Los proyectos solidarios que intentan surfear la crisis económica

La responsable de un merendero vende prepizzas para reunir fondos y entregar una caja navideña. Nicolás Martínez pasó de elaborar 12.000 panes dulce para personas en situación de vulnerabilidad a realizar 2.300 que serán repartidos en distintos parajes de la Línea Sur.

Varios proyectos solidarios que surgieron en momentos críticos y han logrado mantenerse en el tiempo trastabillan en épocas de inestabilidad económica.

Después de definir un cierre de actividades por falta de mercadería, doce comedores y merenderos de El Bolsón reabrieron esta semana aunque aclararon que las provisiones que recibieron solo alcanzarán para unos pocos días. Después, habrá que ver cómo siguen.

Beatriz Curruhinca, del merendero Los Corazones de Beatriz en Bariloche, no se resigna. Como lo hace desde 2018, aspira a entregar cajas navideñas para las familias del barrio Nahuel Hue y Malvinas, al sur de Bariloche.

Ante la falta de donaciones, a la mujer, oriunda de San Martín de los Andes, se le ocurrió vender prepizzas para juntar fondos y así poder entregar productos para la cena de Nochebuena y la mesa navideña.

«Lamentablemente no podemos darles a todos. Tuvimos que hacer una selección de 30 familias que reúnen unos 65 chicos. Son las más numerosas y forman parte del merendero», explicó Curruhinca.

Dijo que este fin de año es el más complicado de los últimos tiempos ya que muchas personas y empresas que realizaban donaciones desistieron de hacerlo, especialmente después del resultado de las elecciones nacionales.

Nueve años atrás, esta mujer decidió ofrecer una merienda a los chicos del barrio. Empezó invitando a su casa a los niños de la cuadra con la finalidad de sacarlos de la calle. La leche era solo una excusa. De pronto, pasó a recibir a unos 35 chicos.

Beatriz Curruhinca comenzó a cocinar «para muchos» hace 9 años. Foto: archivo

Poco tiempo después, gracias a un aporte del gobierno provincial, empezó a dar un almuerzo. Pero desde el año pasado, ya no recibe más ayuda y cocina en función de las colaboraciones de la gente que va recibiendo.

«Ahora cocinamos solamente dos sábados para llegar a todos y dar una buena comida. Solo entregamos 110 porciones (cuando arrancamos lo hacíamos para 200 familias y, todos los días). Ahora, con mucho dolor, tuvimos que elegir a las familias», reconoció.

Dijo que constantemente, las familias le piden ayuda. Esa situación le resulta angustiante porque sabe que no es posible responder a todos los pedidos. «Me llena saber que este lugar ayuda a mucha gente con pequeñas cosas. Pequeñas cosas, pero que resultan enormes para muchas familias«, señaló.

Curruhinca aseguró que no bajará los brazos. «Seguiré remándola. Casi siempre pido ayuda a través de Facebook. Sin dudas, este es el año que más plata puse de mi bolsillo. Por suerte, empecé a trabajar en una fabrica. Mi marido trabaja en la construcción y mis hijos también trabajan. Entre todos colaboramos», mencionó la mujer. Su angustia se tradujo en llanto.

Fiestas con pocos panes dulce solidarios

Nicolás Martínez elabora pan dulce para repartir entre los sectores más vulnerables desde hace 29 años. De haber preparado 12.000 panes, este año lleva hechos apenas 2.300 que serán repartidos entre población de los parajes de la Línea Sur por parte de la asociación Viajes Solidarios. Podría elaborar más, pero no cuenta con colaboraciones.

«¿Cómo estamos? Como el país: mal. Este años estamos paralizados. Vamos a ver qué pasa con el cambio de gobierno municipal y provincial. Hasta ahora, nos manejamos con donaciones de la gente, algunas empresas, chocolaterías y la Asociación de Taxis», comentó Martínez.

Indicó que la materia prima para cada pan dulce ronda los 1.000 pesos. De modo que ya lleva invertidos 2,3 millones de pesos. Pero continuar con la elaboración se vuelve una tarea difícil.

Esta iniciativa surgió en 1994 en un contexto económico complicado. «Habíamos conformado la Asociación de Desocupados de Bariloche. No teníamos ni un pan dulce para la Navidad. Fuimos a Radio Nacional y pedimos ayuda a la gente con insumos para hacer nuestros propios panes ya que teníamos las manos desocupadas», señaló el hombre de 78 años.

En ese momento, les ofrecieron las instalaciones de la Escuela de Hotelería para la elaboración. Hicieron 580 panes. Como los integrantes de la asociación eran 250, decidieron repartir los restantes panes entre adultos mayores y madres solas.

«De los 29 años que llevo en esto, este es el peor de todos. Ni siquiera cuando cayeron las cenizas del volcán Cordón Caulle Puyehue tuvimos tanto bajón. La gente está muy desanimada por el tema económico. Hay mucha incertidumbre. Pero no me rindo y convoco al espíritu solidario», concluyó.


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