Surge una voz feminista mapuche con disidencias sobre Villa Mascardi

La agrupación Feminismo Territorial Mapuche planteó diferencias con metodologías y premisas que sostiene la lof Lafken Winkul Mapu.

El método elegido por la lof Lafken Winkul Mapu para expresar sus reivindicaciones territoriales en la zona de Mascardi empezó a generar críticas públicas de las propias organizaciones mapuches, entre las que circulan cuestionamientos a “los discursos y prácticas” aplicados por ese grupo.

La agrupación Feminismo Territorial Mapuche se sumó al “pedido de justicia” por el asesinato del joven Rafael Nahuel en Mascardi, del que se cumplieron tres años el último miércoles, pero al mismo tiempo marcó diferencias con algunos planteos de sus compañeros.

Sostener un solo tipo de resistencia más bien encriptada en la confrontación fisica en la que se expone el cuerpo como modo de vida, es un discurso que no compartimos”, explicaron en un documento difundido esta semana.

“Entendemos que habitar los espacios territoriales, que son también las ciudades, no es solo la resistencia sino también la vida, el desarrollo espiritual, productivo y los vínculos emocionales entre las personas y la naturaleza, incluyendo las relaciones placenteras y las que nos dan alegría”, señalaron las feministas mapuches.

La lof Lafken Winkul ocupó tierras de Parques Nacionales en Mascardi a fines de 2017 y se extendió luego sobre otros predios vecinos, donde protagonizó ya varios episodios violentos. Por razones distintas, sus actitudes ya habían sido descalificadas también por la comunidad mapuche Wiritray, que está asentada desde hace varias décadas en la cabecera norte del Mascardi y mantiene una reivindicación territorial sobre las mismas tierras.

El colectivo feminista mapuche expresó su rechazo a “la muerte como símbolo de lucha” y señaló que si algo las impulsa es “el amor por la vida en todas sus formas”. Dejaron en claro su rechazo “al discurso de dar la vida por el territorio”.

Una de sus integrantes es Patricia Pichun, comunicadora y educadora de Bariloche, quien explicó que desde hace tiempo se dedican a la revisión crítica y la reflexión sobre “el estereotipo de la mujer mapuche en la ancestralidad”. Señaló que propósito que las anima “no es mostrar un acuerdo o un desacuerdo”, sino darle visibilidad a otras voces.

Pichun le dijo a este diario que no tenía problemas en que se publicara su nombre, pero que el acento estuviera puesto en las opiniones y posturas “del colectivo”, en el que participan mujeres mapuche “del campo y la ciudad” con residencia en toda la provincia.

En el documento señalaron que no aceptan “una mirada punitiva, de castigo y de exclusión” a quienes sostienen “otras miradas”. Si bien apuntaron contra los medios de comunicación “hegemónicos” que los presentan como “terroristas”, extranjeros y violentos, señalaron que en el resto de la prensa también habría graves errores de enfoque. “Venimos a plantear y preguntarnos de qué manera se construye ese mundo mapuche desde algunos medios alternativos, donde vemos que se espectacularizan ciertas reivindicaciones”, observaron.


El rol de los jóvenes y niños



El colectivo feminista mapuche declaró que les preocupa “que se romantice la vulneración de las derechos de las infancias, como ´dormir en el monte varios días porque llega la policía´, o que predomine la exaltación de ciertas figuras como la de grandes lonko”.

Advirtió que el abordaje desde el punto de vista religioso también es motivo de conflicto. “Nos violenta cierto dogmatismo espiritual que justifica modos de lucha como una especie de mandato que valora esta manera de luchar por sobre otras -dijo la organización-. Observamos aquí una especie de sincretismo con religiones como el catolicismo en las que ser mártir, dar la vida o demostrar sufrimiento durante un proceso de lucha son celebradas como causas y consecuencias inevitables”.

Y completaron con una aguda reflexión sobre las motivaciones de la reivindicación territorial: “un tipo de proyecto político unidireccional, que le asigna a la juventud, especialmente a los varones, la tarea de resistir con su cuerpo la violencia como una forma legítima de proyectarse individual y colectivamente como mapuche, corre el riesgo de que la violencia estatal se torne como el único lenguaje habilitado como espacio de dignificación”.


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