Piruetas

CARLOS TORRENGO

Se ratificó ayer, hay dos radicalismos: el 'K' y el 'No K'.

Y no es nuevo que el radicalismo vaya divido eso se insinúa hoy, a una elección presidencial. Le pasó varias veces a lo largo de su historia. En el '22, '28, '46 y, fundamentalmente y a modo de tragedia para el destino del partido, en el '56.

¿Quién liderará uno y otro radicalismo? Veamos.

* El «radicalismo K» se vertebra en un grupo de gobernadores con ejercicio de poder real. Un lote en el que la conducción emerge con indicios de estar socializada. Esta realidad no deja de computar sin embargo que los mandatarios de Río Negro, Miguel Saiz, y de Mendoza, Julio Cobos, aparecen como los bastoneros del grupo. Al menos a la hora de anunciar buenas y malas. Sin la crisis del partido, ni ellos ni sus pares, estarían en condiciones de adquirir la proyección nacional que al menos hoy parecen estar sumando. Pero el grupo no ofrece ningún liderazgo excluyente.

* En el «radicalismo No K» converge el grueso de lo que bien se pude identificar como la dirigencia más permanente en la conducción del partido. Hombres con mucho trajín político en la transición. Lucen fatiga de material e imagen, no media nada. Don Raúl Alfonsín no escapa a esta realidad. Y jóvenes que al inicio de la democracia recién cruzaban los 30 años, hoy lucen mil cicatrices de tanto avatar político. Federico Storani, un caso entre muchos. Y en el «radicalismo No K» hay fracasos: Angel Rosas y Roberto Iglesias. Cada uno en su momento, como presidentes del partido, deambularon en la nada. No lo recorrieron. No lo testearon. Desde una percepción muy solemne de la acción política, se replegaron a una visión muy limitada de lo que sucedía en sus filas. Operaron más con enojos que con los reflejos propios de conductor. Déficit que obligó a Raúl Alfonsín a mantenerse en el centro del ruedo, y liderar al sector.

Pero de cara al 2007, estos dos radicalismos quizás ofrezcan una atipicidad en la historia del partido: estar liderados por dos peronistas, Néstor Kirchner y Roberto Lavagna.

Piruetas de la política. Todo en un partido que pierde significación en su materia prima: la política.


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