Petrel Gigante del Sur, una joya ecológica que habita el mar de Chubut y que es Monumento Natural
Es el único representante de albatros que nidifica en territorio argentino. Tiene un ciclo de reproducción muy lento. Es una de las especies en riesgo de extinción.
No es tan famoso como los pingüinos de Magallanes ni las ballenas francas, pero sin duda sobrevolando las aguas del mar Argentino se presenta como una de las especies más impresionantes del sur argentino. Se trata del Petrel Gigante del sur, el único representante de albatros que nidifica en territorio argentino. Los especialistas que se dedican a estudiarlo consideran que es una «joya ecológica, una responsabilidad nacional y un faro de conservación». Pero además, fue declarado «Monumento Nacional».
Pero lo que más preocupa a los biólogos es que forma parte de uno de los grupos de aves marinas más amenazadas del planeta. Se lo puede ver en las costas de Chubut sobrevolando el océano con sigilo, como intentando no romper con la calma de las alturas.
Entre sus características principales se destaca que no es una especie diseñada para la velocidad reproductiva ni la adaptabilidad frenética. Su tiempo es otro. “Son especies extremadamente longevas y tienen una tasa reproductiva baja: ponen solo un huevo por pareja. Alcanzan la madurez sexual a edades avanzadas, lo que hace que sus poblaciones se recuperen muy lentamente frente a los impactos humanos”, explicó Flavio Quintana, director del Laboratorio de Ecología de Predadores Tope Marinos del CENPAT-CONICET, que desde hace más de dos décadas se dedica a estudiar a esta particular y fascinante ave.
Los monitorean de manera constante, los estudian e intentan determinar cuáles son las principales amenazas que condicionan su supervivencia en el mar Argentino para intentar mitigarlas. “Están sujetos a distintas amenazas en todos los océanos australes, principalmente debido a la actividad de pesca, pero también a la contaminación por plásticos y a la introducción de especies invasoras en sus sitios de nidificación”, aseguró el científico.
El Petrel desde cerca
La biología del Petrel tiene una épica lenta. No es una especie diseñada para la velocidad reproductiva ni la adaptabilidad frenética. Su tiempo es otro. “Son especies extremadamente longevas y tienen una tasa reproductiva baja: ponen solo un huevo por pareja. Alcanzan la madurez sexual a edades avanzadas, lo que hace que sus poblaciones se recuperen muy lentamente frente a los impactos humanos”, detalló Quintana. Su ciclo reproductivo se extiende de octubre a marzo.
En abril, las crías se lanzan al mar lejos de sus padres. Según los especialistas se reunen en «colonias en el Parque Marino Provincial Patagonia Azul. También fueron avistados en Australia y Nueva Zelanda. Son capaces de sobrevolar medio planeta antes de haber cumplido un año.
«Este vuelo interoceánico no es casual. Es parte de la esencia del Petrel: un ave pelágica, lo que significa que usa todo el océano como su despensa, su autopista y su dormitorio«. Según los registros satelitales acumulados por el equipo del CENPAT, los adultos exploran durante todo el año la plataforma continental argentina, con mayor intensidad durante el invierno austral.

“Durante la reproducción, la distribución en el mar está más restringida, pero durante la etapa no reproductiva el uso de áreas marinas es muchísimo más amplio. Su vuelo es tan eficiente que no requiere esfuerzo visible: alas abiertas, sin aletear, deslizándose por el cielo como si surfeara las olas invisibles que forma el viento», agregó el especialista.
Estos detalles del Petrel realizado por el equipo de profesionales fue clave para zonificar áreas de protección, evaluar el impacto del cambio climático, detectar alteraciones por sobrepesca y ajustar políticas ambientales.
“La información acumulada en estos 25 años ha sido útil no sólo para entender su biología, sino también para establecer planes de manejo en el uso del espacio marino”, sostiene el investigador. “Incluso hemos colocado registradores de última tecnología que nos permiten saber con precisión por dónde vuelan, a qué altura y qué hacen en el mar”.

Un ave que ya es parte del patrimonio mundial
Recientemente, la Legislatura de Chubut declaró al Petrel Gigante del Sur como uno de los Monumentos Naturales de la provincia. “Este hecho es muy importante por al menos dos motivos primero, porque se le da visibilidad a una especie que no es icónica pero sí extremadamente valiosa. Y segundo, porque se cumple con el plan nacional de conservación y con las obligaciones internacionales del Acuerdo para la Conservación de Albatros y Petreles, del que Argentina es parte desde 2005”, consideró Quintana.
El Petrel tiene una función clave en el ecosistema, una belleza secreta y un vuelo que conecta continentes. Su declaración como Monumento Natural, sumada a la creación del Parque Provincial Patagonia Azul, marca un antes y un después, según confirman los especialistas en la conservación de especies en riesgo.
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