Se duplicaron las muertes en siniestros viales en Bariloche

Motos, autos y camionetas a gran velocidad, y en muchas ocasiones con conductores alcoholizados, son una combinación fatal que se podría evitar.

Este año en Bariloche, 10 personas murieron como consecuencia de siniestros viales. La cifra se eleva a 12 con las víctimas de una colisión que ocurrió cerca de Comallo y que se investigó en la unidad fiscal de delitos contra las personas de Bariloche. Doce muertes que sumergieron en la profunda tristeza a las familias y amigos.

Los datos oficiales que manejan en la unidad fiscal indican que en diez meses se duplicó la cantidad de muertes por homicidios culposos en comparación con el año pasado, cuando murieron 6 personas.

En varios de esos siniestros viales hubo ingesta de alcohol, maniobras imprudentes y antirreglamentarias. También, mal estado de los vehículos o falta de licencia de conducir.

La fiscal Betiana Cendón explicó que a partir de la reforma procesal penal que se implementó en 2017, las causas por homicidios culposos avanzan “mucho más rápido”. Aseguró que el nuevo Código Procesal Penal tiene en ese sentido “más beneficios que dificultades”. Hubo causas que con el sistema procesal viejo demoraron más de un año en su resolución.

Fue el caso de la muerte del ciclista Pablo Ramos, que fue embestido el 15 de marzo de 2014 por Juan Carlos Galeani, a borde de un Bora a 134,5 kilómetros en la hora, a la altura del kilómetro 18,7 de Bustillo. Galeani fue condenado a 3 años de prisión en suspenso en 2015.

Cendón explicó que en el caso de la muerte de Sebastián Gallardo Cárdenas la causa se resolvió en un juicio abreviado el 22 de este mes, con la condena a 5 años de prisión –efectiva– que los jueces le impusieron a Alexis Roma.

Explicó que la escala penal del homicidio culposo es de 1 a 5 años de prisión para el responsable de causar la muerte de una persona por imprudencia, negligencia, impericia o inobservancia de los reglamentos o de los deberes a su cargo. El mínimo de la pena se eleva a 2 años cuando es más de una las víctimas fatales.

El Código Penal incorporó recién a finales de diciembre de 2016, como artículo 84 bis, la posibilidad de imponer una condena que va desde los 3 hasta los 6 años de prisión al conductor responsable de haber causado más de una muerte, cuando se diere a la fuga o no intentase socorrer a la víctima siempre y cuando no ponga en riesgo la vida de esas personas.

También incluyó como agravante el conducir bajo los efectos de estupefacientes o con un nivel de alcoholemia igual o superior a 500 miligramos por litro de sangre, en el caso de conductores de transporte público, o 1 gramo por litro de sangre en los demás casos. Roma manejaba, según determinó el control de alcoholemia, con 1,35 gramo de alcohol por litro de sangre.

Otro agravante que ahora se tiene en cuenta es el exceso de velocidad: más 30 kilómetros por encima de la máxima permitida en el lugar del hecho, o conducir estando inhabilitado por autoridad competente o violar la señalización del semáforo o las señales de tránsito que indican el sentido de circulación vehicular.

Cendón explicó que la gran diferencia entre el homicidio culposo y el doloso es que en los siniestros viales nadie sale de su casa en un vehículo con la intención de matar.

Es diferente a salir de una casa con un arma de fuego o un puñal con la intención de ir a matar. El homicidio doloso se sanciona con una pena mínima de 8 años de cárcel.

La fiscal sostuvo que la persona parte de una actividad lícita, que es manejar en el caso de los homicidios culposos. Pero afirmó que con los agravantes incorporados ahora hay conductores que están siendo condenados a prisión efectiva por causar en un siniestro vial la muerte de otras personas.

“Entiendo cuando plantean a veces que es poco 5 años de prisión por la muerte de una persona, pero es la ley”, sostuvo Cendón.


La lista del dolor en 2019


Sebastián Gallardo Cárdenas

Wu Xing

Alfredo Vicente Barrios

Yolanda Guinan

Soledad Oyarzo

Martín Compay

Jonathan Salinas

Matias Demetrio

Máximo Uriel Demetrio

Anselmo Eligio Rodríguez

Marcelino Quinchagual

Tamara Lincopan


Las víctimas de 2018


Jorge D’Cicco
Tomás Feldich
Vicenta Gallar Torales
Hugo Stojakovich
Nicolás Coronado
Brenda Nicole Martínez


En primera persona


Se había acostado temprano pero no podía dormir. Estaba intranquilo y daba vueltas en la cama, sin poder conciliar el sueño. Rodrigo Arroyo encendió la televisión del dormitorio y después le dieron ganas de fumar. Se levantó y se preparó un café. Era la madrugada del 5 de octubre pasado.

El partido de Los Pumas contra Inglaterra por el Mundial de Rugby comenzaba a las 4 y como estaba desvelado quería mirarlo. Mientras fumaba, escuchó la sirena de los bomberos y de una ambulancia. “Ay, Dios, ¿qué habrá pasado?”, se preguntó. Casi dos horas después, sonó su celular.

Era su hija que lo llamaba. Una sensación extraña lo invadió y atendió, preocupado. Le avisaron que sus hijos Sebastián y Rodrigo habían tenido un accidente en la moto y que estaban en el hospital Ramón Carrillo.

