Tránsito en Bariloche: llegan nuevas recetas para un dilema sin fin

La cantidad de vehículos, la geografía y el movimiento turístico aportan al caos cotidiano. La gestión municipal busca ordenar el estacionamiento, mejorar el transporte y agilizar las avenidas.

Uno tras otro, los últimos gobiernos que han pasado por el municipio se fijaron como prioridad el ordenamiento del tránsito en Bariloche. Pero salvo algún cambio de bajo impacto, no han parado de cosechar fracasos.

El aumento acelerado en la cantidad de vehículos, las complejidades geográficas de Bariloche y la sobrecarga que satura las calles y rutas en temporada turística son una fábrica continua de problemas que superan cualquier previsión.

El actual subsecretario de Tránsito y Transporte, Guido Tripolati, dijo que en los cuatro meses que llevan de gestión introdujeron mejoras de señalización, “pintadas de cordón y sendas peatonales”, entre otros cambios que permitieron ordenar sectores clave. También refirió que tienen otras medidas “en carpeta”, pero todas requieren fuerte inversión.

El panorama que pintó es desalentador. Tripolati aseguró que en lo inmediato -y a pedido de los directamente afectados- asistirán el ingreso y egreso en algunas escuelas muy conflictivas, donde “muchos autos se ponen en segunda y tercera fila” en las horas pico. Pero reconoció que no tienen personal para cubrir toda esa demanda. “Hoy trabajamos con 12 inspectores a la mañana, 7 a la tarde y 5 en el turno noche. Está lejos de lo que se necesita: en algún momento el municipio llegó a tener 70 agentes de tránsito”, sostuvo el funcionario.

Aseguró que hay una decisión del intendente Cortés de reforzar esa área, pero “llevará tiempo” porque las incorporaciones de personal están vedadas y tienen que realizarse por pases internos en la propia estructura municipal.

La cantidad de autos que circulan por la ciudad crece sin parar y deja sin aliento a los planificadores. Los estudios de movilidad urbana y los informes de consultoría se acumulan en los escritorios municipales pero quedan rápidamente desactualizados.

Según el director de Tránsito Carlos Catini, hoy Bariloche tiene 110 mil autos radicados, más de uno cada dos habitantes. Dijo que esa cifra no incluye “unos 5.500 autos de alquiler” y los que suman los turistas que llegan en vehículo propio.

Un ejemplo el colapso y el desborde que reina en el tránsito se pudo ver en la última Semana Santa, cuando alguien dejó olvidada la barrera que impide el ingreso vehicular al playón contiguo al puerto San Carlos y en apenas un rato esa bajada se llenó con unos 200 vehículos, algunos estacionados en posiciones inverosímiles, que bloqueaban al resto.

Ese comportamiento reveló la enorme cantidad de automovilistas que ambulan a toda hora por el área céntrica en busca de estacionamiento gratuito, y que entorpecen la fluidez general del tránsito.
Otro síntoma parecido es el que se verifica en pleno verano en la avenida Bustillo a la hora de regreso de las playas lacustres, cuando la fila india de autos no se mueve y las demoras para cubrir apenas 10 kilómetros se pueden extender hasta 2 y 3 horas. Lo mismo ocurre en el acceso Este. Y en invierno el bloqueo atasca la avenida de los Pioneros, cuando termina la jornada en el cerro Catedral.

Tripolati, como muchos de sus antecesores, reconoció que el objetivo de máxima es desalentar el uso del auto con un buen sistema de transporte, eficiente y barato. Pero hoy las políticas en ese punto marchar en reversa. El subsecretario admitió que el servicio que brinda la concesionaria Mi Bus está lejos de cubrir las expectativas “porque la misma saturación del tránsito les impide cumplir horarios” y también porque la tarifa se irá en pocos días a casi 1.000 pesos, por el aumento de costos y la caída de los subsidios nacionales.

Comportamientos sociales

Catini dijo que lo más difícil, cuando se busca el mejoramiento del tránsito, es cambiar conductas arraigadas, que atribuyó a una particular tozudez del barilochense. “Acá se ve una obsesión por estacionar en cualquier lado, o por llegar en el auto hasta la puerta misma del cajero automático -observó-. En ciudades de este tamaño el microcentro tiene que tender a ser amigable, y de tránsito peatonal, ocurre así en todas partes incluso en climas fríos: la gente se abriga y camina”.

Señaló que el déficit más grave que arrastra Bariloche es el atraso en materia de obras públicas. Y recuperar el terreno perdido demanda mucho dinero. Explicó que, salvo algún avance del pavimento, la infraestructura vial no tuvo cambios en los últimos 40 años. No hay nuevas rutas, ni ensanches, ni sistemas de transporte complementarios que contribuyan a descomprimir los principales nudos. De ese modo, cubrir una misma distancia entre dos puntos lleva por lo común el doble de tiempo que hace diez ó quince años.

Foto: Marcelo Martinez / Patagonia

La topografía impide proponer calles alternativas en muchos sectores. Pero igual podrían hacerse inversiones para mejorar la situación general, opinó Catini. Entre otras propuestas, mencionó la pavimentación de Calle 6 y Los Tordos, en el oeste, y del llamado “balcón del Gutiérrez”, para canalizar por allí todo el abastecimiento de Catedral y dejar la ruta principal para los visitantes.


En busca de una gran playa de estacionamiento


El propósito “ordenador” con el que nació hace 12 años el estacionamiento medido y pago también está lejos de cumplirse. El municipio amplía periódicamente el área cubierta. Hoy existen 2.600 boxes arancelados en el área céntrica pero el 80% de quienes dejan allí sus vehículos se van sin pagar. Tripolati reconoció que no hay sanciones efectivas.

Catini dijo que la gran mayoría de los que desconocen la regulación son empleados de oficinas públicas, que por su horario de trabajo gozan del beneficio de llegar antes que otros, y dejan el auto todo el día en sitios que deberían ser de renovación periódica.

Opinó que es necesario “generar una gran playa de estacionamiento” pública para evitar la puja constante por los pocos lugares que existen en las arterias principales, donde “después de las 9 es muy complejo desplazarse”.

El control del estacionamiento está a cargo de operadores, enrolados en cooperativas, que solo se encargan del registro y cobro, pero no pueden sancionar. Una de las trabajadoras con lugar asignado en Goedecke y Elflein reconoció que “la mayoría de la gente se va sin pagar”.


La carga y descarga de mercaderías


Catini insistió en la dificultad para encuadrar ciertos comportamientos en materia de tránsito, que pueden echar a perder cualquier regla.

“La gente en su mayoría prioriza lo individual a lo colectivo, y así es muy difícil. Nadie se pregunta por qué no es al revés, entonces algo anda mal -reflexionó-. Lo que pasa con la carga y descarga de mercadería en los comercios es revelador. La ciudad ya no puede sostener el horario actual, que permite esa actividad entre 22 a 10.30 y de 14.30 a 17.30″, dijo

Y completó: «A las 10 de la mañana se pueden ver los camiones de gaseosas descargando sin apuro al lado de colectivos de estudiantes y un bloqueo de tránsito imposible de resolver».


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