Un mensaje de texto fue clave para que un homicidio no quede impune en Bariloche

Lo recuperaron del celular del sospechoso los peritos del Poder Judicial. Con esa prueba y el aporte de testigos, el sospechoso admitió haber sido el autor del disparo que mató a Matías Aguirre en junio de 2015. Lo condenaron a una pena de 10 años y 8 meses de prisión.

El mensaje fue breve, pero revelador. “Tía maté a un gil, pero zafé”, fue el texto que Jonathan Lillo envió el 14 de junio de 2015 desde su celular a un familiar. Nunca imaginó que después le secuestrarían ese teléfono para su peritación y que esa comunicación se transformaría en una de las pruebas clave para que la fiscalía lo incriminara como el autor del homicidio de Matías Aguirre.

Lillo admitió este miércoles haber sido el autor del disparo que mató a Aguirre el 6 de junio de 2015 frente al CEM 138 del barrio San Francisco III de Bariloche. Reconoció su culpa ante el tribunal, integrado por la jueza Romina Martini y los jueces Gregor Joos y Juan Martín Arroyo, en un juicio abreviado que se desarrolló a partir de un acuerdo parcial entre la fiscalía, el imputado y la defensa oficial.

El tribunal lo declaró autor penalmente responsable del homicidio agravado por el uso de arma de fuego de Aguirre y le impuso una pena de 10 años y 8 meses de prisión. Al reconocer su culpabilidad, accedió a la pena mínima que prevé el Código Penal para castigar ese delito.

El tribunal que condenó a Jonathan Lillo estuvo integrado por el juez Juan Martín Arroyo (a la izquierda) la jueza Romina Martini y su par Gregor Joos. (foto Marcelo Martínez)

El tribunal consideró que el acuerdo parcial era procedente. Valoró las pruebas ofrecidas por la fiscal del caso Betiana Cendón y, por eso, lo declararon culpable.

Tras un breve receso se hizo el juicio de cesura. El tribunal resolvió imponerle la pena que la fiscal había solicitado para el imputado, que no cuestionó la condena. Lillo compareció por videoconferencia a la audiencia, porque se encontraba en Comodoro Rivadavia. Tampoco está detenido con prisión preventiva.

El tribunal otorgó un plazo de 20 días hábiles para que se ejecute la detención del joven condenado, que debe enfrentar otro juicio por un abuso que se le atribuye. Le impusieron pautas de conducta que deberá cumplir durante ese lapso, como no cambiar su domicilio y la prohibición de salir del país.

Cendón explicó al tribunal que la idea es resolver en ese plazo esa causa en la que Lillo está imputado para después unificar la pena y ordenar su detención para empezar a cumplir la condena.

La familia de la víctima estuvo en la sala de audiencia. Esperó durante varias horas por el inicio del juicio que estaba previsto a las 9. Sin embargo, empezó minutos después de las 12 por problemas de conectividad. No se quejaron. Escucharon con respetuoso silencio lo que Cendón y el defensor oficial Marcos Cicciarelo expusieron ante los jueces.

El defensor oficial Marcos Cicciarelo asistió al imputado durante el juicio abreviado. (foto Marcelo Martínez)

El caso había quedado casi en el olvido, pero la madre de la víctima no cesó en su búsqueda de justicia por el crimen de su hijo. El expediente se tramitó en sus inicios con el viejo sistema procesal penal. Hubo dos o tres sospechosos en la mira de la fiscalía, porque la novia de la víctima no había sido contundente al momento de identificar al presunto autor del disparo con un arma de fuego que causó la muerte de Aguirre.

Pero hubo situaciones que influyeron. Cendón recordó que la testigo tenía 17 años, que se encontraba conmocionada por lo que había visto. La víctima era su novio. Mencionó que en ese momento no estaba en vigencia la perspectiva de género «que tenemos ahora» para evitar ejercer violencia sobre una mujer que era la testigo principal.

