Suelos saludables para una vida saludable

El suelo juega un importantísimo papel en la sostenibilidad de los ecosistemas naturales y agrarios, en los que constituye un reservorio temporal en del ciclo del agua a la que filtra y depura en su recorrido hacia los acuíferos. Además sirve de soporte a todos los seres vivos del ecosistema, vegetales y animales.

Pese a que el suelo es un recurso natural muy valioso, a menudo no se le presta la debida atención.

Es un recurso no renovable, ya que su degradación es mayor a su capacidad de renovación. En su preservación se inicia y termina la cadena alimenticia.

La degradación de los suelos es causada por usos y prácticas de ordenación de la tierra insostenibles y por fenómenos climáticos extremos resultantes de diferentes factores sociales, económicos y de gobernanza. Hoy, el 34,4 por ciento de la tierra está moderada o altamente degradada debido a la erosión, la salinización, la compactación, la acidificación y la contaminación de los suelos por productos químicos.

La salinización del suelo es un gran desafío mundial.

Se define como salinización del suelo al conjunto de procesos mediante los cuales se acumulan las sales solubles en la solución del suelo. Estos procesos pueden darse de forma natural en zonas deprimidas topográficamente, suelos pobremente drenados, y/o clima árido, semiárido o seco-subhúmedo donde la evaporación supera a la precipitación.

Los suelos pueden verse afectados por la sal rápidamente por muchas razones: debido a la mala gestión humana, el uso excesivo o inadecuado de fertilizantes, la deforestación, el aumento del nivel del mar, una capa freática poco profunda que afecta la zona de raíces o la intrusión de agua de mar en el agua subterránea que luego se usa para riego y otros.

A la salinización primaria o natural se le une la salinización secundaria debida a la acción del hombre. Esta salinización secundaria se debe principalmente a los aportes de sales al suelo en las aguas de riego, los fertilizantes, así como al ascenso de sales por elevación de los niveles freáticos.

La salinización y la sodificación o alcalinización del suelo son importantes procesos de degradación del suelo que amenazan los ecosistemas y son reconocidos como uno de los problemas más importantes para la producción agrícola, la seguridad alimentaria y la sostenibilidad.

Se estima que hay más de 833 millones de hectáreas de suelos afectados por la sal en todo el mundo (el 8,7% del planeta). La mayoría de ellos se pueden encontrar en ambientes naturalmente áridos o semiáridos en África, Asia y América Latina. Sabemos que entre el 20 al 50 por ciento de los suelos irrigados en los diferentes continentes son demasiado salados, lo que significa que más de 1.500 millones de personas en todo el mundo enfrentan desafíos importantes en el cultivo de alimentos debido a la degradación del suelo.

El exceso de salinidad del suelo provoca cultivos deficientes e irregulares, crecimiento desigual y atrofiado y bajos rendimientos, cuya extensión depende del grado de salinidad. El efecto principal del exceso de salinidad es que hace que las plantas dispongan de menos agua, aunque todavía hay algo de agua en la zona de las raíces.

En Argentina

La salinidad de los suelos es uno de los factores que más restringen la productividad agrícola, afectando a escala mundial alrededor de 800 millones de hectáreas, de las cuales 129 millones se localizan en América del Sur.

Nuestro país posee unas 8,5 millones de hectáreas afectadas por exceso de sales y de sodio, incluyendo los ambientes áridos y semiáridos, siendo el país con mayor superficie de suelos afectados por problemas de salinización en Latinoamérica, y ubicándose en el mundo en el tercer lugar después de Rusia y Australia.

Según INTA no hubo un proceso sistemático de monitoreo de la afectación por salinidad y sodicidad de los suelos irrigados de las regiones áridas y semiáridas. En Argentina, 13 millones de há se caracterizan por la presencia de sales en el perfil del suelo.

Patagonia: La introducción del ganado ovino en la Patagonia se produjo hacia fines del siglo XIX, la presión de pastoreo provocó la degradación de la vegetación y del suelo en unas pocas décadas. Al disminuir la cobertura vegetal, hay más pérdida de suelo por erosión tanto hídrica como eólica. No solo la fragilidad del medioambiente, sino también distintos factores políticos, económicos y administrativos contribuyeron a dicha degradación.

A mitad del siglo XX, varios investigadores reconocieron los signos de la degradación de la tierra y los relacionaron principalmente con el sobrepastoreo ovino. Además de la degradación provocada por el sobrepastoreo ovino, la extracción de arbustos contribuyó al desmonte de extensas zonas. Desde 1960, el desarrollo de actividades mineras y de hidrocarburos en la región favoreció el aumento del nivel de degradación del medioambiente, que también se intensificó por el crecimiento explosivo de las actividades petroleras.

Todo el territorio de la Patagonia extrandina presenta un grado de desertificación variado.

NORBERTO OVANDO *

* Presidente Asociación Amigos de los Parques Nacionales.


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