La casa de Plottier, un paraíso urbano

Perteneció al fundador de la ciudad. Está frente al río Limay y mirando a una laguna natural. Tiene 9 habitaciones, 5 baños, dos cocinas y un living comedor con amplios ventanales.

A orillas del río Limay, frente a una laguna natural y rodeada de frondosos árboles, se encuentra una joya arquitectónica del siglo pasado. Se trata de la casona del doctor Alberto Plottier, fundador de la ciudad que lleva su nombre. Hoy es monumento histórico y se reconvirtió en museo.

Plottier y sus dos hermanos llegaron a la zona en 1907 y compraron 13.000 hectáreas que luego serían la base fundacional del pueblo. Sabedor de los beneficios del río, el doctor mandó a construir su residencia propia allí, en un lugar de privilegio.

Para el proyecto, llegaron arquitectos, obreros y materiales desde Europa algunos y otros desde Buenos Aires. Plottier no se andaba con chiquitas. El diseño que tenía pensado para su vivienda era señorial y siguió de cera para que se transforme en realidad.

Su arquitectura tiene reminiscencias de las antiguas construcciones europeas. Cuenta con nueve habitaciones grandes, cinco baños, dos cocinas, un living comedor con amplios ventanales y dependencias de servicio.

Una galería rodea la mitad de la construcción y está adornada con finos detalles de mampostería y de ella cuelgan faroles forjados en hierro. “Hasta las piletas del lavadero están recubiertas con azulejos pintados a mano”, recordaron los integrantes de la página www.masneuquen.com.ar.

Los jardines son tema aparte. Abundan árboles y coníferas, muchos de los cuales fueron plantados por el mismísimo fundador de Plottier. Un glorieta de madera recubierta de rosales silvestres le dan el toque romántico a la casona.

Un poco de la vida cotidiana de la casa la rescató masneuquen, recordando que la cocinera de la familia Plottier “ cocinaba comidas francesas para complacer los gustos del doctor Plottier. Las provisiones llegaban desde Neuquén capital o desde Buenos Aires. En la tienda Gath y Chaves de la ciudad porteña se hacía las grandes compras de ropa y enseres para todos. Las fiestas las realizaban en un salón de espejos, calefaccionado con estufas a carbón”.

En esa misma casa señorial también se vivieron momentos trágicos en 1916 cuando se produjo la fuga de presos de la excárcel de Neuquén y la posterior matanza de Zainuco. Un grupo de ellos, escapando hacia el oeste llegaron a Plottier y quisieron saquear el almacén de ramos generales que era propiedad de los hermanos Plottier en busca de alimentos y armas para continuar con la fuga.

Los propietarios se resistieron, pero finalmente el enfrentamiento terminó con la muerte de Adolfo, hermano del fundador. El doctor resultó ileso de milagro.


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