Palimpsestos: Botines de guerra II

Si en Homero, como ya dijimos, las mujeres eran esclavas y juguetes de los hombres, en la tragedia griega la concepción de la mujer como botín de guerra está presente en varias obras. Aunque en la tragedia muchas veces el contexto hace emerger a verdaderas heroínas que luchan contra esta cosificación, contra las costumbres sociales y contra los dioses. Sabemos que en esa lucha no hay salida, pero las encumbra, paradójicamente, como arquetipo de lo femenino.

Esquilo en su obra “Los siete contra Tebas”, muestra la desesperación de las jóvenes muchachas al ser tomadas prisioneras: “Es causa de llanto para las que son apenas muchachas […] emprender el camino de odiosas moradas”. Tiempo después Eurípides escribirá “Las troyanas” y nos hará vivir el dolor que representa para estas mujeres perder a sus seres queridos, a su ciudad y ser botín de guerra de los vencedores. “¡Ay, ay! ¿Qué le falta para lamentarse a esta desgraciada que ha perdido su patria, sus hijos, su esposo? Me llevan de mi casa como a una esclava vieja con cabeza rapada en luto lamentable”.

“Andrómaca”, de Eurípides revela la suerte de la mujer de Héctor, ahora esclava del hijo de Aquiles. “Me acosté por la fuerza con mi amo […] ¡Ay de mí, por estas desgracias! […] ¡Yo misma fui como esclava hacia las naves de los argivos, arrastrada por mi cabellera…”. De esa violación nace un hijo lo que provoca la ira de Hermione, la esposa legítima y estéril: “… en cuanto a ti, esclava, botín de guerra ganado al filo de la lanza: Tienes el intento de dominar esta casa, echándome a mí fuera de ella. Por causas de tus medicamentos, soy repulsiva para mi marido, y mi seno, por obra tuya, se agota infecundo”.

La identidad de las madres, esposas, hijas, hermanas es anulada por un sistema de valores sociales propios del varón y nacidos a la sombra de los conflictos bélicos. El poder que impone la esclavitud las condena a la sumisión, la pasividad y el silencio; solo en algunas tragedias presenciamos el drama interior de estas mujeres que en contados casos se rebelan contra este poder que les hurta hasta la propia vida.

Néstor Tkaczek

ntkaczek@hotmail.com