San Policarpo, el discípulo del apóstol Juan: Conocé la oración en su día

San Policarpo es considerado uno de los primeros obispos católicos, quien predicó entre paganos. Su historia de entrega conmueve a los cristianos, ya que lo sostuvo a pesar del martirio.

La Iglesia Católica recuerda a San Policarpo cada 23 de febrero, quien fuera obispo y mártir de la iglesia primitiva en el antiguo imperio romano. Se estima que recibió la fe desde temprano, en el seno de una familia convertida al cristianismo.

«Policarpo» quiere decir en griego «el que produce muchos frutos», lo que se vincula directamente con su vida. Es que el santo se caracterizó por su celo y fidelidad a la doctrina de los Apóstoles, por lo que predicó entre paganos y combatió las primeras herejías, anunciando a Cristo entre viudas, esclavos y las personas menos educadas.

San Policarpo es considerado uno de los tres Padres Apostólicos, al lado de los santos Clemente de Roma e Ignacio de Antioquía. Fue discípulo del apóstol San Juan, cuya guía espiritual resultó determinante para que alcanzara un profundo conocimiento de las enseñanzas de Cristo.

El legado apostólico recibido fructíficó en su labor pastoral, ya que a Policarpo se le cuenta entre los obispos más famosos de los primeros siglos. Y no sin razón; además de su cercanía con San Juan, tuvo como discípulos a santos de la talla de San Ireneo de Lyon y San Papías.

Según los testimonios de la época, el martirio de San Policarpo se produjo el 23 de febrero del año 155. Aquel día el santo fue llevado ante el procónsul Decio Quadrato, quien le ofreció perdonarle la vida si renegaba de Cristo: “Piensa en tu edad -dijo Decio-, cambia el pensamiento. Jura y yo te libero. Maldice a Cristo”. San Policarpo contestó: “Le he servido por ochenta y seis años, y no me ha hecho ningún daño. ¿Cómo podría maldecir a mi rey que me salvó? Escúchalo claramente. Yo soy cristiano”.

Finalmente, San Policarpo fue echado al fuego, por sus verdugos, violencia a la que logró sobrevivir. Entonces, le clavaron una lanza y atravesaron su corazón.

Oración a San Policarpo


Señor, Dios todopoderoso,
Padre de nuestro amado y bendito Jesucristo,
Hijo tuyo, por quien te hemos conocido;
Dios de los ángeles, de los arcángeles,
de toda criatura y de todos los justos que viven en tu presencia.

Te bendigo, porque en este día y en esta hora
me has concedido ser contado entre el número de tus mártires,
participar del cáliz de Cristo y, por el Espíritu Santo,
ser destinado a la resurrección de la vida eterna
en la incorruptibilidad del alma y del cuerpo.

¡Ojalá que sea yo también contado entre el número de tus santos
como un sacrificio enjundioso y agradable,
tal como lo dispusiste de antemano,
me lo diste a conocer y ahora lo cumples,
oh Dios veraz e ignorante de la mentira!

Por esto te alabo, te bendigo y te glorifico
en todas las cosas por medio de tu Hijo amado Jesucristo,
eterno y celestial Pontífice.

Por él a ti, en unión con él mismo y el Espíritu Santo,
sea la gloria ahora y en el futuro, por los siglos de los siglos.

Amén


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