Palestina: una antropología de la barbarie


Aunque Israel retiró sus tropas terrestres de la Franja de Gaza en 2005, mantiene allí un bloqueo ilegal por tierra, mar y aire, así como una “zona de acceso restringido”


Israel sigue siendo la potencia ocupante en el territorio palestino, incluida la Franja de Gaza, por lo que, en virtud de los Convenios de Ginebra, tiene la obligación de proteger a la población que vive bajo su ocupación (…) Los civiles de Gaza se encuentran atrapados en una zona de guerra letal, en un territorio densamente poblado cercado por un muro. No pueden escapar”.

Así se pronunció en 2009 el entonces presidente de la Asamblea General de las Naciones, Miguel d’Escoto Brockmann. Sus palabras de entonces guardan hoy plena actualidad.

Aunque Israel retiró sus tropas terrestres de la Franja de Gaza en 2005, mantiene allí un bloqueo ilegal por tierra, mar y aire, así como una “zona de acceso restringido” o zona temporal de seguridad dentro de Gaza.

De ese modo, obliga a sus más de dos millones de habitantes a permanecer aislados de otras partes de los territorios palestinos ocupados, así como del resto del mundo.

Ante dicho cuadro de situación cabe recordar a Edgar Morin, el brillante intelectual francés, cuya vida fue testigo de los momentos más trascendentes y dramáticos del siglo XX.

En mayo de 2005 ofreció tres conferencias en Paris. La transcripción de aquéllas fue publicada en castellano bajo el título de “Breve historia de la barbarie en Occidente”.

Morin esbozó allí una antropología de la barbarie humana. Sostuvo que, aun cuando rasgos de barbarie podían caracterizar a las sociedades arcaicas, es en las sociedades históricas donde surge una modalidad vinculada al poder del Estado.

Con ella se acentúa una verdadera escalada de conquistas que va más allá de la mera necesidad vital, y que se manifiesta en las masacres, las destrucciones sistemáticas, los pillajes, las violaciones y la esclavización.

Advirtió, en esa ocasión, una barbarie que toma forma y se desencadena con la civilización, a punto tal que ella no constituye tan sólo un elemento que la acompaña sino también que la integra.

La civilización produce barbarie, afirmó, en particular la de la conquista y la dominación.

La barbarie de las conquistas guerreras es milenaria, pero ha encontrado sus formas modernas en el colonialismo, desde el siglo XV hasta finales del siglo XX. Cinco siglos de barbarie europea, de reducción a la servidumbre, de colonización.

Es el siglo XX el que ha permitido medir la barbarie producida por la idea de nación cuando ésta reposa sobre una voluntad de purificación étnica, a punto tal que fue dicho siglo el que inventó la monstruosidad de la nación monoétnica.

Y señaló que estalinismo, fascismo y nazismo, si bien es cierto que efectivamente nacen de la civilización, y aun de sus más altas producciones, sólo toman cuerpo en condiciones históricas determinadas.

A lo que deben conducir las trágicas experiencias del siglo XX, concluyó, es a una nueva reivindicación humanista: que la barbarie sea reconocida como tal, sin simplificación ni falsificación de ningún tipo.

Lo que importa, indicó Morin, no es el arrepentimiento, es el reconocimiento. Este reconocimiento debe pasar por el conocimiento y por la conciencia: hay que saber qué fue realmente lo que ocurrió, así como poseer conciencia de la complejidad de esta tragedia colosal de la barbarie.

Y para ello, este reconocimiento debe referirse y abrazar a todas sus víctimas: judíos, negros, mujeres, gitanos, homosexuales, armenios, colonizados de América, Argelia y Madagascar. Y palestinos, claro está.

* Doctor en Derecho (UBA) – Profesor titular de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN)


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