Carnavales en Neuquén: los pobres en la calle, los ricos en los clubes

En 1950 se oficializó el corso en la capital. Se realizaba en las calles Mitre-Sarmiento, entre Pampa y Río Negro. Las familias adineradas tenían sus propias fiestas privadas.

La diversión popular siempre estuvo presente en el desarrollo de la ciudad de Neuquén. Como tantos otros aspectos, las fiestas dividían a la sociedad: para la gente pobre estaba la calle, para las familias adineradas, los clubes sociales.

Si bien mucho antes, ya se realizaban los bailes populares, en 1950 se oficializó en corso para los carnavales. Se realizaba en el Bajo de la ciudad, a lo largo de cuatro cuadra sobre Mitre-Sarmiento, entre Pampa y Río Negro.

La organización estaba a cargo de las comisiones vecinales. Cada barrio armaba su propia carroza que por lo general reflejaban una situación característica de la ciudad. “Todos los que se acercaban a la ciudad para participar del corso, adornaban sus carros de trabajo de manera extravagante para convertirlas en verdaderas carrozas. Mientras que sus tripulantes se disfrazaban como mamarrachos, con ropas viejas y retazos para hacerlas más ridículas”, se puede leer en los archivos que se guardan en el museo Paraje Confluencia de la ciudad de Neuquén,

Los disfraces merecen una mención especial. A mediados de año, ya se comenzaban a delinear la idea de la carroza, el tema que se iba a representar y las mujeres más hábiles empezaban a confeccionar los trajes para los participantes.

“Por lo general se utilizaban telas de cretonas. Conformando un universo de máscaras, murgas y carrozas que representaban a las diversas colectividades de nuestra ciudad, sobre todo italianos y españoles. Los festejos se extendían hasta las doce de la noche, cerrados por el tronar de tres bombas de estruendo, momento en el que se intensificaban las mojaduras y la presencia del papel picado por un breve lapso y luego se retiraban todos a sus casas”, se agrega en las crónicas.

Una vez al año , todos estaban allí con su carrozas o simplemente de espectador del desfile. En realidad, no todos estaba presentes. Porque en otro lado de la ciudad, había otra fiesta solo reservada para las familias más adineradas e importantes de la ciudad.

Los bailes de Carnaval eran organizados por los clubes del Alto y se extendían hasta muy pasada la medianoche. Además, es necesario destacar que el público estaba compuesto por las familias más adineradas y miembros de los sectores más acomodados, tanto locales como de pueblos vecinos”, se lee en las crónicas.


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