“Solos plantamos árboles, pero juntos hacemos bosque”: las manos que reforestan desde las cenizas en la Patagonia

De cerca, qué es y quiénes están detrás de “Amigos de la Patagonia", una organización que nuclea a vecinos, brigadistas, miembros de las comunidades originarias y voluntarios para plantar especies autóctonas en bosques quemados. Desde Buenos Aires, llegan manos solidarias a Neuquén.

«Queremos devolverle a la montaña un poco de lo tanto que nos da». Completamente motivada y disfrutando del aire fresco en la cara, Julieta, una vecina de Villa Pehuenia participó de la última reforestación de araucarias en un bosque nativo del Parque Nacional Lanín, que con la mano humana, resurgirá de las cenizas en Ñorquinco. 

Ella es una de los tantos que participa del proyecto “Pehuén” para reforestar bosques quemados, liderado por la organización no gubernamental Amigos de la Patagonia que surgió hace ya 25 años en la orilla del lago Lolog en San Martín de los Andes, por patagónicos que querían cambiarlo todo. 

Sebastián Homps es uno de los referentes de la ONG que mueve montañas. Tiene 41 años y desde Olivos, Buenos Aires; orquesta la solidaridad en los bosques nativos de la Patagonia. “De chiquitito viajé muchísimo a la Patagonia por mis papás y mucho al norte”, contó el papá de dos niños, Aurora y Beltrán. 

Sebastián Homps, director ejecutivo de Amigos de la Patagonia. Foto: gentileza.

He recorrido bastante el país, amo mucho la tierra que ocupa la Argentina y aprendí a cuidarla».

Sebastián Homps, director ejecutivo de «Amigos de la Patagonia».

No es guardaparques, pero su instinto lo convocó. Estudió Comunicación y Publicidad y luego se especializó en Dirección y Gestión de Organizaciones Sociales, hace 17 años que se dedica al tema, según explicó en una entrevista con Diario RIO NEGRO. 

“Conocí a Amigos de la Patagonia por un amigo que se estaba yendo a vivir a Brasil y él era el director ejecutivo en ese momento, hace ya 14 años. Me invitó a sumarme, a formar parte del equipo”, contó y recordó que era muy pequeña la organización. Pasó por el rol de coordinador y actualmente es director ejecutivo. 

Foto: gentileza

“La plantación fue una experiencia increíble que me dejó sin palabras. Todavía sigo reflexionando”, contó Camila Silveyra, una de las voluntarias quien viajó desde Buenos Aires a la cordillera neuquina el fin de semana, aún anonadada por la experiencia de encuentro y de plantar en conjunto 3.300 ejemplares en solo unos días. 

Ella es otra de las protagonistas. Nació en Buenos Aires y es voluntaria a sus 22 años, como estudiante de Bellas Artes. Desde muy joven, se interesa en formar parte de iniciativas en pos del cuidado ambiental. Así fue que conoció a la organización.  

Camila, una voluntaria de 22 años.

“Tenía la idea y el tiempo y quería unirme más a algo colectivo, donde poder crear un cambio pero de la mano de otra gente”.

Camila Silveyra, voluntaria «Amigos de la Patagonia», desde Buenos Aires.

Mandó su currículum y se alistó a las filas como voluntaria en octubre de 2023 en Buenos Aires. Camila forma parte del equipo de Relaciones Institucionales. Este otoño, la referente quiso bajar a terreno y viajó a la Patagonia para plantar. 

“Como cualquier persona tengo varios intereses y muchos otros gustos por descubrir, y uno muy importante siempre fue lo ambiental, entender sobre el cambio climático, sus consecuencias, los efectos. Es algo que nos atraviesa hoy en día”, dijo en un pasaje de su relato. 

“Solos plantamos árboles pero juntos hacemos bosque”, dijo citando el lema del proyecto que se propone dos forestaciones al año, una en mayo y otra en septiembre. 

Comunidad, acción y educación ambiental


Su misión es crear educación ambiental y restauración ecológica mediante la plantación de árboles y la limpieza de costas, que son los ejes principales. “En pocas palabras, Amigos de la Patagonia es comunidad, acción y educación ambiental”, contó Homps. 

Trabaja con escuelas, comunidades, genera espacios de encuentro de distintos actores, grupos, empresas, personas en pos de cuidar la naturaleza, el ecosistema y la biodiversidad. “Nos aliamos, nos unimos y así trabajamos mucho mejor y generamos un impacto mucho más grande”, enfatizó el referente y director ejecutivo.  

Según destacan los expertos, las reforestaciones no solo tienen objetivos ecológicos sino también sociales. En el proyecto “Pehuén” intervienen las comunidades mapuches de todo el Departamento Aluminé.

Por eso, es un programa intersectorial e intercultural ya que participan distintas instituciones y actores sociales, como brigadistas, personal técnico de Parques Nacionales y científicos y pobladores que toman datos y sacan conclusiones. No obstante, también se suman voluntarios de Buenos Aires, Bariloche, Aluminé, San Martín de los Andes y otras ciudades que ayudan en la plantación.

Por qué el pehuén se destaca en el mundo


El pehuén es una especie autóctona endémica, la única en su tipo a nivel mundial que vive en un clima templado frío. Su abundancia se redujo significativamente en los últimos 200 años y, en la actualidad solo hay 39.000 hectáreas de araucaria en Argentina y Chile.

Las amenazas son múltiples: una larga historia de deforestación, incendios cada vez más frecuentes y severos en la Patagonia, el impacto de los mamíferos exóticos que consumen la semilla, y la ganadería que altera el hábitat y afecta las condiciones del suelo. El cambio climático también impacta sobre este ecosistema.


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