Roger Stone, el afable pícaro de la política estadounidense

Roger Stone, que fue inculpado en Florida acusado de mentir al Congreso sobre su trabajo en la campaña presidencial de Donald Trump en 2016, es un veterano de la política en Estados Unidos que se ha forjado una carrera rompiendo las reglas.

Stone, un dandi de 66 años que tiene un tatuaje de su héroe político Richard Nixon entre sus omóplatos, evitó el sistema legal durante décadas ayudando a aplastar a los demócratas con trucos astutos y noticias falsas, mucho antes de que ese término se acuñara.

Su imagen bien cultivada de maestro manipulador un tanto loco le valió un documental, el exuberante “Get Me Roger Stone” (Traíganme a Roger Stone), un retrato del “maquiavélico” asesor de Trump estrenado en 2017.

Rogers, de 66 años, se enorgullece de haber participado en las campañas victoriosas de Richard Nixon, Ronald Reagan y de Donald Trump con una habilidad clave en la política: atacar sin ninguna vergüenza a los rivales.

En esta búsqueda, supuestamente habría iniciado contactos con la plataforma web WikiLeaks, para la publicación de documentos robados por Rusia y correos electrónicos de la candidata presidencial demócrata en las presidenciales de 2016, Hillary Clinton.

Este podría ser un golpe mortal en la carrera de Stone: el afable pícaro de la política estadounidense que esta vez quizás fue demasiado lejos.

El fiscal especial Robert Mueller, que investiga si hubo colusión entre el equipo de campaña de Trump y Moscú durante la presidencial de 2016, acusa a Stone de haber mentido al Congreso sobre sus interacciones con WikiLeaks.

Según los fiscales, Stone sabía que la organización iba a publicar correos filtrados de los demócratas que podían afectar la imagen de su candidata.

En 2017, al ser interrogado por los parlamentarios se ciñó a uno de sus mantras. “Nunca admitir nada, negarlo todo y lanzar un contraataque”, dijo.

“Un arte de la interpretación” Stone hizo sus primeros pasos en política a los 14 años como voluntario en la campaña de Barry Goldwater.

Ocho años después, dejó los estudios para trabajar en la reelección de Richard Nixon, su ídolo.

Entonces se desmarcó introduciendo un espía en el equipo de su adversario, que logró convertirse en el chófer del candidato, para robar información.

También intentó proyectar al candidato rival como un izquierdista efectuando una donación a su campaña de parte de un grupo “socialista” y filtrando la información a la prensa.

En esta campaña, aprendió otra lección importante para los republicanos. En campaña deberán dirigirse a una base de electores blancos, de la clase media, de los suburbios y de las zonas rurales.

En su carrera cultivó varias máximas, la más famosa de ellas: “Atacar, atacar y atacar y nunca defenderse”.

Mientras sus consignas pasaban a la posteridad, cultivaba una imagen de dandi, vestido con trajes a medida, con un cuerpo tonificado. Este viernes no fue la excepción y apareció bronceado, sonriente y relajado.

Incluso se permitió posar levantando los dos brazos emulando un gesto famoso de Nixon.

“Para mí la política no es teatro. Es el arte de la interpretación. A veces, para guardar su propio bien”, declaró en 2017.

Victorias y reveses

Si bien ayudó a ganar a algunos candidatos, también acumuló reveses y en Washington muchos consultores lo consideran como un actor secundario.

Pero Trump sí lo tomó en serio. Se encontraron en Nueva York en 1979.

Un año después Stone se unió a Paul Manafort para formar un equipo de consultoría. Manafort fue brevemente director de la campaña de Trump en 2016 y actualmente también está procesado por la trama rusa en las elecciones.

En su página de internet, Stone se jacta de haber aconsejado a Trump de lanzarse hacia la presidencial desde 1988.

Cuando este último decidió dar el paso en 2015, Stone fue uno de los primeros en subirse a bordo.

Ambos rompieron la colaboración debido a las diferencias sobre el estilo de Trump, siempre adepto a realizar declaraciones escandalosas.

Desde entonces permaneció al margen pero siguió dando consejos, según la acusación del fiscal especial, que afirma que desde la retaguardia supervisó las filtraciones de documentos de la campaña de Clinton pirateados supuestamente por Rusia.

En su carrera cultivó varias máximas, la más famosa de ellas: “Atacar, atacar y atacar y nunca defenderse”.

Datos

En su carrera cultivó varias máximas, la más famosa de ellas: “Atacar, atacar y atacar y nunca defenderse”.

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