La fiscal recordó que trasladaron a la chica a una unidad policial y después le mostraron un álbum donde había alrededor de 100 fotos de personas y ella identificó a dos posibles sospechosos.

En la segunda oportunidad que la citaron desde el exjuzgado de Instrucción 4 para una nueva rueda de reconocimiento de sospechosos, la chica alegó que no podía. No estaba en condiciones de vivir esa situación. Había sepultado a su novio y se había enterado en esas horas que estaba embarazada. Cendón dijo que fue obligada a asistir a la rueda de reconocimiento, donde señaló a dos jóvenes.

La fiscal recordó que el juez de Instrucción Ricardo Calcagno evaluó que no era una prueba suficiente como para incriminar a los sospechosos y avanzar con la causa. Días después, la joven se presentó en el juzgado para informar que estaba convencida de que Lillo era el autor del disparo que había matado a su novio.

Con el cambio de Código Procesal Penal, la fiscalía retomó la investigación y el mensaje de texto capturado en el celular del sospechoso se transformó en una evidencia fundamental para avanzar con la acusación de Lillo.

La fiscal jefa Betiana Cendón junto a la madre de la víctima. (Foto Marcelo Martínez)

La voz de la madre

“Siento un alivio enorme. Pero nosotros no buscamos venganza, buscamos justicia en estos casi siete años”, expresó Nilda Miño, madre de Aguirre, cuando se retiraba del edificio de Tribunales de la calle John O´Connor al 20 de Bariloche.

Recordó que los años que golpeó puertas en busca de justicia por su hijo. «Había que seguir insistiendo para que me escucharan y tener mucha fe en Dios», afirmó. Dijo que ahora había que seguir adelante por sus hijos, hijas y nietos. Y mencionó que su nieto de 6 años (hijo de Matías) «no pudo conocer a su papá». «Pregunta por su padre», agregó una de las hijas de Nilda y tía del pequeño.

Durante un receso, Nilda se paró de su silla y caminó hasta ubicarse en la parte posterior de la sala de audiencias, justo frente a la computadora donde se observaba al imputado de haber asesinado a su hijo. La mujer no pronunció ni una sola palabra. Regresó a su silla y explicó en voz baja a sus familiares que solo quería ver al acusado.

El imputado Jonathan Lillo siguió el juicio por videoconferencia desde Comodoro Rivadavia, donde tiene su domicilio. (foto Marcelo Martínez)

Cómo fue el crimen

Alrededor de las 14.30 del 6 de junio de 2015, Matías Aguirre estacionó con su camioneta Fiorino frente al CEM 138 de la calle San Salvador del barrio San Francisco III de Bariloche. Había ido a buscar a su novia de 17 años.

Se originó una discusión con un joven por motivos que nunca trascendieron. Según la acusación de la fiscalía, Lillo lo invitaba a Aguirre para que descendiera de la camioneta para pelear. Aguirre no lo hizo. Lillo sacó un arma de fuego y la víctima intentó huir, pero recibió un proyectil que le perforó un pulmón y parte del corazón. Manejó apenas 50 metros y se desvaneció por la hemorragia letal.

El autor escapó. Dos docentes y la novia observaron la escena. Sin embargo, la investigación empezó sobre un terreno pantanoso, porque el arma secuestrada en el domicilio del sospechoso no era compatible con el proyectil calibre 22 recuperado del cuerpo de la víctima. Tampoco hallaron restos de pólvora en las manos de Lillo y la campera secuestrada no era del mismo color que la testigo había señalado en su declaración. Y en la rueda de reconocimiento, la novia de la víctima lo había señalado sin certeza. Semanas después, la chica confirmó que el autor del homicidio era Lillo. Pero el mensaje de texto recuperado del celular del sospechoso, fue la llave que le permitió a los investigadores sacar adelante un caso que durante años estuvo impune.


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