Roxana Pescader, la nadadora de Bariloche que desafía lagos y mares

Con 54 años, esta barilochense acumula logros. Participa en diversas competencias y se posicionó como una de las mejores nadadoras en aguas abiertas en su categoría.

Adrenalina. Vehemencia. Euforia. Y el desafío de saber hasta dónde uno puede llegar. Con 54 años, Roxana Pescader logró posicionarse como una de las mejores nadadoras de aguas abiertas del país en su categoría.

En los últimos meses acumuló varios logros. El mayor reto de su carrera fue participar -y ganar- la copa del Mundial de Aguas Frías y Abiertas, la Winter Swimming World Cup, en la bahía de Los Témpanos, en Calafate, en agosto. Semanas atrás, ganó el Campeonato Sudamericano en Punta del Este, en Uruguay y días después, se coronó campeona argentina en el Torneo Argentino Master de Natación en Buenos Aires.

Esta mujer oriunda de Mar del Plata comenzó a nadar con solo 7 años. Debido a su cuadro asmático, los médicos le recomendaron a sus padres que practicara uno de los deportes más completos para bajar el nivel de las crisis.

“Como todos los chicos, me cansé de tanto nadar, en doble turno y, dejé de hacerlo. En quinto año retomé y me vi seducida por los triatlones”, cuenta esta profesora de fitness.

Con 20 años, se radicó en Bariloche y muchos años después, ya siendo madre, incursionó en los triatlones de la región. Participó del Escape a la Isla Huemul (que consiste en 1500 metros de natación en el lago Nahuel Huapi, 40 kilómetros de ciclismo y 10 kilómetros de pedestrismo) y del triatlón en el lago Gutiérrez.

Para participar en la copa del munido, entrenó en el lago Nahuel Huapi desde mayo. Foto: Chino Leiva

Los entrenamientos se fueron intensificando a tal punto que decidió participar de competencias a nivel internacional, en la categoría master (de 25 años en adelante). Lo que más la sedujo fueron las carreras en aguas abiertas.

“Cuando era chica en Mar del Plata nadábamos en el mar. De modo que ya tenía experiencia, pero en el lago no. Siempre me gustó y sobre todo, si está movido. Ves la naturaleza y vas muy en contacto con vos misma. Es otro tipo de competición. En la pileta, en cambio, es más técnico. Tenés al rival muy al lado”, confía.

El mar te flota mucho -agrega- y la temperatura es más caliente; el lago es más picado. Tenés que nadar con traje obligatoriamente. Ahora el mundo NAF -nadar sin traje- está de moda y surgen muchas carreras durante el año”.

En sus inicios, esta deportista incursionó en el Escape de la Isla Huemul y en el lago Gutiérrez. Foto: Chino Leiva

En la Copa del Mundo en Calafate, Pescader participó con Alejandro Mansilla, su pareja. Nadaron 1000 metros a 2 grados de temperatura, sin traje de neoprene. Lo definió como el desafío más extremo que le ha tocado enfrentar.

“Decidimos hacerlo juntos para cuidarnos. Ale es profe y guardavidas. En estos casos, hay que tener mucho cuidado sobre todo cuando salís del agua: abrigarte bien, hidratarte y tomar una infusión caliente, porque al poco tiempo, empezás a temblar”, advierte.

Su participación en el torneo demandó un entrenamiento intenso en los lagos de Bariloche tres meses antes, sin traje de neoprene. Buscaba adaptarse a la temperatura de 2 grados que era la que encontraría en las aguas de Santa Cruz. En el lago Nahuel Huapi, 6 grados fue la temperatura mínima que enfrentó y en el lago Morenito -el más frío en invierno y el más cálido en verano- nadó con solo 3 grados.

Para participar en la copa del munido, entrenó en el lago Nahuel Huapi desde mayo. Foto: Chino Leiva

“Fue una copa del mundo que nunca antes se había organizado. Cuando escuchamos que se hacía frente al glaciar Perito Moreno decidimos participar. Fue alucinante: había olas por el viento y témpanos entre medio. Al día siguiente, ya no había más témpanos. Ahí te das cuenta cómo cambia el clima. Eso tiene nadar en aguas abiertas: esperar lo inesperado. Nadar y no saber con qué te vas a encontrar”, precisa.

En Uruguay, en cambio, le tocó nadar dos kilómetros en el mar, a una temperatura de 10 grados. Quedó primera en su categoría y segunda en la general. Una semana después, Pescader ya se preparaba para el Campeonato Argentino de Piscina en el parque Roca en Buenos Aires y, en las cinco pruebas en las que participó salió campeona argentina.

Nadar en aguas abiertas se puso de moda. Hay muchos que no se lo toman como algo competitivo sino participativo. La gente concurre a las carreras, a los desafíos, se junta a nadar en grupo durante el año. Estamos rodeados de espejos de agua hermosos”, indica.

Pescader entrena intensamente durante todo el año tanto en la pileta como en el lago. Asegura que no busca una condición ideal del lago. Con viento o lluvia, se nada.

Pescader es madre de dos jóvenes de 20 y 23 años. Su pareja comparte la pasión por nadar en aguas abiertas y, a su vez, es su preparador físico. Foto: Chino Leiva

“En Calafate, el lago estaba movido con olas. Tuvieron que sacar gente que, después de dar una vuelta, no podía seguir por el frío, por las olas o por la orientación. Alguien que no está acostumbrado a estas condiciones, traga agua, se pone nervioso y el ritmo disminuye. Tenés que estar preparado para todo”, dice.

¿Próximo desafío? Probablemente, el acuatlón en Villa La Angostura el 9 de diciembre, las carreras de aguas abiertas que arrancan a fines de enero hasta marzo y, una vez más, la Copa del Mundo que ya tiene fecha para agosto en Calafate.


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