Por qué festejamos la partida del Arsat 1

Columnistas

El pasado fin de semana partió desde Bariloche hacia la Guayana Francesa el Arsat 1, el primer satélite íntegramente fabricado en la Argentina, que brindará servicios de telecomunicaciones y será el primero del país en tener una órbita geoestacionaria.

Transportado en uno de los aviones más grandes y seguros del mundo, este satélite de 16 metros de largo y tres toneladas de peso permitirá a nuestro país administrar un amplio rango de servicios de transmisión de datos, telefonía y televisión digital.

Amerita festejarlo porque se trata de un hito tecnológico y estratégico para nuestro país. Lo primero porque implica un salto cualitativo en el tipo de altas tecnologías que la Argentina maneja con solvencia, como lo fue anteriormente la tecnología nuclear y la de satélites observacionales. Sólo ocho países en el mundo fabrican instrumentos de este tipo.

También es un hito estratégico en materia de política tecnológica y económica. Es la prueba física de que en la Argentina tiene sentido sostener en el tiempo una política tecnológica de industrialización y alto valor agregado conducente a una mayor soberanía económica.

El concepto de soberanía satelital refiere a que la Argentina podrá gestionar sus propios servicios de información satelital e incluso prestarlos a terceros. El Arsat 1 inicialmente y seguramente el Arsat 2 en un futuro cercano iluminarán con servicios de información áreas nacionales que otras prestadoras no consideran en sus agendas por razones de rentabilidad.

Transitar este camino es posible por varias razones confluyentes. Sin dudas, una de ellas fue la importantísima decisión política de crear, en el 2005, la empresa Arsat, una verdadera apuesta a futuro que ha dinamizado el desarrollo nacional en materia de telecomunicaciones. Arsat, en asociación con la empresa rionegrina Invap, ha asumido el desafío de construir y ensayar en la Argentina tres satélites geoestacionarios de comunicaciones. Otra de las razones, seguramente, es que en nuestro país hay mucha materia gris y potencialidad tecnológica; en particular, Bariloche se destaca como un polo científico-tecnológico en la temática, con notables proyecciones.

En esta sociedad de la información en la que nos toca vivir existe una demanda no satisfecha de profesionales en todas las ramas tecnológicas. En particular, las telecomunicaciones conforman en la actualidad el esqueleto de muchas actividades sociales masivas tanto lúdicas como laborales. Visualizada esa situación se hace necesario dar el soporte técnico adecuado. Es un área que tiene mucho potencial de desarrollo en el futuro mediato e inmediato y el sector académico debe apuntalar la formación altamente calificada en la materia, que por cierto es una de las áreas de vacancias del sistema científico-tecnológico nacional. En la Sede Andina de la Universidad Nacional de Río Negro se ofrece desde este año la carrera de Ingeniería en Telecomunicaciones, que en su primera cohorte contabilizó 74 inscriptos.

Es importante el esfuerzo estatal invertido desde la creación de Arsat, el Plan Nacional de Telecomunicaciones Argentina Conectada y la creación de nuevas carreras asociadas a las telecomunicaciones en diversas latitudes del país, entre otras acciones. Sostener este rumbo en el tiempo seguramente dará frutos más que interesantes en áreas de servicios que desde hace algunos años atraviesan nuestra vida cotidiana y ahora con la convicción reforzada de que el resultado es posible, como se evidencia con el nuevo Arsat 1.

La construcción del Arsat 1 en Bariloche por la empresa de Río Negro Invap SE y la estatal nacional Arsat, con una inversión de 270 millones de dólares, demandó ocho años. Su lanzamiento está previsto para mediados de octubre y constituye un verdadero orgullo nacional.

RODRIGO SÁNCHEZ

Licenciado en Física.

Director de Ingeniería en Telecomunicaciones

Universidad Nacional de Río Negro Sede Andina

RODRIGO SÁNCHEZ


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