RIO SUELTO: Problemas y soluciones
Mientras el fútbol argentino se (auto)convencía de estar haciendo algo en contra de la violencia, un muerto caía a sus pies.
Apenas una fecha de tribunas visitantes semidesiertas y la sangre ya lo inundó todo. Sin rubor alguno, Julio Grondona explicó hace siete días que la reducción de la cantidad de público visitante es una medida transitoria y parcial. El problema es que hace años que las medidas son transitorias y parciales, mientras esperan por «la medida definitiva».
Así ubicados en la historia, la dirigencia se despega del problema y se presenta como sujetos que cumplen un interinato. Siempre son otros los responsables de la violencia y otros, los responsables de la búsqueda de la paz. Lo paradójico del «caso argentino»- para diferenciarlo del inglés, con el que tanto gustan compararse- es que unos y otros son lo mismo.
José María Aguilar tampoco pareció ruborizarse cuando aseguró que el crimen de Gonzalo Acro era un hecho meramente policial. Claro que lo era, pues se trató de un asesinato. Al considerarlo como un hecho policial, Aguilar pretendió despegar a River del asunto sin darse cuenta que no hacía otra cosa que poner las cosas en su lugar.
Y tan ligado está River a aquel crimen que el club no tuvo más opciones que suspender el hecho deportivo: el partido del domingo contra Newell's.
La muerte de Acro y la consecuente suspensión del juego dominical, le enrostró a la dirigencia de River y del resto del fútbol su trágico absurdo. Cuando creían ver soluciones privilegiando locales y quitando visitantes, la barrabrava de River se mata entre sí.
Mientras, los sospechosos de siempre Alan y Adrián- como si fueran dos personajes de una (tragi) comedia de Suar, se adjudican una vida ordenada, coloreada con gorro bandera y vincha; se enfrentan públicamente; y acusan al otro de ser el auténtico barrabrava.
JUAN MOCCIARO
jmocciaro@rionegro.com.ar
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