Los Tiburones de Cipolletti: arqueros en busca del centro

El tiro con arco en el Alto Valle tiene su equipo. La escuela municipal reúne a 25 alumnos que conquistan logros y ya forman parte de la Federación Argentina de Tiro con Arco (FATARCO).

Se trabaja la concentración, la respiración y la seguridad. Es el arquero, la flecha y su destino. Fotos Cecilia Maletti

El campo de tiro en Cipolletti, un espacio amplio dentro de las instalaciones municipales de Corpo Frut , se llena de vida cada tarde. Las flechas silban al romper el aire, un sonido tan ancestral como la humanidad, mientras los arqueros se concentran en el blanco. Pero aquí, más allá de la competencia, hay algo que trasciende: una búsqueda interna, un intento por acertar en uno mismo y un trabajo en equipo.

Claudio Fernández, capitán del equipo de competencia de arqueros conocido como “Los Tiburones”, recuerda el primer día que tiró una flecha. “Una tarde, en una charla de mates, mi esposa Claudia Cortéz, me comentó que había un grupo de tiro al arco y fuimos a ver de qué se trataba. Llegamos, hicimos la cola, tiré una flecha y acerté en el amarillo. El instructor me dijo: ‘Esto es lo tuyo’. Y de repente, escucho aplausos al lado, mi esposa, había dado en el blanco”.

Desde ese momento, ambos se enamoraron de la arquería y fueron conquistando logros. Hoy, su equipo es mucho más que un grupo de amigos; es una comunidad que trabaja unida para desafiar los límites.
En Japón, la arquería no es un deporte, es un arte. Kenzo Awa, maestro armero citado en “Zen en el arte del tiro con arco”, lo describió así: “Un buen arquero con un arco de mediana potencia llega más lejos que otro, carente de espíritu, con el más fuerte de los arcos”. Esa filosofía parece resonar en Cipolletti.

La escuela municipal de arquería en Cipolletti nació hace tres años. Fotos Cecilia Maletti

La escuela municipal de arquería en Cipolletti nació hace tres años. En sus inicios, las dificultades eran muchas, pero asumieron el desafío para que todos los chicos de la ciudad pudieran practicar. Es completamente gratuita, aunque es una actividad costosa.

Este año festejaron los tres años de la escuela, aunque con interrupciones porque fue muy difícil conseguir instructores. Hace dos años encontraron a José Luis Rey, un instructor de Neuquén, lograron estabilizarse y hoy son 25 alumnos. “Se puede practicar desde los 8 hasta los 100 años, no hay límites de edad”.

El grupo organiza rifas, aporta voluntariamente y gestiona bufés en actividades para hacer frente a los gastos. Cuando un arquero no tiene equipo pero tiene condiciones y quiere competir, el grupo ayuda para completar sus flechas, la escuela le da el equipo, la protección de dedos, de brazos, las flechas.

La arquería es una actividad que muchos desconocen, “pero es una buena forma de desconectar a los chicos del mundo digital, de TikTok y las pantallas. Aquí se trabaja la concentración, la respiración y la seguridad. Es el arquero, la flecha y su destino”, reflexiona Fernández.

Equipo de competencia de arqueros conocido como “Los Tiburones”. Fotos Cecilia Maletti

Se entrena principalmente la musculatura superior, incluidos los músculos de la espalda. Se practica con ligas de goma para calentar, y luego se realizan tiros. También se camina mucho: cada tres o cuatro flechas, hay que ir a la contención y regresar.

“El arco y la flecha son herramientas ancestrales, originalmente relacionadas con la caza para proveer sustento y alimentos. Más tarde se usaron como instrumentos de defensa y ataque, y hoy han evolucionado hasta convertirse en una disciplina olímpica. Practicar este arte implica mucho esfuerzo personal, ya que requiere equilibrio físico y mental”, cuentan.


Los Tiburones


El nombre del equipo surgió en un torneo, cuando las cosas no salían como se esperaban. “Estábamos desanimados y alguien gritó: ‘¿Qué somos, tiburones o qué?’”, recuerda entre risas. La arenga prendió como pólvora y el nombre quedó.

Ahora, el grito de guerra acompaña sus logros, como el reciente ingreso a la Federación Argentina de Tiro con Arco (FATARCO). El primer torneo homologatorio fue hace tres domingos, donde compitieron por primera vez a nivel nacional. También se realizan torneos postales. Esto significa que tiran en su sede y los resultados se comparan con los de otras competencias.

Fotos Cecilia Maletti

“Es una actividad que cada vez suma más adeptos. En las Olimpiadas, por ejemplo, es una de las disciplinas más vistas, porque todos tenemos un ancestro arquero. Ya sea cazando un animal en la sabana africana, o defendiendo una torre en Inglaterra”, dicen y agregan: “En un país donde predominan otras pasiones como el fútbol, ​la arquería comienza a ganar su lugar”.


Color de rosa


Entre los logros del grupo destaca la creación de los “Tiburones Rosas”, un subgrupo formado por mujeres en recuperación de cirugías por cáncer de mama. Claudia trajo la idea desde Europa. El movimiento del arco ayuda a fortalecer los músculos afectados, pero tambi. Las Tiburones Rosas tienen su propio uniforme y participan activamente en los torneos locales. Su presencia es un recordatorio de que el deporte puede ser una herramienta de transformación.


Fotos Cecilia Maletti

Logros al blanco


Hace poco se realizó la final regional, donde participaron más de 91 arqueros de distintas ciudades de la Patagonia. Se llevó a cabo en la ciudad deportiva de Neuquén.

El 15 de diciembre es el último torneo del año en la zona, que se hace en Neuquén. En el último torneo, dos jóvenes del grupo participaron en el Proyecto Arquero al Futuro, que busca detectar talentos a nivel nacional. Si tienen condiciones, pueden entrenar en centros especializados y competir en el ámbito nacional. Valentino Barlani Monzani y Malena Pistagnesi , dos promesas del equipo, lograron medallas de oro. Los Tiburones, como siempre, “mordieron fuerte”, dice Claudio.

Fotos Cecilia Maletti

“Cada vez que escuchamos el grito de los Tiburones, nos llena de orgullo, porque arrancamos desde muy abajo, en una escuela muy chiquita. El grito es simpático pero peleamos punto a punto y somos muy aguerridos”.

Claudio suele repetir una frase que se ha vuelto un mantra: “No es la flecha, es el indio”. Para él, la arquería no se trata solo de pegar en el centro, sino de encontrar el equilibrio interno. “Hay algo especial en tirar una flecha. Pegue donde pegue, te conecta con vos mismo. Es un recordatorio de que, al final del día, el verdadero desafío está en uno mismo”.


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