De la chacra a la ciudad, crecieron las complicaciones para viajar en colectivo en el Alto Valle

A los ya comunes trastornos en horario ‘pico’ se sumaron las reducciones de frecuencias, que perjudican sobre todo a las familias rurales. Eterna espera y dársenas llenas en el intento de volver a casa.

¡Experimentá la comodidad en cada kilómetro! (…) Confiá en nuestra experiencia y compromiso para llegar siempre a tiempo y con la mejor atención. ¡No importa dónde vayas, nosotros te llevamos!”. Las frases se promocionan en el perfil de Instagram de la empresa de transporte Koko, aunque los usuarios de sus colectivos vivan justamente lo opuesto

Patricia es una vecina, de unos 40 años, que subió al servicio “General Roca por Ruta 22”, junto a su hijo de cinco años, en la parada del Hospital de Allen. “Me bajo cerca de la Subcomisaría, en Guerrico”, confió, en diálogo con Diario RÍO NEGRO. Es día de semana, en una mañana fresca y consiguió viajar después de una espera relativamente corta. Tuvo que venir a la zona urbana, en este caso, por un trámite que finalmente no pudo realizar. Sin embargo, sabe que cuando necesite hacer lo mismo para abastecer su hogar, con lo que cobre el fin de semana, como todos los trabajadores rurales, la salida tendrá horario incierto para ir y volver.

“Los sábados, por Ruta 22, el ‘cole’ pasa cada dos horas hasta eso de las 2 ó 3 de la tarde”,

explicó a este medio un chofer del servicio paralelo, el que va y viene desde Roca por Ruta 65.

Suena lógico, por el escaso movimiento de pasajeros al comienzo de la jornada, pero lo cierto es que en horario de tarde noche, el intervalo habitual de una hora también tiene demoras. La dársena roquense de 9 de Julio casi Sarmiento se puede ver colmada de pasajeros, igualmente hartos de esperar, porque justamente el servicio de Ruta 22 circula con ritmo insuficiente. 

Complicaciones para viajar en colectivo en Allen, Guerrico y Roca | Lento éxodo


El panorama se repite desde hace tiempo para Patricia y su familia, una de las pocas que sigue viviendo en ese sector de la zona rural. “Serán unas 10 en total, ahí cerca nuestro”, calculó mentalmente. Nacida en la provincia de Tucumán, eligió radicarse en el Valle rionegrino, donde aprendió a la par de su compañero las labores culturales entre frutales, hace más de una década. Por eso sabe bien cómo se ha ido deteriorando el acceso a servicios básicos en su “barrio”: nula señal de telefonía móvil (para comunicarse o para revisar la app de transporte), ausencia de comercios, calles intransitables cuando llueve, calefacción a leña y la lista podría seguir.

Como siempre desde la época territoriana, las escuelas “de chacra” y la salita sanitaria (hoy Centro de Atención Primaria de la Salud), junto a la Policía, resisten a un éxodo poblacional lento, pero sin pausa, que nadie parece querer frenar. Del lado Allen – Cipolletti, a ese panorama se suma la inconclusa Ruta 22, con todos los riesgos que implica para quienes andan a pie y deben esperar en ese sector. 

“Sabemos que se redujo la frecuencia aunque aumentó el valor de los boletos, te lo dice la gente y lo notamos por la circulación de los micros, pero la empresa no lo notificó oficialmente”,

reconocieron a RÍO NEGRO en una de las boleterías del servicio.

Este medio intentó en varias ocasiones, conocer la postura de la gerencia de la firma privada, pero no tuvo resultados. Mientras tanto, sus canales de comunicación, en redes sociales, difunden como avance la pronta llegada de nuevas unidades, para sumar “más comodidad, más tecnología y más viajes a tu medida”. Hasta ahora, los últimos coches que se incorporaron, con cartelería led color verde al frente, según los reconocen los pasajeros, cuentan con una fila menos de asientos, dejando libre un pasillo más ancho para quienes les toque viajar de pie. Tienen, a su vez, otra organización del espacio, porque reubicaron el sitio para personas en sillas de ruedas en el fondo del colectivo, lo que les permite prescindir de una tercera puerta en el medio de la unidad, necesaria para facilitar el descenso cuando el colectivo va lleno. 

Complicaciones para viajar en colectivo interurbano en Allen, Guerrico y Roca | La mirada del gobierno de Río Negro


Al respecto, este medio pudo conversar con el secretario de Transporte de Río Negro, Juan Ignacio Ciancaglini, quien manifestó que toda esta situación “no es nueva”, sino que se acrecentó por lo ocurrido con el aislamiento de la pandemia, con la inevitable merma en la circulación de personas. A eso se le sumó, la quita aplicada a las empresas de transporte interurbano y a las líneas nacionales en 2024, de los subsidios que aportaba Nación a esta función esencial. 

Desde entonces, aseguró el secretario, la Provincia, que sólo puede controlar las líneas que no cruzan hasta Neuquén, dispuso el desembolso de fondos para mantener las condiciones vigentes en la medida de lo posible. Aseguró que desde Koko argumentan la baja rentabilidad que implican las grandes distancias en las que viajan pocas personas, situación que se mide con el “IPK” (Índice de Pasajero por Kilómetro), de 0,38 promedio en algunos casos extremos. Si es por eficiencia, explicó el funcionario, se deberían quitar esos tramos, porque “alguien tiene que pagar lo necesario para que sigan funcionando”. Sin embargo, son frecuencias imprescindibles para que el servicio llegue a las ciudades donde la demanda es mayor. 

Siguiendo con las prioridades económicas, en un comunicado oficial publicado días atrás, se resaltó que sin los aportes provinciales (410 millones de pesos por mes) en el transporte interurbano y en ocho municipios que tienen recorridos internos (otra necesidad de las familias rurales), el precio del boleto se habría disparado hasta en un 70%.

Algunas localidades aún siguen con problemas en ese sentido: Fernández Oro sumó el urbano en el último tiempo y ya tuvo que cancelarlo, por el factor monetario, y Allen contaba con una alternativa que conectaba a los barrios de la ribera y también la dio de baja. Ciancaglini respondió que eso depende del pedido de las intendencias y de la evaluación que realice Transporte, para encontrar la solución acorde, pero que “había predisposición”.

Mientras tanto, trabajan con 15 inspectores en todo Río Negro, seis de los cuales están abocados al Valle. “Koko tiene contrato con Provincia, con Nación y con municipios, convivimos pero no podemos interferir, un inspector nuestro no puede fiscalizar un colectivo que cruza a Neuquén, para eso está la CNRT”, recalcó.

En un intento por cuidar el bolsillo de los pasajeros y a la vez, la rentabilidad de la empresa, para que no abandone la concesión, quedan en el camino las realidades de los usuarios que viven en zonas alejadas y la posibilidad de integrar las regiones del vasto territorio rionegrino.

“Hubiese sido bueno que todo eso se planifique antes del desarrollo”,

deslizó el funcionario.

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