Penurias federales

<b>Ninguno de los equipos que juegan en el Argentino hace negocios. Es más: quedan en rojo.</b>

¿Vale la pena que un club tenga fútbol federal? ¿Puede ser sustentable un equipo en las categorías nacionales? ¿Es un “campeonato de potrero organizado” el Torneo del Interior, como alguna vez espetó Julio Grondona en Viedma?

Son interrogantes que pueden contestarse a medias y desde la dura realidad zonal. De arriba hacia abajo, no hay ningún club que gane dinero jugando torneos federales. Los números de Cipolletti durante la temporada pasada son elocuentes. Según un informe presentado por la subcomisión saliente, firmado por el contador Horacio Pontacq, al 14 de mayo pasado se contaba “con los siguientes fondos: efectivo, 82 pesos; saldo Banco Patagonia 4.770; dos cheques en cartera por 22.000 pesos cada uno (ambos de AFA, a cobrar)”. Además, el sponsor privado más importante tenía un atraso en los pagos de 75.000 pesos, que serán utilizados para pagar deudas a la liga Confluencia. Los ex dirigentes también debían recuperar a sus bolsillos 31.600 pesos de aportes propios y cancelar los últimos sueldos de jugadores y cuerpo técnico (ya lo hicieron), por lo que el dinero se esfumó. Esa fue la herencia que recibió la nueva subcomisión de Fútbol.

En el Albinegro la gran disyuntiva de los últimos años residió en el tema presupuestario. Acostumbrado a pelear por el ascenso, la ida de Domingo Perilli dejó un gran vacío. No existieron fuertes recortes salariales, la subcomisión recaudaba unos 100.000 pesos (50.000 de provincia, 20.000 de la municipalidad, y 11.000 de dos privados, publicidad estática y demás) y del resto (alrededor de 70.000) se hacía cargo el empresario Juan José Chelía, quien repitió más de una vez que en las últimas dos temporadas había “perdido” unos 2.000.000 de pesos. El alejamiento de Chelía llevó a los dirigentes a podar el presupuesto en un 40%, siguiendo al pie de la letra la máxima arriaguista: “el fútbol no puede tocar dinero de otras subcomisiones”.

Además de la desidia que genera el fútbol en las empresas privadas, el gran déficit de los clubes está en la recaudación de los domingos. Abrir La Visera de Cemento costaba unos 17.000 pesos por partido (terna arbitral, policías, adicionales, personal, canon de liga y Consejo Federal, seguro del espectador) y el cotejo que mayor margen dejó fue el último ante Libertad de Sunchales, cuando se embolsó 26.820 pesos. Pero hubo encuentros a perdida, como ante la CAI (11.845 pesos), Deportivo Maipú (13.990) y varios más. El promedio de venta de entradas estuvo en el orden de los 19.000 pesos.

Hay clubes que la pasan aún más difícil. Maronese, con muchos menos hinchas genuinos y en el Argentino B, perdió plata en todos los partidos de la temporada pasada. A lo largo del torneo no vendió más de 578 entradas (en la fecha de arranque, frente a Jorge Newbery), abrir su cancha le costó en cada una de las fechas entre 10.000 y 12.000 pesos y hubo cotejo en los que tuvo un ‘rojo’ intenso. Llamativamente dos de las peores fueron ante un equipo regional: Deportivo Roca. El 16 de noviembre de 2011, frente al Naranja, en la cancha del Dino (según la rendición oficial del club) se cortaron 172 tickets que significaron una entrada de 4.790 pesos, muy lejos de los 10.696 que tuvo que pagar el presidente Hugo Silva en concepto de aporte fijo del Consejo Federal (1.400), aporte a Lifune (900), aporte por doping (150), honorarios, asignación diaria, traslado y alojamiento de la terna arbitral (6.020), seguro de espectadores (516) y policía (1710). Esa pérdida de 5.906 pesos fue una bendición al lado de los 9.390 pesos que sufrió el club neuquino en el segundo cotejo de local ante el equipo de Pancaldo.

