«Represión en el Día Internacional de los Derechos Humanos»

«No existen medicinas, doctores ni aspirinas, para el dolor que siente mi corazón», dice Daddy Yankee en una de sus canciones de moda, aunque tal vez rimaría mejor decir que «no existen medicinas, doctores ni aspirinas, para el dolor que se sintió en la represión».

¿Que fue exactamente lo que pasó la noche del jueves 10 en el Casino?

Haciendo una breve introducción, ésta es la tercera vez en un mes que el Casino Magic de Neuquén hace grandes conciertos en una suerte de «microestadio» montado sobre el estacionamiento del lado de atrás del predio, lindante a las vías del tren y con el escenario mirando para ese mismo lado.

Lo que ocurrió durante los recitales de Ricardo Arjona y el de Los Fabulosos Cadillacs fue que en ambos se acercaron más de 1.000 personas a ver el espectáculo desde afuera, subidas a la lomita de la vía del tren (que, como todos sabemos, desde la privatización no pasa más de una o dos veces por día), desde donde estirando un poco el cuello (para los que no somos muy altos) se alcanza a ver perfectamente el escenario.

La mayoría de estas personas eran, obviamente, los vecinos del barrio de enfrente de las vías, conocido como Consorcio San Martín, quienes entre no poder dormir por estar obligados a escuchar el recital (por la dimensión del sonido) y poder ver un espectáculo gratis desde un lugar público (es decir las vías, que siguen siendo estatales y de todos los argentinos) optaron por no quedarse en sus casas y disfrutar de lo que en ambos recitales fue casi una fiesta popular.

El caso del recital del puertorriqueño Daddy Yankee fue el mismo, con casi 2.000 personas, tanto del barrio como de otros lugares, que se ubicaron a lo largo de más de 200 metros sobre las vías del tren. La diferencia que hubo en este recital fue que la puerta de entrada (ubicada sobre la calle pegada a la vía) y los alrededores del predio no contaban con custodia policial sino tan sólo con encargados de seguridad de las boleterías.

Sucedió, entonces, que estos encargados de seguridad empezaron a tirarles piedras a unos chicos que se habían trepado al paredón para ver el recital.

Estos hechos no pasaron a mayores hasta que dos móviles policiales que llegaron al lugar atravesaron a toda velocidad la calle entre la vía y el predio del Casino, intimando a la gente para que se alejara del paredón del predio. Decir quiénes pueden haber sido sería prejuzgar, como hacen los grandes medios, pero lo cierto es que unas cuantas personas de entre la multitud que estaba arriba de la vía les tiraron piedras a los móviles que pasaron.

Mientras Daddy Yankee se despedía, empezaron a llegar unidades policiales, las cuales comenzaron a reprimir con balas de goma avanzando sobre la vía hacia el oeste (es decir del lado contrario a donde habían empezado los enfrentamientos de la boletería). Inmediatamente todos, niños, adolescentes, mujeres embarazadas y hasta personas mayores que estaban ahí por simple curiosidad, empezaron a correr hacia adentro del barrio, donde continuó la represión a diestra y siniestra desde todas las calles y rincones del barrio, de a pie y a caballo… No importaba si era uno de los que tiraron las piedras a los móviles, si era una familia que estaba queriendo pasar un buen momento con sus hijos o si simplemente era un vecino que estaba volviendo a su casa… La frase «toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario» se la pasaron (otra vez) ya saben por dónde, cuando esa noche del 10 de diciembre (en el Día Internacional de los Derechos Humanos) 2.000 personas estuvieron en la mira de las balas de goma por el «grave delito» de que unas 20 personas se treparan a un paredón y de que otras 5 agredieran a dos patrulleros.

Tal vez la próxima, si 100 personas cometen alguna pequeña infracción, sea suficiente excusa para golpearnos a los 250.000 habitantes de Neuquén.

Conrado Isolabella, DNI 36.434.167 – Neuquén


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