Racismo flagrante
A pesar de la resistencia de tantos a tomarlos en serio, los prejuicios raciales son frecuentes y nada inocentes.
Muchos miembros del gobierno actual están acostumbrados a recibir críticas formuladas por los jefes del Banco Mundial y es posible que algunos se hayan sentido tentados a minimizar la denuncia -la cual en esta ocasión no tiene que ver con el manejo de la economía sino con el racismo de los funcionarios de Migraciones y de los miembros de la Policía Aeronáutica-, que a fines del mes pasado presentó la titular de la institución en la Argentina, Myrna Alexander. Por cierto, el que ya haya transcurrido más de un mes sin que se hayan tomado medidas adecuadas hace pensar que las autoridades hubieran preferido tratar el asunto con su lentitud habitual con la esperanza de que no llegara a interesar a los medios de comunicación y que por lo tanto no se verían constreñidas a reaccionar. De ser así, ha cometido un grave error el Ministerio del Interior que, a juzgar por las declaraciones de sus voceros, entre ellos Federico Storani, no ha impulsado con mucha energía la investigación correspondiente. A menos que lo dicho por el funcionario del gobierno mozambiqueño, Antonio Mirasse, resulte haber sido una fabricación, lo cual es sumamente improbable, es deber de las autoridades actuar con severidad ejemplar contra los que, según la representante del Banco Mundial, lo dejaron encarcelado un día y medio en el aeropuerto internacional de Ezeiza sin alimentos ni agua y lo colmaron de insultos racistas antes de deportarlo en cadenas a Sudáfrica. Como a esta altura el presidente Fernando de la Rúa debería entender, la pasividad frente a conductas delictivas equivale a complicidad. Si bien podría entenderse la resistencia del ministro del Interior a enfrentarse con Migraciones o con la Policía Aeronáutica, que depende de la Fuerza Aérea, no puede permitir que este episodio caiga en el olvido.
Desafortunadamente, la experiencia narrada por Mirasse no parece del todo insólita. Por el contrario, es creíble precisamente porque es notorio que los empleados de Migraciones raramente procuren disimular su desdén por quienes a su entender representan «razas inferiores». En efecto, en diversas oportunidades, funcionarios y académicos destacados procedentes de países del Tercer Mundo se han visto convertidos en víctimas de los prejuicios raciales de los empleados, tanto jerárquicos como subalternos, de la repartición, muchos de los cuales, según parece, sencillamente no pueden creer que un negro, trátese de un africano, de un hindú o de un bangladeshí, pueda ocupar una posición importante. Pues bien: si a estos individuos les parece legítimo maltratar a burócratas internacionales, funcionarios de gobiernos extranjeros o académicos visitantes porque no les gusta el color de su piel, no es del todo difícil imaginar lo que suelen hacer cuando es cuestión de personas más «humildes».
A pesar de todo lo ocurrido tanto aquí como en el resto del mundo en el curso de las décadas últimas, muchos insisten en que el racismo no constituye un problema en la Argentina porque, al fin y al cabo, es un «país blanco» sin minorías étnicas importantes, actitud que de por sí refleja una mentalidad racista por basarse en el presupuesto de que los roces son consecuencia de la presencia de personas de distintas razas, no del odio o de la ignorancia. De todas maneras, no obstante la propaganda tradicional según la cual el racismo es un fenómeno limitado a los Estados Unidos y al norte de Europa, la verdad es que en este ámbito, como en otros, estamos bastante atrasados. A pesar de la resistencia de tantos a tomarlos en serio, aquí los prejuicios raciales son frecuentes y distan de ser inocentes. Los ataques dirigidos contra judíos suelen recibir mucha publicidad, lo cual obliga a las autoridades a reaccionar enseguida, pero cuando las víctimas son «negros», la mayoría parece resuelta a pasarlos por alto. Todos los días, millones de personas que tienen en sus venas sangre indígena tienen que hacer frente a manifestaciones del desprecio de quienes se ufanan de la «pureza» de su herencia genética europea. A veces, el racismo es relativamente sutil, pero a menudo se expresa de manera tan brutal que en algunos países resultaría en el procesamiento inmediato de los responsables. Es de esperar que ello es lo que les suceda a los responsables de maltratar a Mirasse.
Muchos miembros del gobierno actual están acostumbrados a recibir críticas formuladas por los jefes del Banco Mundial y es posible que algunos se hayan sentido tentados a minimizar la denuncia -la cual en esta ocasión no tiene que ver con el manejo de la economía sino con el racismo de los funcionarios de Migraciones y de los miembros de la Policía Aeronáutica-, que a fines del mes pasado presentó la titular de la institución en la Argentina, Myrna Alexander. Por cierto, el que ya haya transcurrido más de un mes sin que se hayan tomado medidas adecuadas hace pensar que las autoridades hubieran preferido tratar el asunto con su lentitud habitual con la esperanza de que no llegara a interesar a los medios de comunicación y que por lo tanto no se verían constreñidas a reaccionar. De ser así, ha cometido un grave error el Ministerio del Interior que, a juzgar por las declaraciones de sus voceros, entre ellos Federico Storani, no ha impulsado con mucha energía la investigación correspondiente. A menos que lo dicho por el funcionario del gobierno mozambiqueño, Antonio Mirasse, resulte haber sido una fabricación, lo cual es sumamente improbable, es deber de las autoridades actuar con severidad ejemplar contra los que, según la representante del Banco Mundial, lo dejaron encarcelado un día y medio en el aeropuerto internacional de Ezeiza sin alimentos ni agua y lo colmaron de insultos racistas antes de deportarlo en cadenas a Sudáfrica. Como a esta altura el presidente Fernando de la Rúa debería entender, la pasividad frente a conductas delictivas equivale a complicidad. Si bien podría entenderse la resistencia del ministro del Interior a enfrentarse con Migraciones o con la Policía Aeronáutica, que depende de la Fuerza Aérea, no puede permitir que este episodio caiga en el olvido.
Registrate gratis
Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento
Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
Comentarios