Compraron un auto en Estados Unidos, lo rifaron y construyeron el monumento a San Martín de Neuquén

La comisión organizadora de su emplazamiento realizó una rifa, cuyo premio principal fue un Ford V8, traído de Estados Unidos. Con el dinero se pagó el basamento y la estatua de bronce.

La instalación del monumento al general José de San Martín, uno de los más emblemáticos de la capital neuquina, no fue tarea sencilla. Esa figura de bronce compacto que apunta directo a la cordillera de los Andes y en este caso, al viejo edificio de la municipalidad, fue construida en Buenos Aires y traída a Neuquén para ser instalada como una ofrenda por los primeros 50 años de la capitalidad de la ciudad de Neuquén.

En 1952 se habían cumplido 102 del fallecimiento del padre de la Patria y una comisión de homenaje a San Martín consideró necesario que la ciudad cuente con una estatua ecuestre. Manos a la obra, el primer inconveniente que tuvieron que resolver fue conseguir los fondos para construir el basamento y adquirir en Buenos Aires la escultura, que le sería encargada a la firma Sarubbi y Barili SRL, una de las dos empresas que poseían el modelo de estatua avalado por el Instituto Sanmartiniano.

Lo primero que se piensa es que apelaron a las kermesse y bailes populares para reunir el dinero que aportaran los vecinos pero no. La iniciativa fue organizar una rifa.

Fue así que la comisión encargada del proyecto le solicitó autorización al entonces gobernador del Territorio, Pedro San Martín “para importar desde Estados Unidos un automóvil Ford V8 modelo 1951, custom sedan, 4 puertas” para ofrecerlo como premio mayor del sorteo, según consta en una publicación del municipio que se editó en un aniversario del monumento y que se guarda en el Archivo Histórico.

La rifa contenía 5.000 ticket que fueron vendidos a 50 pesos moneda nacional de aquel entonces.
Se le pagó a la empresa italiana Falcone (que levantó también el edificio del Comando del Ejército) para que construyera la base del monumento y se compró la estatua en Buenos Aires. El primer gran escollo estaba resuelto.

Ya con la figura de San Martín arribando en tren a la ciudad de Neuquén, fue trasladada hasta la carpintería de Casa de Gobierno para que quedara a resguardo, esperando ser emplazada en su lugar definitivo.

La estatua de varias toneladas fue construida con una gran cola maciza de un tamaño que no respetaba escala para equilibrar el peso del monumento. “Cuando la cargaron en el carro que la llevaría no pasaba por el marco del portón, por lo que fue necesario extraerlo en su totalidad para atravesar el umbral”, se desprende de las crónicas históricas. Segundo y último escollo que debió superar tamaña empresa.

Público

15.000
personas asistieron al acto de inauguración, según las crónicas de la época.

Finalmente llegó el día tan esperado para la comunidad, luego de pasar tantas veces por el costado de la monumental obra. Había llegado ese 12 de septiembre de 1954, cuando en un acto solemne se dio por inaugurado el emblemático monumento de la ciudad, que sin muchos miramientos había desplazado al monolito fundacional.

Los diarios de la época inmortalizaron el momento y coincidieron en que una gran multitud se dio cita en el punto de encuentro de las diagonales. “Neuquén se vistió de fiesta, con sus mejores galas, pudiendo asegurar sin temor a equivocarnos que jamás hubo mayor cantidad de público como ese día”, recordó el diario La Provincia, mencionado por el sitio web masneuquen. Dicen que participaron 15.00 personas.


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