al fiscal le replica Juan José Paso: reconoce que tiene razón en que se debe sumar el interior. Propone formar una Junta de Gobierno Provisoria a la que se invite a sumarse a las demás ciudades, pero exige hacerla de inmediato por el estado de guerra que se vive en Europa. El voto de Cornelio Saavedra será decisivo: propone que el mando se delegue en el Cabildo hasta la formación de una junta de gobierno, en el modo y forma que el Cabildo estimara conveniente. Agrega la fórmula de la revolución: “y no quede duda de que el pueblo es el que confiere la autoridad o mando”.
Después de dos días frenéticos de luchas entre el bando revolucionario y el conservador, se forma la Primera Junta Patria el 25 de mayo. En ese entonces Buenos Aires era una ciudad pobre. Los «ricos» porteños eran almaceneros, abogados, curas o contrabandistas. No había instituciones culturales ni científicas. Moreno creó la Biblioteca Nacional (la primera biblioteca pública que tuvo la ciudad). Y en 1821 se fundó la Universidad de Buenos Aires. Los revolucionarios comenzaron el país creando el ejército libertador (que comandó Belgrano al principio y luego San Martín) y las instituciones culturales para formar los profesionales que iba a requerir el nuevo país.
Ese país pobrísimo que surgió de la revolución de 1810 vivió 70 años en guerra civil hasta 1880. Pero desde entonces y durante casi un siglo se convirtió en uno de los países más prósperos y mejor educados de toda América. Sin embargo desde 1970 ya no supimos cómo continuar ese legado sin caer en una crisis grave cada cinco años.
¿Volveremos alguna vez a imaginar un país mejor como hicieron los hombres de mayo y seremos nuevamente capaces de construirlo, como hicieron sus continuadores?

Hace exactamente 215 años (17 de mayo de 1810) no solo no existía la Argentina como país independiente sino que tampoco existía la idea de fundar en este territorio un nuevo país. Sin embargo, apenas una semana y un día más tarde, el 25 de mayo se produjo una revolución que cambió completamente el panorama político, social y cultural. Comenzó otro mundo y otra historia.
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