Una Q por una G le cambió el sentido a un homenaje en Neuquén

Quisieron recordar en el nombre de una calle al teniente Juan Cruz Solaligue, pero en el texto de la ordenanza y en el nomenclador cambiaron una letra. El homenajeado no existe.

En otras ocasiones nos ocupamos de lo difícil que fue en la ciudad de los inicios encontrar un nombre adecuado para las calles de la capital neuquina, de los motivos que impulsaron a sus creadores y de los cambios que se produjeron a lo largo de la historia.
Pero a medida que pasa el tiempo, van apareciendo otras “perlitas” que se van sumando a la guía de nomenclaturas urbanas “no oficiales”.

Por ejemplo, los usos y costumbres de los vecinos de la ciudad hicieron que algunas arterias de la ciudad adquieran un nombre distinto al que constaba en las ordenanzas sancionadas por el Concejo Deliberante. Ya en 2007, la entonces concejala radical, Marta Búffolo, daba cuenta de esta situación y hasta agregaba que en algunas ocasiones se le daba nombre de calles a pasos que no lo eran.

En su momento citó por caso que “Ciudad de Necochea” nunca fue una calle, que la calle La Rioja debería llamarse Rioja, de acuerdo a la ordenanza de origen. En algún momento y por poco tiempo, también se llamó “Primeros Constituyentes”.

Búffollo ya hablaba sobre el error cometido con el teniente Juan Cruz Solalique, a quien se pretendió homenajear con una calle en el oeste de la ciudad. Pero en realidad su apellido correcto era Solaligue. Es decir, alguien cambió la G por la Q y así quedó por años.

Hace unas semanas, el municipio salió a corregir los errores de ésta calle y otras tantas. Pero esa arteria que corre de norte a sur, en el oeste de la ciudad seguirá siendo en el acervo popular “la Solalique” o “la calle de la terminal”. Así como la avenida Mosconi sigue siendo nombrada “la multitrocha”.

El apellido del señor en cuestión está mal escrito y no se homenajea a él sino a una persona inexistente, más allá de los cuestionables que resulten lo méritos que lo llevaron a ganarse esa distinción.

Juan Cruz Solaligue fue un oficial del fuerte “Cuarta División”, en el paraje Chos Malal. En 1880 con sus soldados inició una persecución a un grupo de aborígenes que defendían sus tierras del ataque invasor. Al llegar a unos cañadones fueron emboscados por el grupo de guerreros y allí el teniente Solaligue perdió la vida.


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