El Torneo del Interior es para muchos clubes casi imposible de afrontar. Sobran los casos regionales de aquellos que desertaron antes de comenzar la competencia. El argumento más usado para explicar la decisión es “no podemos hipotecar el club por dos meses de competencia”. La explicación es entendible mirando los números. El 25 de marzo Petrolero Argentino, uno de los equipos más convocantes de Neuquén, recibió en el estadio 30 de Septiembre a Sol de Mayo. Si bien se notaba que había más gente en el estadio, el club declaró vendidas 220 entradas, una recaudación de 3.340 pesos y una perdida de 2.494 pesos. Según explica Luis Sánchez, “la venta de entradas en el Torneo del Interior está mucho más controlada que en las ligas. Por eso, en general los clubes declaran verdaderamente lo que venden”.

Pocas planillas a las que tuvo acceso “Río Negro” son optimistas para los clubes. Entonces, ¿cómo se afrontan estas competencias tan costosas, con viajes que pueden llegar a significar desembolsos de hasta 40.000 pesos (Independiente de Neuquén fue hasta Ushuaia)? Las variantes son muchas, pero en general los clubes dependen de los gobiernos de turnos, que aportan dineros para el combustible y hasta para abonar salarios. Claro, la burocracia a veces es un escollo muy importante. Para el caso, el gobierno de Río Negro sólo había realizado dos de los cincos pagos al club Cipolletti al 14 de mayo.

“Se cobra, pero tarda. Entonces, los dirigentes o algunos empresarios deben sacar de sus bolsillos”, explica una fuente calificada. Hugo Silva también puso negro sobre blanco. De manera drástica. Dijo que en Neuquén “no están preparados deportivamente ni los jugadores, ni la parte empresarial para apoyar un proyecto. Porque la gente no es de acá, el empresariado no es de acá. No hay apoyo de hinchas genuinos. Pueden decir que los dirigentes no consiguen aportes, es cierto, pero los dirigentes de Neuquén fracasan desde siempre. No es un fracaso del dirigente de hoy, es de siempre. Neuquén no sabe vender el fútbol. Ni los deportistas ni la infraestructura son acordes para otro nivel. Nunca estuvo ni va a estar”.

El fútbol es pasión y ese sentir es el que mantiene vivos los sueños federales. Cierto es que existen dirigentes con malas artes, pero son los menos. Sí hay un déficit importante, y está en la carencia para idear proyectos de largo aliento. Aquí el negocio se hace chico y el objetivo de máxima es tratar de “salir hechos, sin deudas” después de una temporada. En realidad, los grandes negocios quedan en manos de los ‘terceros’ en cuestión.

Un caso es emblemático al respecto. Desde 2006, la empresa El Surco Cía acordó con la AFA ser la prestadora del servicio. Es decir, por cada entrada que se corta a lo largo y ancho del país, recibe tres pesos a cambio de hacerse cargo de cualquier accidente que padezca algún espectador. La cobertura va del Argentino A hacia abajo e incluye 294 ligas. “El negocio es gigantesco. Imaginate que los de Surcos no siquiera se dignan a venir cuando hay algún accidente. Es decir, les entra tanto plata que no les interesa”, señaló una fuente de Lifune.

Surcos es todo un misterio pero son muchas las voces calificadas que señalan al mismísimo Julio Grondona y al ex presidente de Independiente, Julio Comparada, como los hombres detrás de este negocio. Incluso Víctor Hugo Morales, enfrentado con el pope afista hace años, escribió, con pulso irónico, en una columna del diario “Perfil”: “No debe ser cierto que Surco es una empresa de seguros que pertenece a Grondona y Comparada, presidente de AFA uno, de Independiente, el otro. Suele decirse que hay allí una sociedad que viene de mucho tiempo. Viejas relaciones de familia, lo cual no tiene nada de malo, por otra parte”.

Sebastián Busader

Abrir La Visera cuesta alrededor de 17.000 pesos, y si la gente no acompaña todo se complica.

Archivo


¿Vale la pena que un club tenga fútbol federal? ¿Puede ser sustentable un equipo en las categorías nacionales? ¿Es un “campeonato de potrero organizado” el Torneo del Interior, como alguna vez espetó Julio Grondona en Viedma?

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