Arroyo salió urgido de su casa hacia el hospital. Nunca imaginó la gravedad del accidente. Cuando llegó a la guardia y preguntó, la respuesta lo dejó paralizado. “Uno de los pibes está muerto”, le informaron. Nada más.

Sintió que el corazón se la paralizaba. No sabía qué hacer. Estaba solo. La angustia y el dolor lo desbordaban. Sebastián Gallardo Cárdenas había muerto como consecuencia del choque causado por Alexis Roma, que conducía alcoholizado un Fiat Uno, con exceso de velocidad y había embestido en un adelantamiento antirreglamentario a los hermanos que circulaban en sentido contrario, en una motocicleta. Rodrigo estaba en terapia intensiva.

Arroyo tuvo que enfrentar otro duro momento. Fue cuando les tuvo que decir a sus hijos que su hermano, Sebastián, había muerto.

“La verdad que es bastante duro ponerte a pensar hoy cómo encarás la vida para adelante”, expresó Arroyo.

Durante 20 días acompañó a su hijo Rodrigo, que luchaba por su vida en la terapia intensiva del hospital. Durante esas largas jornadas observó, sobre todo los fines de semana, los jóvenes que entran a la guardia del hospital lesionados por siniestros viales.

“Es terrible lo que está pasando y las autoridades no hacen nada”, sostuvo. Dijo que los controles del municipio y la Policía empiezan alrededor de las 2 y solo en la zona de los kilómetros.

“El día que operaban a mi hijo, fui a dejar a mi hija como a las 4 de la madrugada a su casa en el barrio El Frutillar. Y a unos 300 metros del puesto de control policial había dos autos corriendo picadas en la ruta, yo me tuve que desviar para evitarlos”, contó, indignado.

“Es muy duro y difícil ponerte a pensar que va a volver a pasar porque hay una falencia tremenda del Estado”, sostuvo Arroyo.

Recuperación

Su hijo Rodrigo se recuperó gracias al enorme trabajo del equipo de cirujanos, enfermeras y profesionales del hospital Ramón Carrillo. Pero fueron varios días de incertidumbre. El joven cumplió 20 años el 7 de octubre en la terapia intensiva.

La dieron el alta la semana pasada. Tiene 40 puntos en la cabeza porque hubo que abrirla para sacarle los coágulos. Además, fue sometido a una cirugía de abdomen porque sufrió graves lesiones internas como consecuencia del terrible impacto contra un Volkswagen Fox tras la colisión de la moto y el Fiat Uno. “Tuvo la suerte que tras el impacto cayó sobre el Fox y Rodrigo llevaba casco”, explicó. Roma impactó la motocicleta cuando adelantaba al Fox, en la avenida Juan Herman, casi Miramar.

Arroyo opinó que el 90% de los conductores que circulan los fines de semana por la ciudad tomaron posiblemente alcohol. Y lamentó que la municipalidad no implemente más controles. También consideró que hay una cuota de responsabilidad de la Policía provincial, porque recordó que hay convenios para que ellos “hagan los controles viales y no los hacen”.
Y enfatizó que se sabe que hay grupos de Whatsapp que avisan donde están los controles para eludirlos.

Segundos fatales

Arroyo contó que Rodrigo le tenía recelo a las motos. De hecho, su padrino le había regalado una cuando cumplió 18 años, que nunca la usó.

Esa madrugada del 5 de octubre, Rodrigo se había ido a dormir a la casa de su novia, en el barrio Quimey Hue. Sebastián los acompañaba porque se habían reunido a mirar películas.

Sebastián iba en una moto y Rodrigo decidió a acompañarlo a comprar cigarrillos.

Subieron a la avenida Juan Herman para dirigirse hacia el centro y segundos después fueron embestidos por Roma. “Se demoraban quince segundos y no pasaba nada”, refirió el padre.

Durante una de esas jornadas, Arroyo se estremeció otra vez por el sufrimiento de la madre de un niño de 11 años, que murió días atrás en una colisión entre una camioneta Toyota Hilux y un Renault Logan, en la ruta nacional 237. Murió el niño y su padre.

“Fue una cosa tremenda. Mi hijo estaba durmiendo internado y la mujer lloraba de una manera desgarradora”, describió. “Los accidentes de tránsito es una cosa tremenda lo que pasa”, lamentó.

Agradeció al equipo de cirugía y a las enfermeras de cuidados intermedios por todo el esfuerzo que hicieron para recuperar a su hijo. “Son de excelencia”, destacó.

“Nosotros tenemos que seguir adelante porque Rodrigo tuvo otra oportunidad en la vida, hay que mirar para adelante, pero no nos vamos a quedar tranquilos”, aclaró. Dijo que quieren organizar campañas de prevención “porque si no lo hace el Estado, lo haremos nosotros”.

Arroyo recordó que su esposa murió hace cinco años. Fue un golpe tremendo para él y sus hijos. “Rodrigo todavía no termina de superar lo de su madre y ahora pasó esto con su hermano”, relató. Dijo que le contó a su hijo lo que había pasado con Sebastián antes de que le dieran el alta del hospital. Fue un momento muy duro. “Él creía que su hermano estaba lastimado, internado en otra habitación. Jamás pensó que estaba muerto”, reveló el padre.


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