De Fernández Oro al exterior: el legado vitivinícola de la familia Gennari

Aniversario de Fernández Oro | Con más de seis décadas de historia, la familia Gennari forjó una empresa que supo adaptarse sin perder sus raíces. Hoy elaboran vinos de calidad, distribuyen productos naturales y mantienen vivo el espíritu pionero de su fundador.

La bodega Gennari es una de las más emblemáticas de Fernández Oro. Nació en 1957 como un emprendimiento familiar dedicado al deshidratado de frutas y se transformó con el tiempo en una elaboradora de vinos finos y distribuidora de productos naturales.

Hoy la tercera generación continúa el legado de Emilio Gennari, quien llegó a la localidad casi por casualidad, pero con un sueño firme entre manos. En diálogo con RÍO NEGRO, Nicolás Silva repasa la historia y el presente del proyecto.


Fotos gentileza.-

—¿Qué representa para ustedes que Fernández Oro sea hoy el epicentro de su producción?

Fernández Oro representa familia. Aunque yo nací en Neuquén y ahora vivo en Cipolletti, la empresa siempre mantuvo una política clara: contratar gente de Fernández Oro. En los mejores años llegamos a tener 200, 250 empleados, todos de acá. A muchos los traíamos en camiones desde sus casas. Hoy siguen trabajando con nosotros familias enteras: hermanos, primos, vecinos. La ciudad creció mucho y nos enorgullece seguir formando parte de esa historia. Mi abuelo no pensaba llegar a Oro, pero el destino quiso que se quedara. Y estamos agradecidos.


—¿Cómo fue el camino de adaptación a lo largo de los años?

Fue un proceso de transformación constante. Hubo épocas en que el deshidratado andaba bien y otras en que fue la bodega la que nos sostuvo. Sacamos viñas para plantar frutales, luego volvimos a las viñas. Nos reinventamos siempre. También incursionamos en la distribución de productos naturales. Mi abuelo, con 102 años, sigue dando ideas: ya le ha pegado a tres productos que después vimos en las góndolas de todo el país. Eso es lo que nos guía: calidad, adaptación y nunca atarse a una sola actividad.


Foto: Archivo RÍO NEGRO | Juan Thomes.

—¿Cómo nació el proyecto vitivinícola y cómo fue evolucionando?

Todo comenzó cuando a mi bisabuela, hija de Juan Teléforo Fernández, le entregaron una chacra con un 90% de viña al casarse con Emilio Gennari. En aquel entonces, Emilio se involucró con la primera cooperativa vitivinícola de Huergo. Luego quiso instalarse en Neuquén, pero terminó en Fernández Oro. Acá empezó con el deshidratado y más tarde construyó la bodega, que se inauguró en 1970. Llegamos a elaborar 450.000 litros en su momento. Con el tiempo cambió el consumo, pasamos de los vinos comunes a los varietales. Hoy tenemos viñedos 100% Malbec, y también Cabernet Franc y Pinot Noir. Exportamos a Brasil y vendemos en Buenos Aires, Córdoba, Tierra del Fuego.


—¿Cómo ven el presente del vino patagónico y hacia dónde apuntan como bodega?

Hoy la tendencia es hacer menos litros, pero de mayor calidad. Nosotros elaboramos unas 25.000 botellas al año, bien controladas. Apuntamos a vinos con buena relación precio-calidad y a cuidar lo que tenemos: viñas antiguas, suelos privilegiados y una historia que vale oro. No queremos crecer en volumen, sino profundizar el valor agregado. Eso nos caracteriza: transformar la producción con identidad familiar y con la vista siempre puesta en el futuro.


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