Fósiles que impulsan un sueño: vecinos de Loncopué buscan crear un museo que albergue su propia historia
Pueblerinos de esta localidad en la cordillera de Neuquén buscan fundar un museo desde y para la gente, que no albergue solo restos fósiles, sino también la historia de la comunidad.
En Loncopué, un grupo de vecinos y vecinas se propuso hace más de dos años un objetivo que parecía simple pero fundamental para la comunidad: crear un museo. No un edificio frío ni un salón privado de exhibiciones ajeno a la vida del pueblo, sino un espacio que reúna toda la historia y la memoria de un lugar. Hoy, gracias a unos nuevos hallazgos fósiles, ese sueño empieza a tomar forma por el impulso del Grupo Pro Museo, una iniciativa ciudadana que combina compromiso, curiosidad y una fuerte vocación por recuperar la identidad de la región.
“Somos un grupo de vecinos autoconvocados. Desde hace más o menos dos años y medio venimos trabajando”, cuenta Érica Bulgarelli, una de las impulsoras del proyecto. “Nuestro primer objetivo fue gestionar un lugar para armar un museo. Municipal o provincial, lo que fuera”. La aclaración no es menor: en Loncopué existe un museo privado, pero el grupo quiere uno público, accesible, y que sea de la comunidad.
La idea inicial fue pensar un museo histórico debido a la riqueza que alberga este pueblo en Neuquén. Pero, a pesar de este bastísimo material, los vecinos comprendieron que Loncopué guarda más que historia humana. Bajo sus tierras hay rastros de tiempos lejanos: fósiles y descubrimientos que no solo sorprenden, sino que colocan a la localidad en un lugar de relevancia y que generalmente terminan en otros espacios patrimoniales.
Esta distinción quedó clara en una charla abierta a la comunidad donde participó un equipo de paleontólogos, entre ellos Mateo Gutiérrez, Mariela Talebi, Juan Ison y Micaela Rodríguez Calvario. El tema: el hallazgo de un ictiosaurio.
Es que fue un mismo vecino quien dio aviso en abril de estos restos fósiles de un reptil marino prehistórico que vivió hace millones de años.

El grupo destacó que este gesto fue clave: fue la acción de dos vecinos, Ángel y Marciano Fuentes, la que permitió que el fósil no se perdiera. Lo vieron, lo fotografiaron y avisaron. Esa cadena, simple pero fundamental, permitió conservar un material valioso para la ciencia.
Para Bulgarelli, esos hechos también dicen algo sobre el vínculo entre la comunidad y su territorio. Cuidar lo que no entendemos hasta que alguien con conocimiento llegue a interpretarlo es lo más importante, y los loncopuesinos lo saben. “Ahora estamos pensando en un museo para todo”, dice ella. Y ese “todo” abarca historia, arqueología, paleontología, pero también identidad, vida cotidiana, memoria viva.
Mientras avanza el proyecto, los vecinos se encargan de recuperar los relatos de vida cotidiana: cómo se organizaban las familias, qué penurias pasaron, cómo eran los velorios, qué se festejaba, qué museos hubo. «Es superinteresante», considera Bulgarelli.
Hay libros escritos sobre la historia de Loncopué. Algunos sobre instituciones, otros sobre flora y fauna. Incluso hay recopilaciones de testimonios de antiguos pobladores. Pero el grupo no quiere quedarse solo con lo que ya está documentado. “La historia es infinita”, dice la representante de los vecinos.
En paralelo, siguen buscando un espacio físico. Al principio propusieron algunos edificios históricos, pero fue difícil. Luego comenzaron los trámites para obtener un terreno. “Es complicado, porque Loncopué es un pueblo como en un vallecito y quedan pocos lugares que reúnan las condiciones: que sea grande, de fácil acceso y adecuado», dice.
Por ahora, el grupo sigue reuniéndose, planificando actividades y sosteniendo el sueño. Son unas seis personas, pero el espacio es abierto. “Cualquiera se puede sumar. A veces nos sugieren a quién entrevistar, otras veces se nos ocurre a nosotros. Es una convocatoria abierta”, explica Bugarelli.
Lo que construyen, poco a poco, no es solo un futuro museo, sino una forma de contar Loncopué desde adentro. Desde la gente que vive en esa localidad y que recorre día a día las mismas calles. Las calles de una tierra que guarda secretos de millones de años y también relatos de hace apenas unas décadas, pero que juntas forman la identidad de este mágico pueblo en Neuquén.
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