Adiós al último almacén de ramos generales de Roca

SOCIEDAD

ROCA (AR).- Tras cien años de atención al público, la histórica La Ibero Americana cerró sus puertas, poniéndole fin a la historia de un importante emblema de la ciudad.

Casilda Angulo de Sáez, su última dueña e hija de uno de sus fundadores, debió tomar esta difícil decisión luego de que una lesión complicara sus tareas al frente del comercio.

Más conocida como La Ibero, su apertura se produjo en 1914, cuando Gregorio Brieva la inauguró en la actual esquina de Italia e Yrigoyen, para posteriormente mudarse un par de cuadras a su actual y reconocido edificio de Italia y Nueve de Julio.

Félix Angulo, oriundo de España, se asoció con Brieva y juntos invirtieron en el nuevo local, que comenzó como un proyecto en un baldío y finalmente fue construido por Rogelio Falcó, quien lo caracterizó con sus imponentes ventanales y sus más de cien metros cuadrados.

Ante la muerte de Brieva, Angulo se puso al frente del comercio. Su especialidad era la venta de ramos generales, que incluía desde comestibles hasta herramientas agrícolas, artículos de bazar y ferretería.

Sus estanterías y mostradores continuaban siendo los mismos que en sus inicios, igual que las aberturas. Además, sus estanterías lucían madera de pino del Cáucaso especialmente trabajadas por un carpintero de apellido Recarte.

Como sus principales compradores eran chacareros y campesinos de la zona, el negocio se caracterizó por su “libretita de fiado”, donde se registraban las deudas que los lugareños saldaban después de sus cosechas. Si eran buenas podían costearlas, pero si eran épocas de “malaria” podían sostenerlas hasta la cosecha siguiente.

Casilda, la maestra

Criada en el negocio familiar, su última dueña Casilda Angulo de Sáez eligió ser docente en la Escuela 133 “Parques Nacionales”, donde fue distinguida en julio de 1970 tras haber cumplido las Bodas de Plata frente al aula. Sin embargo, debió retirarse de su profesión en 1972 para ponerse al frente del comercio, tras el fallecimiento de su padre.

Casilda continuó con su tarea, hasta que hace algunos días decidió cerrar definitivamente el comercio.