En los barrios más pobres, los chicos terminan la secundaria sin saber matemática

Así lo revela un informe de la Escuela de Educación de la Universidad Austral. En Río Negro cuestionan la modalidad de la escuela rionegrina que no habilita la repitencia y aseguran que los estudiantes arrastran materias desde primero a quinto año.

Un informe de la Universidad Austral revela una brecha de aprendizaje entre los estudiantes de nivel socioeconómico más alto y más bajo. Según el estudio de la Escuela de Educación, el 93% de los estudiantes que provienen de los sectores más vulnerables termina la escuela secundaria sin alcanzar los niveles básicos de Matemática.

Sin embargo, lo llamativo es que esa cifra cae al 63% entre los alumnos de los sectores más favorecidos.

La brecha educativa que se detecta en los primeros años de la escuela primaria se profundiza hacia la secundaria, de acuerdo al estudio realizado por Eugenia Orlicki y Cecilia Adrogué, investigadoras de la Escuela de Educación de la Universidad Austral.

El análisis especifica que por cada estudiante de tercer grado de primaria de sectores vulnerables que alcanza los saberes mínimos en Matemáticas, hay 1,47 estudiantes de sectores favorecidos que logran ese nivel de desempeño. En el último año del secundario, en cambio, por cada estudiante vulnerable que logra los saberes esperados, hay 6,55 alumnos de sectores favorecidos.

Los profesores se convierten en los protagonistas invisibles de una batalla diaria para sostener el aprendizaje de los estudiantes. Las condiciones en las que enseñan son cada vez más complejas. Los docentes deben lidiar no solo con las brechas académicas, sino también con las realidades sociales y emocionales de sus alumnos, que muchas veces están marcadas por la pobreza, la falta de acceso a recursos tecnológicos y la deserción temprana”, indicaron desde la Escuela de Educación.

Río Negro, sin repitencia


El docente e investigador de Bariloche Daniel Fuentes puso de manifiesto «un retroceso tremendo agravado por la pandemia». «Hay una certificación de títulos secundarios, es decir, a los pibes se les da el título, pero no se condice con los aprendizajes mínimos que teníamos hace 10 años atrás«, subrayó.

Este profesor de historia consideró que el problema es que «el sistema universitario nunca logró articular con el secundario. Viven en una nube teórica que impide ver las realidades, evaluar con certeza y analizar íntegramente el problema de la educación. Entonces, cuando llegan los pibes a la universidad se da un fracaso automático, por muchos motivos».

Fuentes evaluó que la reforma de la escuela rionegrina en el secundario «empeoró las condiciones en las cuales se da el clima de proceso de enseñanza de aprendizaje» ya que «los pibes no pueden quedar libres por faltas, no repiten y se pueden llevar montón de materias«.

«Hay una discordancia entre los que deciden los aspectos aspectos técnicos formales y lo que se da en clase, el anclaje en el territorio. Los que elaboran la teoría educativa no conocen el aula. Son pedagogos pero no conocen una escuela. La conocieron, en algún momento, como alumnos», fustigó y advirtió que el docente no ha logrado convertirse en investigador de su propia práctica.

La teoría debe salir de adentro de las aulas, no de un iluminado. Los que definen políticas públicas no conocen el aula, los problemas reales del aula».

Daniel Fuentes, docente e investigador.

Desde la Secretaría de Secundaria de la Unter Río Negro aseguraron haber solicitado las estadísticas de los egresos al Ministerio de Educación en varias ocasiones, sin respuestas.

«Como el Ministerio no aporta esos datos, el gremio decidió encarar una investigación y es preocupante el porcentaje de estudiantes que salen de quinto año sin estar titulados. Sucede que esos chicos adeudan materias y en la escuela secundaria rionegrina promocionan de primero a quinto sin necesidad de ir sacando materias. Pueden llegar a cuarto año, adeudando materias de primero», indicó Belén Riera, secretaria de Nivel Secundario de Unter.

Definió que el sistema «invita a una educación inclusiva democratizadora, pero faltan los recursos para garantizarla». «¿Cómo vamos a discutir la calidad educativa si en las escuelas no están los recuros? Sin ir más lejos, los docentes son pocos y no se abren los cargos que se necesitan. En cada primer año, por ejemplo, debe haber un preceptor. Hoy, un preceptor tiene dos y hasta tres cursos a cargo. Y hacen un importante trabajo de acompañamiento de los chicos» , acotó Riera.

Por último, Fuentes consideró que el actual sistema de enseñanza no favorece a los jóvenes sino que, por el contrario, los perjudica. «El sistema les aporta un título y después, ¿qué les promete?, ¿que el mercado, por tener el secundario, los va a rescatar? Lo que te da trabajo son las habilidades en todo sentido», concluyó.

«Están ocupándose de vivir»


Verónica Alaniz, directora de la escuela rionegrina Amuyén, de la Fundación Gente Nueva en Bariloche, no coincide con los datos duros del informe de la Universidad Austral que concluye que «el que menos recursos tiene, aprende menos». «Sí creo -evaluó- que a aquel que tiene menos posibilidades de abordar situaciones complejas le costará más aprender. Simplemente porque se está ocupando de vivir«.

La docente consideróque «la vulnerabilidad que aborda el estudio hoy por hoy, debe ser entendida de una manera integral». Resaltó que se observan adolescencias atravesadas por múltiples situaciones complejas, más allá de la realidad socioeconómica, que llevan a una condición de vulnerabilidad. «La soledad de los adolescentes, por ejemplo, en relación a sus familias y la posibilidad de abordarla. Hay familias que podrán trabajar en un turno para acompañarlos el resto del tiempo. O la posibilidad de ir a un club», señaló Alaniz y recalcó que estas situaciones impactan siempre en la trayectoria escolar.

Manifestó que el desafío de la escuela es sumarse a otros organismos estatales o no estatales que puedan brindar respuestas a los adolescentes. «Va más allá de la propuesta de la profesora o de la escuela. Tenemos aulas tan heterogéneas que la escuela sola no alcanza para dar respuestas. Hay que abordar el aprendizaje, acompañar una situación social, familiar, emocional, de salud mental», dijo.

Puso como ejemplo la actividad «Nos cuidamos en red» por parte de la Fundación Gente Nueva para septiembre, a través de charlas con las familias, festivales para infancias y adolescencias y jornadas con el Centro de Salud del barrio Virgen Misionera y el Centro de Prevención de Adicciones. «Hay una sumatoria de cosas que hacen que, después, el aprendizaje suceda de la mejor forma«, destacó.


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