Palimpsestos: Caracoles

Columna semanal

Caracoles

Palimpsestos

Néstor Tkaczek ntkaczek@hotmail.com

Datos

Es frecuente ver en el campo casas abandonadas por las que se cuela la intemperie. Ventanas y puertas como bocas dejan ver el interior oscurecido por el contraste, un caparazón a la deriva que muestra por fuera y por dentro, marcas, huellas, datos de los que ya se fueron: las paredes descoloridas, los clavos oxidados sostienen los retratos, los almanaques y los espejos imaginarios, el negro del humo en la cocina.
Me llaman la atención las casas viejas, las de ladrillos a la vista y puertas y ventanas de dos hojas parecidas a un rascacielos por la altura. Las de techos imposibles de alcanzar, de zaguanes cómplices. Cuando camino por las veredas y me encuentro con estas casas y paso junto a sus pequeños balcones, me pregunto si conservarán el olor de todos los que las habitaron, si en sus aberturas estarán como marcas indelebles algunas de las manías de las generaciones de moradores. Si los pisos conservarán, como en un viejo gramófono, los sonidos de las pisadas de los que ya no están. Si esos balcones atesorarán las voces de las serenatas o los suspiros de una mujer entreabierta a la calle.
Creo que esas casas tienen vida propia, una vida que les han ido insuflando quienes las habitaron. Con esas casas sucede aquello que dice Borges en el final de su poema “Las cosas”: “Durarán más allá de nuestro olvido/No sabrán nunca que nos hemos ido”.
¿Qué casas lector, lectora están presentes en tu memoria? ¿De qué casa recuerdas un olor, un rumor, una luz, un ventanal, un fuego? ¿Qué casa retorna en tus sueños? ¿De qué casa huiste y a qué casa desearías con todas tus fuerzas volver?
Mi casa primera fue de patio de tierra, de galería, de cocina olorosa a leña, de ventanas luminosas y camas frías, de parral olímpico y un jardín de rosas. De olor a kerosén por las noches. Siempre me propongo volver, pero no lo hago, quizás tengo miedo de que se traicionen memoria y presente y eso me contiene. Pero también sucede que esa casa está en mí, como el caracol, la llevo a cuestas y terminará conmigo.

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