Si los planes se caen, puede haber sorpresas en el camino

El mapa de Santa Fe nos mostraba que íbamos a pedalear una perfecta L invertida. Creíamos que sería una provincia de transición, pero resultó ser un puente para unir historias y darnos cuenta de que en la ruta a los planes se los lleva el viento. 

Andrés Calla y Jime Sánchez, una pareja que está recorriendo la Argentina en bicicleta. Podés leer más historias, ver fotos y videos de nuestras aventuras en lavidadeviaje.com.

Santa Fe para nosotros era una provincia de transición. Ni más ni menos. Servía de puente para conectar el brazo de Argentina (la Mesopotamia) con su corazón (el Centro). Después de andar durante cuatro meses por Entre Ríos, Corrientes y Misiones creíamos que la figurita del Litoral ya estaba en nuestro álbum de regiones luego de haber andado por decenas de caminos invisibles y por haber conocido las aguas brillantes de los Esteros del Iberá, las ondulaciones caprichosas de la selva misionera y las voces-eco de las Cataratas de Iguazú. Pero no supimos leer entre líneas lo que nos mostraba el mapa: el camino que pensábamos trazar formaba una perfecta L invertida. A simple vista esto no parece esconder ningún secreto pero sirvió de presagio: nuestro plan de recorrerla rápido porque “total no hay mucho para ver o hacer” se tumbó como fichas de dominó. Todo, como el mapa, salió al revés de lo pensado: el paso fue pausado y las paradas fueron dictadas por el pulso de la ruta. Encuentros sincrónicos De Goya (Corrientes) zarpamos en balsa rumbo a nuestra primera parada en Reconquista (Santa Fe). Llegamos con los últimos rayos de sol pero sabiendo que a pocos metros del puerto había un camping donde poder pasar la noche. Salimos hacia la ruta con intenciones de armar la carpa pronto y a los pocos metros escuchamos una voz: “¡Jime!”. Miro para atrás, pero no hay nadie. ¿Me estará saludando a mí? “¡Hola Jime! ¡Bienvenidos!”. Una mujer y un hombre nos abrazan con cariño, pero no sabemos quiénes son. “Los seguimos en el blog, somos Alejandra y César”. Claro, a veces nos olvidamos de que nuestras letras virtuales viajan a través de la pantalla de miles de personas que en silencio siguen nuestra aventura. Nos quedamos con ellos tomando mate durante horas y cuando la luna roja empieza a asomarse nos vamos hacia el camping para descansar. Al día siguiente nos pasa a buscar Pablo, otro lector del blog, que está planificando un viaje en bici por Argentina. Ni él ni nosotros nos esperábamos lo que iba a venir después: encontrarnos en una rotonda con un hombre-abuelo con gorrito rojo, tonada española y una bicicleta cargada de alforjas. Justo esa mañana nos preguntábamos dónde estaría Frederic. Porque el de gorrito rojo está dando la vuelta al mundo con 74 años y veníamos detrás de sus pasos con intenciones de cruzarnos con él y conocer su historia. Y así, sin buscarlo, sucedió. Hace cuatro años que salió de Barcelona porque cuando se jubiló se aburría. Sus amigos de la misma edad tenían dolores aquí y allá y él se dijo: “No Frederic, tú no puedes terminar así”. A la semana siguiente se compró una bicicleta y empezó su viaje alrededor de los cinco continentes: “Tienes que conocer y ver y no morirte tan ignorante como naciste”. Sus hijos pensaban que estaba loco, pero su mujer le dijo que prefería que se vaya antes de tener un marido infeliz en casa. Cada tanto, cuando se reencuentran, le dice que ahora lo ama más que nunca. Y mientras lo escucho pienso que a veces conversar con otra persona se convierte en un viaje en sí mismo. Preguntas abiertas Los días siguieron de paseo. Pablo nos llevó al museo de arqueología donde conocimos la historia de los abispones (nómadas que habitaron el territorio de Reconquista a finales del siglo XVII); nos mostró sus libros, sus poemas y nos compartió su pasión por la historia. Pero lo que más nos llamó la atención fueron sus ojos brillantes cuando nos contaba las ganas de salir a viajar. Lo frenaba solo una cosa: dos años de facultad y el miedo de su madre sobre “qué vas a hacer en un futuro”. Me pregunto por qué siempre está este fantasma latente, por qué lo asociamos a los viajes o al cambio de rumbo cuando uno decide hacer algo que socialmente no está del todo aceptado (aunque cada vez seamos más los que logramos hacer del viaje un estilo de vida y un trabajo). Por qué postergamos sueños por miedos propios o ajenos, por qué perdemos el tiempo mirando un futuro que vamos construyendo con cada paso y por qué el cambio no es bien visto cuando es inherente a nuestra vida. Paradas inesperadas La siguiente parada es en Romang. Entramos con intenciones de frenar en la plaza para que Alan (un amigo de Pablo) nos pase a buscar, pero en el medio unos albañiles se pusieron a conversar conmigo en el centro de la calle. Un señor esperó a que termine nuestra charla para convidarme unos mates y decirme: ”Que tu sonrisa ilumine el mundo, pero que el mundo no apague tu sonrisa”. Fabián (que ya nos seguía por el blog) vio a Andrés pasar y agarró la bicicleta para frenarlo y decirle que podíamos arreglar para juntarnos a comer. Y en eso pasa Alem, un amigo suyo, y sin bajarse de la moto nos grita a los cuatro vientos: “¡Ustedes dos, a las nueve en casa!”. Y Alan que llega y recibe la invitación de que esa noche nos juntamos todos a cenar y él tiene que ver con quién deja a su hija de tres años para ir con su mujer a la casa de Alem. Y nosotros en el medio de todo este revuelo. Y en lugar de quedarnos solo un día en Romang como lo planeado, nos terminamos quedando dos. Y los dos días nos acostamos a las cuatro de la mañana por el asado, los mates, las tortas fritas y las charlas viajeras. Al final Santa Fe sí que fue un puente. Un puente para unir historias y para darnos cuenta de que los planes se los lleva el viento.

