Primeros rasgos de Milei presidente

El rasgo “cesarista” de desregular buena parte de la economía vía DNU solo esconde su debilidad parlamentaria, pero a la vez está respaldada en su legitimidad popular. Según el encuestador Giacobbe, más de 60% de la sociedad está dispuesta a aguantar seis meses. A partir de allí la necesidad de resultados será imprescindible.

Para el sistema político, la actitud de Milei es una incógnita por la radicalización y temeridad que manejó en la campaña, la cintura política que demostró en la negociación con Mauricio Macri y Patricia Bullrich y la audacia con la que está avanzando en las reformas estatales que pretende en estos primeros 20 días de Gobierno.

Por un lado el rasgo “cesarista” de desregular buena parte de la economía vía DNU solo esconde su debilidad parlamentaria, pero a la vez está respaldada en su legitimidad popular. Un líder sin el respaldo social que tiene Milei por estos días, no hubiera podido siquiera devaluar la moneda. El presidente, en cambio, le sumó un recorte subsidios, aumento de combustibles y a la vez anunció un provocativo DNU que hasta ahora solo recibió tímidas críticas por parte de la oposición y el sindicalismo.

La ambiciosa ley ómnibus que envió al Congreso también transita esa misma línea. Milei solo se respalda en su apoyo popular y no en el sistema político. Ya amenazó que si el DNU no se aprueba en el Congreso, hará un plebiscito, que no es vinculante pero legitimaría la necesidad de cambio.

En eso también se sustenta la campaña que inició bajo el lema “no la ven”, dirigida a un sector del sistema político que se opone a los cambios que él propone, amparado en el 56% de votos que obtuvo en el balotaje. ¿Qué no ven? Para Milei y su equipo lo que el resto “no ve” es que esa victoria electoral sería la muestra cabal de que la sociedad exige cambios urgentes para mejorar la calidad de vida y que lejos de haber elegido a un candidato que podía garantizar los consensos necesarios que exige el sistema republicano, eligieron a alguien que prometía cambios casi inmediatos.

Esto también se ve reflejado en las primeras encuestas sobre la gestión de Milei. Según la consultora Poliarquía, la imagen del Gobierno está en 67% en el AMBA y llega al 80% en el interior del país. La imagen personal de Milei está en 56%. Hugo Haime lo registra en 63%.

El mayor sustento de Milei está en el interior del país, pero los números descienden cuando se pregunta sobre temas más concretos sobre el aumento del combustible o el descontrol de los precios. Hay esperanza, pero pareciera que la tolerancia es baja.

Y aquí se dispara la siguiente pregunta: ¿cuánto tiempo tiene Milei para empezar a dar buenas noticias? Según el encuestador Giacobbe, más de 60% de la sociedad está dispuesta a aguantar seis meses. A partir de allí la necesidad de resultados será imprescindible. La mayoría de los analistas apuntan a marzo como un mes clave por lo que implica en materia de gastos. Terminan las vacaciones y comienzan las clases. Es probable que la canasta escolar sufra aumentos shockeantes si se llega al 100% de inflación de diciembre a febrero, como se espera.

Marzo será una prueba clave en la relación de Milei con la sociedad.

¿Habrá medidas para aplacar el daño al poder adquisitivo? Quién explica mejor el rumbo de Milei es su amigo, el asesor financiero Miguel Boggiano: “Él no está haciendo un focus Group para ver si a la gente le gustan las medidas. Le interesa nada si a la gente le gusta o no le gusta. Él está convencido de que este es el camino”.

Una ventaja que tiene Milei, y que es claro que lo está aprovechando, es que los sectores que no lo votaron están reaccionando con actitudes esperables y reprochables por el electorado de Milei. Las marchas que encabezaron Eduardo Belliboni, la CGT y los cacerolazos contra el DNU, son música para los oídos del presidente.

Por otro lado, de quien se espera una reacción más dura es de Cristina Kirchner, quien se tomó ayer un avión rumbo a Santa Cruz para pasar fin de año con sus nietos y con la firme convicción de que no hay que entrometerse en el camino de Milei por aquello de que “no se debe interrumpir al enemigo cuando está cometiendo errores”. Su fuerza política es una de las más importantes en el Congreso, tanto en Diputados como en el Senado. Milei fantasea con que CFK ordene a sus legisladores dar el quórum para aprobar la ley ómnibus. Un optimismo a prueba de todo.


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