Riego en Valle Inferior: un servicio estratégico cuyo costo sigue siendo marginal en los sistemas productivos

Un análisis del INTA sobre la evolución del canon de riego entre 2018 y 2025 y su impacto en las actividades agrarias de la región muestra que su costo representa una proporción muy baja del gasto de producción, aunque el fin del subsidio estatal generó una fuerte percepción de encarecimiento.

El riego ha sido, desde mediados del siglo pasado, un pilar sobre el que se consolidó el desarrollo productivo del Valle Inferior del río Negro. La infraestructura gravitacional construida por gobierno nacional en los ’50 y luego administrada por el Estado provincial a través del IDEVI permitió transformar una extensa planicie en un enclave con una fuerte identidad agropecuaria. Con más de 24 mil hectáreas bajo riego y la proyección de incorporar otras 4 mil, el sistema sostiene hoy una amplia diversidad de actividades: producción de forrajes, horticultura, granos y frutos secos, entre otras.

En un reciente estudio elaborado por la Experimental del INTA Valle Inferior, con participación de la Agencia San Javier y de la Experimental Alto Valle, analizó la evolución del canon de riego entre 2018 y 2025 y su incidencia en los costos de producción de distintos rubros. El trabajo cobra relevancia porque, desde 2024, el financiamiento del servicio dejó de contar con aportes estatales y pasó a ser cubierto enteramente por los productores. Este cambio generó inquietud en el sector y reavivó el debate sobre la sustentabilidad económica del riego.

Riego a bajo costo



Sin embargo, los datos técnicos a lo largo del estudio permiten comparar la evolución del canon con distintos indicadores productivos, entre ellos el precio de la hacienda. Esto muestra que, aun en años donde el canon tuvo un peso relativamente mayor, su impacto fue acotado. El mayor costo relativo se registró en 2019, cuando el pago equivalía a la mayor cantidad de kilos de ternero por hectárea, aunque el Estado seguía subsidiando una parte significativa del servicio. En cambio, 2023 resultó un año especialmente favorable: los buenos valores del novillo, sumados a un canon parcialmente subvencionado, redujeron al mínimo la incidencia del riego en la ecuación económica de los productores.

El canon de riego tiene una incidencia muy baja en los costos productivos en Valle Inferior.


Para dimensionar este fenómeno con mayor precisión, el estudio desagregó el análisis por rubros productivos. Allí se observa que, en actividades emblemáticas de la región, el canon explica una proporción muy baja del costo total: en la confección de rollos de alfalfa representa apenas el 5%; en la producción de cebolla —una de las cadenas más intensivas en mano de obra y logística— o en la de nogal, apenas un 2%. Incluso en el maíz para silo, cultivo que requiere maquinaria, combustible y mano de obra especializada, el canon de riego no supera el 4% del costo total por hectárea.

En otras palabras, si bien el riego es indispensable para sostener los niveles de productividad que caracterizan al Valle Inferior, su costo económico directo no es determinante dentro de las estructuras productivas. Los técnicos del INTA remarcan que la variación del canon tiene un efecto notablemente menor frente a otros componentes que sí son críticos en los costos patagónicos: la logística de transporte, la energía, los insumos atados a precios internacionales y la distancia a los principales mercados.

«Si bien el riego es indispensable para sostener los niveles de productividad que caracterizan al Valle Inferior, su costo económico directo no es determinante dentro de las estructuras productivas».

El informe también compara la relación del canon con la producción obtenida, lo que permite visualizar cuánto debe destinar un productor de su cosecha o de su producción anual para cubrir este servicio. En promedio, un establecimiento necesita solo el 3,5% de su producción de novillo para pagar el canon por hectárea; un 4,3% en maíz o apenas un 0,24% de su cosecha de avellanas. La mayor incidencia se observó en la cebolla, donde la fuerte caída de precios en 2025 elevó el porcentaje al 5,58%, aun así, un valor que sigue siendo manejable dentro de la estructura de ingresos del cultivo.

Las conclusiones del estudio son contundentes: a pesar del fin del subsidio estatal, el canon de riego no constituye hoy un factor que comprometa la rentabilidad general de las explotaciones. Sin embargo, los investigadores señalan que la percepción de los productores está atravesada por un contexto más amplio de aumentos generalizados en insumos, servicios, combustibles y mano de obra. Es esa suma de factores la que alimenta la sensación de presión económica, más que el canon en sí mismo.

Para el INTA, garantizar el funcionamiento adecuado del sistema de riego es estratégico no solo para sostener las producciones actuales, sino para abrir nuevas oportunidades de crecimiento. La expansión de la superficie irrigada, el manejo más eficiente del recurso hídrico y la posibilidad de incorporar tecnologías de control y distribución hacen del riego un eje central para la diversificación y la competitividad futura del Valle Inferior. En un escenario donde la eficiencia productiva es clave, mantener este servicio en condiciones es una inversión que trasciende los costos directos y se proyecta hacia el desarrollo regional a largo plazo.


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