Encuentros sincrónicos De Goya (Corrientes) zarpamos en balsa rumbo a nuestra primera parada en Reconquista (Santa Fe). Llegamos con los últimos rayos de sol pero sabiendo que a pocos metros del puerto había un camping donde poder pasar la noche. Salimos hacia la ruta con intenciones de armar la carpa pronto y a los pocos metros escuchamos una voz: “¡Jime!”. Miro para atrás, pero no hay nadie. ¿Me estará saludando a mí? “¡Hola Jime! ¡Bienvenidos!”. Una mujer y un hombre nos abrazan con cariño, pero no sabemos quiénes son. “Los seguimos en el blog, somos Alejandra y César”. Claro, a veces nos olvidamos de que nuestras letras virtuales viajan a través de la pantalla de miles de personas que en silencio siguen nuestra aventura. Nos quedamos con ellos tomando mate durante horas y cuando la luna roja empieza a asomarse nos vamos hacia el camping para descansar.

Al día siguiente nos pasa a buscar Pablo, otro lector del blog, que está planificando un viaje en bici por Argentina. Ni él ni nosotros nos esperábamos lo que iba a venir después: encontrarnos en una rotonda con un hombre-abuelo con gorrito rojo, tonada española y una bicicleta cargada de alforjas. Justo esa mañana nos preguntábamos dónde estaría Frederic. Porque el de gorrito rojo está dando la vuelta al mundo con 74 años y veníamos detrás de sus pasos con intenciones de cruzarnos con él y conocer su historia. Y así, sin buscarlo, sucedió.

Hace cuatro años que salió de Barcelona porque cuando se jubiló se aburría. Sus amigos de la misma edad tenían dolores aquí y allá y él se dijo: “No Frederic, tú no puedes terminar así”. A la semana siguiente se compró una bicicleta y empezó su viaje alrededor de los cinco continentes: “Tienes que conocer y ver y no morirte tan ignorante como naciste”. Sus hijos pensaban que estaba loco, pero su mujer le dijo que prefería que se vaya antes de tener un marido infeliz en casa. Cada tanto, cuando se reencuentran, le dice que ahora lo ama más que nunca. Y mientras lo escucho pienso que a veces conversar con otra persona se convierte en un viaje en sí mismo.

Preguntas abiertas Los días siguieron de paseo. Pablo nos llevó al museo de arqueología donde conocimos la historia de los abispones (nómadas que habitaron el territorio de Reconquista a finales del siglo XVII); nos mostró sus libros, sus poemas y nos compartió su pasión por la historia. Pero lo que más nos llamó la atención fueron sus ojos brillantes cuando nos contaba las ganas de salir a viajar. Lo frenaba solo una cosa: dos años de facultad y el miedo de su madre sobre “qué vas a hacer en un futuro”. Me pregunto por qué siempre está este fantasma latente, por qué lo asociamos a los viajes o al cambio de rumbo cuando uno decide hacer algo que socialmente no está del todo aceptado (aunque cada vez seamos más los que logramos hacer del viaje un estilo de vida y un trabajo). Por qué postergamos sueños por miedos propios o ajenos, por qué perdemos el tiempo mirando un futuro que vamos construyendo con cada paso y por qué el cambio no es bien visto cuando es inherente a nuestra vida.

Paradas inesperadas La siguiente parada es en Romang. Entramos con intenciones de frenar en la plaza para que Alan (un amigo de Pablo) nos pase a buscar, pero en el medio unos albañiles se pusieron a conversar conmigo en el centro de la calle. Un señor esperó a que termine nuestra charla para convidarme unos mates y decirme: ”Que tu sonrisa ilumine el mundo, pero que el mundo no apague tu sonrisa”. Fabián (que ya nos seguía por el blog) vio a Andrés pasar y agarró la bicicleta para frenarlo y decirle que podíamos arreglar para juntarnos a comer. Y en eso pasa Alem, un amigo suyo, y sin bajarse de la moto nos grita a los cuatro vientos: “¡Ustedes dos, a las nueve en casa!”.

Y Alan que llega y recibe la invitación de que esa noche nos juntamos todos a cenar y él tiene que ver con quién deja a su hija de tres años para ir con su mujer a la casa de Alem. Y nosotros en el medio de todo este revuelo. Y en lugar de quedarnos solo un día en Romang como lo planeado, nos terminamos quedando dos. Y los dos días nos acostamos a las cuatro de la mañana por el asado, los mates, las tortas fritas y las charlas viajeras. Al final Santa Fe sí que fue un puente. Un puente para unir historias y para darnos cuenta de que los planes se los lleva el viento.

Frederic, un catalán de 74 años que está dando la vuelta al mundo en bici.

Aventura en dos ruedas


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